La victoria del Almería ante el Oviedo sólo salvó a Soriano de uno de los muchos problemas que el técnico tiene. Del más gordo, eso ... sí, que no es otro que la destitución que planeaba sobre el ambiente en caso de que se hubiese dado una derrota ante los azulones. El entrenador, con el 3-0, salvó la bola de partido, pero sigue teniendo muy cuesta arriba remontar esta situación.
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El equipo sigue en descenso y el ambiente que ha rodeado los últimos días del club no ha sido el mejor, con Soriano y algunos jugadores aireando los problemas que se tienen con otros compañeros, como fue el caso de Chuli, ya en Getafe. Pero lo peor tampoco es esto.
El mal mayor que tiene el Almería ahora mismo sigue siendo la falta de identidad. La ausencia de ideas. El Casto sacando de puerta para Morcillo, Morcillo a Ximo, Ximo con Casto y pelotazo arriba, algo que viene desquiciando a la afición durante todo el curso. Porque, si quieres sacar el balón jugado, debes adecuar el equipo a ello, y con un mediocentro defensivo como Borja es suficiente. Poner junto a él a Vélez es contraproducente. Por el contrario, si prefieres optar por un juego más directo, lo lógico es hacerlo desde el principio, y no obligar a tus defensores a jugar el balón entre ellos, arriesgándose a una posible pérdida, antes de dar un pelotazo.
El Almería venció al Oviedo de la misma forma que perdió ante Cádiz o Getafe: sin argumentos sólidos. Y con la diferencia de Pozo, capaz de escribir poesía en un escenario donde al resto le costaba juntar dos letras. Él salvó a Soriano. Él, tan penalizado desde el banquillo por sus errores, como si en este equipo nadie fallara. Él, el único capaz de hacer que el Mediterráneo olvide su enfado y se atreva a disfrutar con un jugador de su equipo. Él, que se empeñó en que el Almería, ante el Oviedo, tuviera un estilo. Aunque sólo fuera mientras el balón tocaba sus botas.
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