Luis Suárez lamenta el penalti al palo, con los malaguistas celebrando. A. Lof/C. Barba
UD Almería

Un palo, otro palo y...

El Remate. ·

La UDAlmería permanece clavada en su propio vía crucis

Juanjo Aguilera

Almería

Domingo, 2 de marzo 2025, 23:03

En un universo paralelo, la UDAlmería tendría 15 goles más en su cuenta y, con ellos, tal vez una realidad completamente distinta en la tabla ... clasificatoria. Pero en este universo, lo que lleva son 15 disparos al palo, una cifra que parece escrita con la tinta cruel de un destino caprichoso. El fútbol, en ocasiones tan glorioso, se convierte en el verdugo de los rojiblancos, condenándolos a esa tierra de nadie donde conviven la frustración y la impotencia, donde los puntos soñados se transforman en cenizas antes de materializarse.

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Como el sábado en el penalti que Luis Suárez mandó al palo, cada partido repite el mismo ritual, como si fuera un guion predeterminado: disparo, esperanza y... madera. Una y otra vez, el eco metálico de los postes resuena como una burla, un cruel recordatorio de lo esquiva que puede ser la suerte –sí, a la suerte– porque en los buenos momentos un balón que no entraría da en el palo por dentro y sube al marcador;en los malos, el mismo balón se pasea por la línea y se 'tropieza' con un minúsculo montículo de hierba que impide que la acción, tras 'superarlo' cae para el lado menos oportuno.

Como Sísifo en su castigo eterno, la UDAlmería parece destinada a empujar su roca de ilusiones hacia lo más alto, sólo para verla caer al vacío una vez más, frustrando cualquier intento de redención. La portería rival, en esos instantes fatídicos, no es más que un espejismo; una promesa que se rompe justo cuando está al alcance.

¿Qué más puede hacer un equipo que ya desafió todas las leyes del fútbol y del infortunio? Quizá rezarle a los dioses del deporte rey, implorando que les devuelvan la fortuna que tantas veces les ha sido negada. O tal vez no quede más que seguir intentándolo, una y otra vez, disparando sin descanso hasta que la madera, finalmente, se rinda y la pelota encuentre su camino a las redes del conjunto rival.

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El equipo indálico, máximo goleador de la categoría, no escoge golpear el palo; simplemente ocurre. Si tuviera la posibilidad de elegir, no cabe duda de que muchos de esos disparos habrían acabado dentro, transformando empates en victorias y dejando atrás el amargo sabor de los puntos perdidos. Con once empates a cuestas, el Almería es el segundo equipo que más veces ha terminado sus partidos en tablas, solamente superado por el Málaga, que el pasado sábado en el UDAlmería Stadium sumó su decimoquinto empate de la presente temporada.

Curiosamente, el Málaga también aparece en esta extraña estadística de los postes, con diez disparos a la madera en los 29 partidos disputados que el conjunto de Sergio Pellicer lleva disputados hasta ahora, si bien el sábado no vio el balón 'besar la madera' de la portería defendida por Luis Maximiano. Por detrás, Real Zaragoza, Córdoba y Eldense han registrado once disparos al palo. Sin embargo, ninguno de ellos alcanza los niveles del Almería, que no sólo lidera este curioso apartado, sino que lo hace con un margen que refleja el peso de una cruz tan simbólica como real: la cruz de los goles que nunca fueron, de los puntos que se desvanecen entre el eco de la madera, de un destino que se empeña en retar la fe y la paciencia de todo un equipo.

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Seguramente, el fútbol es, como decía, tan caprichoso que a lo mejor el próximo viernes en Ipurua, la racha cambia. Como Rubi dijo el sábado, a la conclusión, el equipo estaba cerca de ganar. Ojalá sea ya porque lo merece.

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