Estabilizan otra ladera de la A-7 para evitar más derrumbes en la autovía que une Almería con Málaga

El deslizamiento, que se produjo a la altura de Gualchos-Castell de Ferro, no era el primero que afectaba a la carretera que une Málaga, Granada y Almería. Pero sí uno de los más graves . El deslizamiento dejó completamente sepultada la autovía. Los operarios trabajaron día y noche para acceder al centro del derrumbe y reabrir la autovía. El ministerio comenzó a estabilizar la ladera que sufrió el deslizamiento, rebajando el cerro para acabar con las zonas inestables con el fin de frenar los desprendimientos sobre la carretera, que eran continuos y obligaba a impedir el tráfico entre los kilómetros 342 y 354. Por aquel entonces, la UGR comenzó a advertir que la colina frente a la zona que colapsó corría el mismo peligro. Los geólogos dieron parte a los técnicos, que comprobaron que los científicos no se equivocaban y decidieron poner cartas en el asunto.

El ministerio tiene en marcha las obras para la estabilización completa de la ladera. La colina coincide con el paraje del Espinar, que forma parte del municipio de Lújar. Según explica Mariano González, el primer edil de la localidad, el ministerio ha pilotado la montaña para evitar que se venga abajo. De esta forma se contendrá la loma y los agricultores no tendrán que temer por sus fincas. El alcalde mantiene que las obras finalizarán en las próximas semanas y por fin toda la circulación en la autovía quedará restituida.

Ahora mismo hay un tramo de unos 500 metros en el carril derecho en sentido a Málaga, justo a la salida de Gualchos-Castell de Ferro, que está cortado mientras la maquinaria estabiliza la ladera. Además, la alcaldesa de la localidad costera explica que también se ha reasfaltado el tramo que estuvo afectado por el corrimiento de tierra.

Con estas actuaciones, los explotadores agrarios confían en poder respirar tranquilos. Ellos también venían advirtiendo desde hace años del desgaste de la ladera. Algunos incluso habían sufrido en sus propias carnes las consecuencias de los deslizamientos. En abril de 2020, justo un año antes de que la colina contigua se desplomara sobra la autovía, un pequeño deslizamiento desestabilizó varias fincas y obligó a cortar el camino que daba acceso a 300 campos en el paraje del Espinar. El invernadero de Roberto García se quedó al borde del precipicio y espera que la tierra bajo sus pies no vuelva a moverse.

Túnel previsto

«Se supone que no se va a producir ningún derrumbe, pero yo por si acaso voy a rezar para que no llueva mucho. En cuanto la tierra se empapaba, estábamos vendidos. Ahora este paraje es desértico y eso ha hecho que la colina no se haya derrumbado tanto. En 2009, cuando me expropiaron terrenos para construir la autovía, estaba previsto hacer un túnel entre ambas laderas, las que se han visto afectadas por los derrumbes. Ese túnel, que sostendría los cerros, al final no se hizo y mira todo lo que ha pasado», cuenta García.

Por su parte, el grupo de científicos que comenzaron a estudiar las laderas continuarán con sus investigaciones una vez que los trabajos de estabilización finalicen.

El investigador del departamento de Geodinámica de la UGR, Jorge Pedro Galve, ha seguido de cerca las afecciones de los cerros. Los geólogos realizaron un levantamiento topográfico mediante el escaneo del talud con láser, y tomaron fotografías con un dron. Los datos recopilados han permitido elaborar modelos en tres dimensiones con los que se han podido cubicar volúmenes y estudiar la evolución del desprendimiento. Galve cuenta que el volumen derrumbado sobre la carretera fue de 10.000 metros cuadrados, además de al menos otros 20.000 que excavaron las maquinarias. Los técnicos sacaron 1.200 metros cúbicos de tierra diario. La UGR facilitó a los operarios imágenes y levantamientos topográficos para facilitarles el trabajo. El ministerio estima que se excavó alrededor de 40.000 metros cúbicos de tierra, que equivale a la capacidad de diez piscinas olímpicas.