Urbanismo contra el calor
«Hemos roto el privilegio de una ciudad mediterránea de raigambre árabe,con patios ajardinados y calles estrechas ensortijadas, para apostar por un modelo urbano duro»
Hace unos pocos días publicábamos en IDEALALMERÍA una información de Miguel Ángel Contreras en la que se revelaba, gracias a un estudio de expertos ingenieros ... de la Universidad de Granada, cómo el urbanismo, el modo en que se diseñan nuestras ciudades, afecta a nuestro confort y nuestro bienestar. En Almería hay más de cuatro grados de diferencia entre distintos distritos. Y un 70% de los habitantes de la capital vivimos en zonas cálidas: espacios en los que la temperatura es más elevada de lo que debiera por su ubicación geoespacial. Padecemos más calor por muchos motivos, pero el principal es que hubo un momento en que alguien decidió que nuestra ciudad era mejor cuanto más dura resultase para sus habitantes y más laxa para coches, camiones y motos.
La capital y su área metropolitana están en una horquilla habitual para núcleos de población de en torno al millón de habitantes. Algo muy superior a la población existente en Almería (en torno a 260.000 habitantes en su entorno más cercano). Hemos roto el privilegio de una ciudad mediterránea de raigambre árabe,con patios ajardinados y calles estrechas ensortijadas, para apostar por un modelo urbano duro, basado en el hormigón y el entoldado frente a los parterres y los árboles.
En Almería, según el último censo del Consistorio, hay 42.000 ejemplares de árboles, la mayoría de ellos ficus y palmeras. Cada uno con sus características específicas, son un sumidero de CO2 y un aire acondicionado barato y permanente que hace más amigables nuestros barrios. Hace pocos días, Elena Sevillano hablaba en su columna en este diario sobre la necesidad de árboles. «Lo de poner toldos y fuentes en las calles del centro de las ciudades, como es el caso de Almería, puede estar bien para un verano caluroso como los que hemos vivido hasta el momento, pero es una medida que se queda corta cuando se trata de suavizar el infierno que nos espera de ahora en adelante», comentaba.
La situación de emergencia climática a la que nos enfrentamos no es ideológica ni coyuntural:es una realidad material comprobada por la ciencia y solo negada por quienes prefieren la irracionalidad de su estómago. Como efecto de nuestro comportamiento antiecológico las temperaturas están en ascenso y el nivel del agua sube. El clima amenaza nuestro modelo de vida y también puede poner en riesgo nuestro principal recurso económico: una agricultura que basa su excelente posicionamiento en la producción de invierno, cuando en otros países la temperatura, ahora creciente, les impide cultivar.
Necesitamos más árboles y también reencontrarnos con la sabiduría de una civilización que encontró en el encalado de sus viviendas un modo de rebajar la temperatura en su interior. En Los Ángeles (EE UU) están extendiendo asfalto blanco para reducir la temperatura de sus calles. En los barrios en los que se ha implementado, han logrado hundir entre 8 y 9 grados el calor. Alentador.
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