Corazón rojiblanco
Ningún equipo tan negado en las dos áreas y en los despachos, con una 'directiva' vuelta de espaldas, en ningún momento de la historia de Primera estaría a estas alturas transitando tranquilamente por las calles de la ciudad de acogida
La UDA no gana. Turki no asoma. Mohamed no habla. Y la afición no falla. Tantos años flagelándonos como afición, comparándonos con otras que son ... excepcionales hasta negarnos como merecedores del premio del fútbol dominical y situándonos como uno de los males del equipo, que teníamos interiorizado que las gentes de Almería no éramos dignos de convivir con las de Primera. Y en cuanto las cosas se han torcido un poco, resulta que lo único que funciona en esta UDA genuflexa es la gente que canta el himno. Total, que un sambenito que nos hemos quitado de encima así, de golpe, espero que para siempre.
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Ningún equipo tan negado en las dos áreas y en los despachos, con una 'directiva' vuelta de espaldas, en ningún momento de la historia de Primera estaría a estas alturas transitando tranquilamente por las calles de la ciudad de acogida. Aquí, en esta tierra tranquila, la gente llena el campo, canta su himno, se cabrea hasta el minuto noventa y pico, coge el coche y tira para casa. No es de las que grita improperios al primer contratiempo ni espera amenazante a los futbolistas a la salida del estadio. Y eso no la convierte en peor afición que otras que creen que merecen el paraíso porque sí. Sólo porque sí. En cualquier caso, esa actitud tampoco significa conformismo, sino aceptación de que esto es un juego en el que a veces las cosas salen o se hacen bien y a veces, no. Y ya está.
Si alguien está preparado para soportar lo de esta temporada y asumir con naturalidad un descenso prematuro, esa es la afición del 'Power'. No así la propiedad. Seguramente tampoco la mayoría de los jugadores, esforzados pero irreconocibles en muchos partidos.
El caso es que la gente que canta desde las gradas está sosteniendo a un equipo que, mira por dónde, empieza a crecer. Despacito, eso sí, pero a crecer. En los dos últimos partidos, ante dos colosos como el Betis y el Atleti, los almerienses debieron sumar seis puntos y se tuvieron que conformar con uno. En el anterior a esos, frente a otro animal competitivo como es la Real Sociedad, los rojiblancos debieron sumar y se quedaron a cero. Y ahí estuvo la gente, sosteniendo a sus futbolistas que caían desfondados al final de cada duelo, incapaces de ganar pero dignísimos en su esfuerzo.
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Otros equipos, pocos, han estado antes en la situación actual de la UDA. Pero a ninguno de ellos les habían hecho creer que estaban llamados a vivir momentos extraordinarios. Encajar que esos momentos fuera de lo común venían en forma de fracaso y no de éxito, no es fácil de digerir. Y aquí lo hemos digerido. Así que, Turki y compañía, gracias por vuestra generosidad dineraria pero, que os digo, que tiene mucho más valor la calidad de las gentes que adoptasteis para adornar desde la grada el proyecto saudí ahora silenciado, que el exhibicionismo monetario que nos cegó a todos.
Almería nunca se rinde. Menos aún ante el fuego amigo que es el que más daño hace ahora. Porque el silencio de Turki y empleados es un disparo directo al corazón rojiblanco. Corazón que nunca pudieron comprar. Corazón que sigue a la espera de una reacción desde Arabia para encajar otro golpe o latir aliviado. De momento, compungido está.
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