Los nombres propios de una campaña fallida
Que la UD Almería no ha cumplido las expectativas marcadas es un hecho que deja señalados no sólo a los futbolistas
Javier Gómez Granados
Almería
Sábado, 28 de junio 2025, 23:32
La UDA, en general, no ha estado a la altura. A lo largo de la temporada la plantilla ha sido señalada de forma constante, después ... del desastre que supuso su último paso por Primera División. Los mismos, más el añadido de Nico Melamed, afrontaban una campaña en la que sólo valía el ascenso. De hecho, el objetivo establecido por El Assy, allá por agosto, pasaba por volver a ser campeones de Segunda. El segundo objetivo era ascender de forma directa aún sin el título de campeón. Y la tercera opción, de la que apenas se hablaba por no considerarla del todo, era la del ascenso indirecto a través de los 'play off'. El desenlace ya es de todos conocido. Pero también el desarrollo de la intrahistoria de una UD Almería que no ha encontrado estabilidad en el campo pero tampoco a nivel institucional, ni siquiera en el mensaje ni en la forma de transmitirlo. Sólo hubo un aspecto firme que no falló. La afición, siempre fiel a la cita, bufandas al viento y cantando el himno, pese a la falta de retorno por parte del equipo.
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Precisamente con el mensaje del club rojiblanco respecto de la afición se ha cerrado el círculo de una temporada que, necesariamente, debe servir de aprendizaje porque pocas cosas buenas se han mantenido en el tiempo. Desde el club indálico se señaló en ocasiones a los aficionados ausentes, como si fueran motivo de algunos males de la temporada y dándoles más importancia que a los presentes. Ese detalle, además de ser injusto y de buscar descargo de las responsabilidades internas, fue una forma negativa de gestionar la masiva presencia del aficionado, marcando con ello una equivocada gestión de los problemas.
Al margen de lo anterior, y ya sobre el césped, la defensa fue señalada de forma constante durante toda la temporada por deméritos propios. Primero de forma colectiva. Después con nombres propios. También el portero de turno, especialmente Luis Maximiano.
Pero la realidad es que la fallida temporada tiene nombres propios que no son aficionados ni jugadores.
Turki Al Sheikh
El jeque saudí llegó a Almería mostrando ilusión, esperanza y mucho dinero. Hizo apariciones fugaces pero muy llamativas y en sus palabras siempre aparecía el nombre de Almería. Esta temporada, sin embargo, su ausencia que ya comenzó años atrás, fue sonora y especialmente negativa. Cuando más necesario era su mensaje de aliento, jamás llegó. En nada ayudó a tranquilizar el ambiente y negó a su club una estabilidad necesaria. El abandono del jeque, respetado en los primeros años, ignorado en los restantes, fue obsceno en su adiós. Sin despedirse, sin un mensaje que mostrara no ya afecto sino respeto a la que fue su afición y a la provincia que le acogió como uno de los suyos.
Turki se fue, dice Mohamed, aburrido de la burocracia española. Hasta ahí lo podemos entender porque más aburridos y hastiados estamos nosotros. Pero de ahí a mostrar desplante y hasta desprecio en su marcha demuestra que, a nuestros ojos, el jeque es un tipo con dinero, brillante en sus planes pero limitado en su saber estar. Un caprichoso de manual. Eso sí, puso al Almería en el primer plano nacional y en su haber queda. Pero esta última temporada, con su silencio, con su ausencia, con su manera de ignorar y, sobre todo, con su marcha por la puerta de atrás, todo lo bueno queda compensado para ser recordado, como el chiste de los cero grados, con aquello de 'ni frío, ni calor'.
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Mohamed El Assy
El presidente de facto, no sabemos si por delegación o por desgana de Turki, también estuvo más tiempo ausente que presente. Y, en ocasiones, cuando habló, señaló a quien no era responsable. El Assy tiene tanta responsabilidad en esta horrible temporada como Chumi, Edgar, Kaiky o Radovanovic. No supo o no quiso transmitir mensaje alguno cuando más falta hacía y, como si fuera un político, en las pocas ocasiones que dijo algo fue para destacar algún logro propio. Aquello de que la defensa de la UDA era la mejor de la categoría, sin autocrítica de ningún tipo, le retrató en una desafortunada temporada colectiva. Lejos de arreglarlo, su referencia a los aficionados que no van al campo poco contribuye en mejorar esa sensación negativa que ha dejado.
El Assy llegó con plenos poderes al Almería y la afición pronto dio por bueno todo lo que hacía y decía. Sus últimas campañas, especialmente esta que acaba, con silencios atronadores cuando más falta hacía, le condenan al suspenso absoluto que le exigirá estudiar en verano y preparar el examen de la próxima temporada con más interés. Y no sólo en la confección de la plantilla sino en su comunicación con el mundo exterior que, a fin de cuentas, es quien le compra el producto.
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Joao Gonçalves
El portugués, junto a Mohamed, se gastó el dinero de Turki hace un par de años para confeccionar una plantilla carísima en Primera División que no sirvió para Segunda. Con los pocos movimientos que ha habido en los distintos mercados, su nombre ha quedado relegado a un segundo plano aunque su responsabilidad sigue intacta. Si continua como director deportivo con la nueva propiedad deberá hincar los codos este verano junto a Mohamed para preparar una plantilla a la altura de unas expectativas que, no lo olvidemos, ellos mismos crearon.
Rubi
El técnico catalán, con la espada de Damocles sobre su cabeza en forma de ficha millonaria, fue utilizado para todo. Con una estructura deficitaria del club, sin una cabeza visible, sin un representante institucional, sin una voz única y autorizada, tal vez porque el silencio y el oscurantismo fue la forma de proceder prioritaria, llevó a Rubi ser, sin pretenderlo, el chico de los recados. Los mensajes del club los tenía que dar él, ejerciendo un papel para que el que no estaba llamado y, quizás, privándole de tiempo para su principal actividad, para lo que realmente sabe y para lo que fue traído de vuelta.
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Rubi es un técnico de prestigio que, como todos, está sometido a la dictadura de los resultados para recibir críticas o alabanzas, en ambos casos desproporcionadas. Con ello vive y convive sin problema. Su trabajo, desde el principio, fue bueno, haciendo funcionar una plantilla que hizo agua con Vicente Moreno, Garitano, Lasarte y Pepe Mel. Recuperó para la causa algunos desahuciados como Arnau, Pozo o Baba. Eso sí, en su pluriempleo como hombre para todo en el club, entre mensaje y mensaje se perdió en la recuperación de otros irrecuperables, como Lázaro Vinicius. Y tal vez todo ello le llevó también a cometer errores visibles en algunos partidos determinantes cuando, en todo caso, las cosas ya marchaban mal en todos los aspectos.
Rubi, como todos, tiene su grado de responsabilidad pero, sin duda, muy lejos de los anteriores y, en todo caso, habría que juzgarlo exclusivamente por sus resultados deportivos partiendo, también, de los mimbres que se encontró y de las piedras, enormes, que halló por el camino. Especialmente la última en forma de navajazo mortal con la marcha anticipada de Luis Suárez y Marc Pubill.
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Al-Khereiji
El nuevo propietario es, de todos, el único que no tiene responsabilidad alguna en el fracaso de la campaña. Tal vez se le debió oír en la barbaridad que la LFP y la FIFA, en su desprecio por los clubes que no son grandes, hicieron con el Almería en plenos 'play off'. También fue sonoro su silencio cuando Rubi, otra vez él, se echó al monte para enfrentarse, de forma razonada, contra la injusticia vivida frente al Real Oviedo. El club, ya con Al-Khereiji al frente, dejó claro que, como todos los pequeños, tienen miedo a Tebas y dejaron sólo ante el peligro a Rubi insistiendo en que, lo que dijera el técnico catalán era cosa de él y no de la UDA. Mal comienzo aunque, vista la forma de dirigir la LFP, el temor es comprensible.
Quitando ese momento, el saudí ha llegado ofreciendo continuidad y estabilidad, tratando de mantener lo mejor de Turki. Además, aporta buena imagen y, sobre todo, presencia física y cercanía, mejorando en apenas unos días todo el legado del jeque. Sin responsabilidad en esta campaña, aporta esperanza y frescura para la siguiente.
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El equipo dirigente, en cualquier caso, parece que seguirá intacto en esta nueva etapa con Al-Khereiji. Está por ver si son capaces de depurar su forma de proceder y resolver los problemas de una UD Almería que vive un momento perfecto para dar el salto de calidad definitivo que se resiste a llegar. Estos nombres propios han hecho cosas que les avalan y otras que no. Están en la temporada, con nuevo jefe una vez fuera del tablero Turki, en la que deberán desequilibrar la balanza de forma positiva y demostrar que son ellos los llamados a construir una UDA de alto nivel.
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