Un sano cóctel de verduras

Pero, qué mejor que una marca almeriense que usa los ingredientes de su tierra para explicar las bondades de esta bebida atomatada: Solfrío, una empresa situada en Fondón cuyos productos son bien conocidos en el panorama nacional y cada vez en más mercados. Isabel Martín Riado es gerente y propietaria de la empresa gazpachera. Aunque es química, ahora está encajando en las tareas comerciales de la misma.

La empresa arrancó en el año 2000. Por aquel entonces, la ahora gerente, se encargaba del área de calidad. Ahora, son muchas las parcelas en las que debe moverse, por lo que es la persona idónea para desvelar el funcionamiento de Solfrío. Este se vende fundamentalmente en tiendas tradicionales.

«Con el gazpacho no estamos en la gran distribución prácticamente por el tema de las políticas de las grandes superficies, que te cierran los precios y te obligan a asumir promociones. Al final no era rentable, por lo que estamos más dedicados a los distribuidores provinciales». Aunque es cierto que anteriormente vendían en establecimientos de Carrefour a raíz de una Vuelta Ciclista, «que estuvimos promocionando durante unos años y que nos valió de trampolín para negociar con ellos». 

Pero la historia comienza muy distinto, en otras instalaciones distintas a las actuales de Fondón y con gazpacho congelado «que se vendía bastante bien, sobre todo en Canal Horeca, pero luego nos dimos cuenta de que era complicado acordarse de que el producto había que descongelarlo, y eso es una lata». Tras aquello, llegaron pruebas y más pruebas, muchas de ellas fallidas pues, «al darle la pasteurización el pan se enrancia y no salía bueno».

Entonces, en el año 2003 «coincidió que mandamos unas muestras aleatorias a Alemania, a una de las ferias más importantes a nivel internacional de alimentación», Anuga, tras lo que la mencionaron dentro de los Top Innovation, donde incluían el gazpacho como un producto innovador. La casualidad vino cuando le dieron el premio también a otra empresa de Córdoba por un envase de aceite y hablaron con ellos para «pasteurizar el producto bien y podemos envasar».

En el año 2005 asistieron a la feria Alimentaria de Barcelona y «fue un éxito. Ahí cogimos muchísimos distribuidores y conocimos nuestra línea de trabajo», fundamentalmente alimentación y algunos distribuidores locales de hostelería, como restauración. Ahora se encuentran a su vez potenciando la línea canal 'vending' para las máquinas del trabajo, porque «cada día más en las empresas están adaptándose al horario europeo, más ligero, el empleado termina antes y cada vez todo el mundo tiende hacia lo más saludable.

La última novedad de Solfrío es un envase de litro y medio, tanto de gazpacho como de salmorejo, que «está funcionando bastante bien en hostelería». Un envase «muy cómodo y, como el envase repercute en el precio, es más competitivo que el de un litro». Pero la apuesta fundamentalmente es por la calidad del producto. «Nuestro caballo de batalla con la empresa es hacer un producto que sea lo más cercano a lo que cualquier ama de casa pueda hacer en su casa». La receta es tradicional del Bajo Guadalquivir y «ponemos pan de pueblo, no añadimos harina como hacen en algunos casos». Las verduras son frescas, «de aquí de Almería, con esta tierra que tenemos, que tenemos tan buenos productos, y la materia prima es lo más importante» detalla la empresaria.

En cuanto a las hortalizas que utilizan en la elaboración, «nosotros compramos en cooperativas y almacenes almerienses», puesto que «es muy complicado plantar». Eso sí, todo el producto es fresco y «no lleva ningún tipo de tomate concentrado para darle color». Según relata Isabel, esto se comprueba en que «puedes coger un cartón de Solfrío y a lo mejor dentro de tres días está un pelín más claro o más oscuro por el tema del tomate». Y es que «aquí lo tenemos ya todo (las verduras), incluso los ajos ya también los compramos por aquí en Pulpí. El producto almeriense es de mucha calidad y lo cogemos aquí en la tierra». 

Pero, desde que se recolectan las verduras hasta que se sirven en un vaso, cuenco o cualquiera que sea el recipiente de su elección, se cumple siempre un proceso. «Nos llegan las verduras, se seleccionan previamente a la producción, se lavan y se enjuagan bien y se trituran, después pasan por un filtro. Lo que hacemos es, a escala industrial, lo que se hace en cualquier casa», detalla. 

Una vez que se ha triturado el producto, se quitan las pieles sobrantes y lo que quede de restos para que el resultado sea una textura fina. «Hay empresas que echan los ajos en polvo», prosigue la empresaria, «nosotros echamos los ajos lavados con sus cabezas para que dé la sustancia bien». Una vez filtrado el resultado se manda a envasar a Murcia. 

El cartón, lógicamente, necesita de una producción mínima para ser amortizado. «Para nosotros, por espacio, inversión y todo eso, no tenemos cartones. Hay que producir un mínimo de tres o cuatro millones de litros para que salga rentable toda esa cifra», mientras que la empresa se mueve actualmente en torno al medio millón de litros, pues «con esto de la pandemia se han caído clientes». Además, «este no es un producto de primera necesidad, aunque lo parezca. Entonces, cuando la persona que estaba en casa quería entretenerse, lo fabricaba y lo tenía recién hecho», dilucida la experta gazpachera.

En cuanto a los núcleos de venta, son las grandes ciudades las que conforman la base de sus beneficios. «Nuestra venta mayoritaria es en Cataluña. Para nosotros es un mercado importantísimo. El poder adquisitivo es mayor y también hay mucho andaluz que sabe apreciar lo que es un buen gazpacho», desgrana.  A nivel internacional, «ahora precisamente estamos trabajando para nuevos clientes de Francia. El año que viene tenemos pensado dar el salto a Europa, incluso a Estados Unidos, pues hemos estado en ferias internacionales y es un mercado muy interesante. Sabemos que gusta, pero estamos ahí a ver cómo ir peleando por meternos allí. Porque eso sería ya un volumen muy interesante porque allí lo saludable está de moda y no tienen bebidas saludables».

En la misma línea que el gazpacho, sus cremas de verduras están teniendo mucha aceptación. «Son totalmente frescas, las tenemos en un envase de medio litro que viene bien para dos personas en casa… Nada de conservantes, nada de aditivos con un 75% de verduras frente a la competencia, que está por debajo.  Una calabaza fresca, todas las hortalizas y si hay que espesar le echamos patata o zanahoria, pero nada de espesante ni colorante. 

A nivel de consumo hay picos de ventas. En las cremas se mantienen más homogéneos durante todo el año, porque «un plato caliente lo toma cualquiera en invierno y verano». Pero el gazpacho «es como la noche y el día». Aunque cada vez más se va manteniendo su venta en los meses de invierno, el periodo estival supone un grandísimo incremento. 

Bien sabido es también lo bueno que es para la salud este brebaje tan andaluz, que tiene «esa combinación, ese antioxidante del ajo, el aceite y el tomate.  Es fundamental para la edad y luego es muy reconstituyente, porque tú te tomas un vaso de gazpacho y, como se suele decir, te pone las pilas. También funciona muy bien para el intestino, por toda la combinación de las verduras. Es un alimento ideal para tomar todo el día. Deberíamos de tenerlo todo el mundo en la dieta. No porque nosotros seamos fabricantes, sino porque tiene muchos aportes», explica. 

Además, si es gazpacho almeriense, mejor que mejor, pues aquí «tenemos las mejores verduras, cada vez con menos pesticidas, a tiro de piedra, la podemos ver, hay una verdura muy fresca y hay muchas oportunidades que le dan un valor añadido a ese producto. Porque el tomate que es desechado para venta en supermercado porque no está visible para la venta, no es realmente un desecho, los podemos aprovechar al igual que un pepino o un pimiento. Tenemos pimientos italianos que nos cuestan baratos y le dan un sabor muy rico al producto, porque es muy sabroso. Aprovechamos esa cercanía que tenemos de esta buena huerta y de esa calidad de productos que tiene Almería. Además, el pan que utilizamos es de pueblo», finaliza Isabel.