Los siete pecados capitales de la UD Almería
El equipo indálico toca fondo en San Mamés con una imagen de equipo roto, con un bloqueo mental que maniata a un deficitario aspecto físico
Ojalá los tuviera la UDA, pero por lo visto en San Mamés es malo no tenerlos, aunque haya algunos. Cada uno de ellos representa un ... comportamiento a evitar por el ser humano para no cometer ningún pecado. En cuanto al término 'capitales', se refiere a que estos pecados son el punto de partida a través del cual surgen los demás. Santo Tomás de Aquino definió los 7 pecados capitales conocidos en la actualidad. El papa Gregorio I los enumeró hace 1.500 años y Dante Alighieri los recogió en su obra 'Divina Comedia'. Son la soberbia, que significa la atribución de cualidades observadas como dones de Dios a los propios méritos y, desde dentro y fuera, se ha hablado de tener mejor plantilla que el curso pasado; la pereza, que es la negativa a hacer tareas básicas y necesarias –en la UDA no hay negativa, sí incapacidad para hacer esas tareas–; la gula, que representa una idea de excesos respecto a lo material y la UDA tiene exceso de 'tragarse goles'; la avaricia, que es conservar o poseer la mayor cantidad posible de riqueza, ésta la hay, pero no en fútbol no es significado de triunfo; la lujuria que, referido al placer sexual que una persona busca para sí misma y de forma inmediata, lo mismo 'casa' con la búsqueda de puntos de un modo inmediato; la ira, que es un deseo excesivo de venganza y se podría decir que la UDA quiere 'vengarse', sin lograrlo, de todos los equipos a los que se ha enfrentado, y la envidia, que es ese sentimiento de tristeza por los bienes de otros, que se cumple al ver al equipo 'postrado' a la cola de la clasificación queriendo estar fuera de ellos y con los puntos de los otros.
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La derrota del viernes en San Mamés, otra vez como el año pasado sin generar dudas de ningún tipo, supone, ojalá, haber tocado fondo y al menos se desea que más que el resultado sea la forma lo que se quede atrás para evitar males mayores, pero que condena al equipo por mostrar un bloqueo mental que maniata el crecimiento físico, deficitario a todas luces y que queda reflejado por la incapacidad para conquistar objetivos por parte de una plantilla, que no ha hecho equipo todavía, que no maneja un tiempo que parece darle la espalda en las fases críticas de los partidos. De este modo, el equipo tiene lamentos hacia una serie de pecados que son más de los siete que puedan considerarse capitales.
1. El muro defensivo
Con el conocimiento de la pasada temporada, en la que el equipo aprendió, o debió aprender, que en Primera División es importantísimo tener solidez defensiva, resulta que en nueve jornadas no ha sido capaz de mantener la puerta a cero y que sólo en Cádiz encajó un gol. El resto de partidos generan demasiada obligación al ataque porque el equipo rojiblanco está obligado a marcar siempre. Todo viene por una decisión de venta, lógica y no criticable, que hace que Rodrigo Ely y Srdjan Babic –la pareja de centrales que sin ser sólida sí que permitió al equipo pelear porque también aportaban en ataque–, y la necesidad urgente de compra que no ha llegado a saciar los intereses de club porque existe un periodo de adaptación y de recuperar forma de los llegados, sobre todo de César Montes, que no hizo pretemporada con ritmo competitivo y al que la exigencia le puede provocar molestias como las que aparecieron frente al Sevilla. De todo eso resulta que el equipo encaja casi tres goles por partido después de nueve jornadas.
2. Sin buenos resultados
Desde que comenzara la temporada, los resultados han ido dando la espalda. En los nueve partidos, el equipo no ha conseguido que al juego le dé la razón los puntos. Tal vez el único partido donde sumó más de lo que 'debía' fue en Cádiz, tras desperdiciar excesivo tiempo en dar un paso al frente y que apareció con la expulsión de Édgar. El resto de empates son igualmente rescatar un punto cuando debieron ser los tres, no tanto por merecimiento, pero sí por obligación. Ante el Valencia se pudo ganar y perder, sensaciones idénticas a las sufridas frente al Granada, donde se echó por tierra una ventaja de tres goles y cuyo resultado final hace tanto daño como una derrota.
3. Pólvora mojada
Aunque la UD Almería tiene a ocho equipos con menos gol, lo cierto es que el equipo indálico desaprovecha infinidad de ocasiones que 'perpetúan' al equipo en un camino de malos resultados. El equipo rojiblanco crea, pero falla en el punto de mira. También, ha bajado el número de llegadas en los últimos partidos, aunque sigue apareciendo entre los equipos que más disparan –sus 103 disparos sólo los 'mejora' el Real Madrid, con 108– y que mejor dirige su disparo entre los tres palos –sólo Real Madrid, Barça y Rayo 'aciertan' más que la UDA, con 44 disparos–. Pero el problema está en encontrar huecos. Necesita más de nueve disparos totales para ver portería, siendo gol uno de cada cuatro disparos entre los tres palos.
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4. Las segundas partes
Ninguno de los segundos tiempos deparó lo que se necesitaba para ganar. El físico y lo mental, con los segundo influyendo también en lo primero, cercenan las opciones de triunfo. Aunque hay casi equilibrio al encajar –de los 24 goles, 11 los recibió en la primera parte y 13 en la segunda–, el equipo siempre se mostró peor en las segundas partes, incluso llevando más goles marcados, pero siempre con el marcador en contra. El único en el que se fue al descanso ganando fue el disputado frente al Granada. Han influido las decisiones a lo hora de hacer los cambios. Sin ser un partido para ganar, la salida del campo de jugadores como Robertone o Arribas, frente al Real Madrid, depararon un cambio de imagen a peor, de menos capacidad para controlar el partido tal y como sí parecía llegar al descanso. En Villarreal sucedió lo mismo con el argentino, que con el partido controlado se marchó en el 75 y la entrada de jugadores ofensivos deparó un déficit que obligó al equipo a 'tirar' los últimos veinte minutos –los diez de partido y el descuento–, para casi 'colgarse' del larguero, permitiendo llegadas y centros laterales que son un mal endémico para un equipo que de los 24 goles encajados recibió 23 con definición desde dentro del área pequeña y algunos sin que hubiese ningún defensor encimando al rival.
5. Lesiones
Este mal puede ser motivado incluso por una preparación física poco idónea, con muchas lesiones musculares. César Montes, que llegó tarde por su fichaje a pocos minutos del límite, necesitó un periodo para adaptarse, pero también una obligación en recuperarse que denotó dolencias de las que no se restableció para el partido frente al Granada, aunque en Bilbao estuvo en la lista. Agosto empezó viciado con Baptistao recuperándose de su operación en mayo, que se perduró algunos partidos más. Ante el Granada se alineó por vez primera como titular. Se unió Pozo en septiembre y aparecieron las dolencias de Marc Pubill, que ha debido pasar por el quirófano. Ante Villarreal y Valencia, el Almería jugó con Chumi como lateral diestro por aquellas lesiones y la desconfianza en Mendes. Por si fuera poco, en Sevilla no pudo jugar Embarba por precaución, pese a que estaba en la lista; cayó César Montes y Luis Suárez se perderá unos meses tras hacer su mejor partido como indálico.
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6. Malas decisiones
También se ha vivido fases de mala suerte, con situaciones que denotan contrariedad. Sin ir más lejos, los disparos que dan en los palos que, tras ese contacto, los del Almería se van fuera y los de algunos rivales entran. Pero es el destino, que puede lamentarse, pero no acusarlo. Es más 'dañina' la confección de la plantilla, sobre todo en los tiempos. Con una competición sabida que comenzaría el 11 de agosto, Maximiano, Koné y César Montes llegan con la competición iniciada. El portugués y el maliense lo hacen el día 16, jugando ante el Real Madrid el día 19 y el mexicano habiéndose disputado cuatro jornadas antes. Es cierto que las normas de la competición son las que son, pero tal vez se necesitó algo más de previsión para, con un cambio tan drástico en la zaga, no tener recambios hechos. No es grave no tener un delantero porque como mucho no marcarás goles, pero en esta competición se valora no encajarlos y con la tardanza en cerrar esa parcela de la plantilla se sufren esas malas decisiones de la dirección.
7. Los arbitrajes
Tampoco han sido buenos. El Almería se ha 'topado' con algunos que actúan de un modo criticable por la escasa unanimidad de criterios. Una acción en un partido es sancionada como penalti, cuando en otro se pita falta en ataque. Alberola Rojas se lució ante el Rayo, con un primer penalti que pudo haber sido falta por juego peligroso. Ante el Real Madrid, la mano de Bellingham en el primer gol, en Cádiz la expulsión de Édgar y un penalti de Luis Hernández sobre Koné, en Villarreal un 'reloj parado' para contabilizar las pérdidas de tiempo, ante el Valencia una falta previa en la frontal del área che en la acción del 1-2, ante el Granada la acción de Puigmal es penalti y una similar en el centro del campo tiene el 'decreto' de «siga el juego». En Bilbao no hay excusa y es lo más hiriente porque cualquier resultado es susceptible de ponerse en duda acudiendo al perjuicio causado por el árbitro. En San Mamés no dio opción ni a eso para quejarse de la actuación de 'árbitros' de pasarela. ¿Se imaginan a un juez leyendo la sentencia mostrándole la misma al acusado a un centímetro de la cara, levantándose la toga? En fútbol no se ha visto a un árbitro levantándose la camiseta por enseñar una roja, pero sí ponerle la cara roja a un rival por el reflejo de la proximidad de la tarjeta. Otro pecado capital del fútbol, aunque no se sume a los siete, o más, que ha realizado la UDA en nueve jornadas.
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