Hijos del solar

Turki nos bautizó, con orgullo suyo y nuestro, como los hijos del desierto. Compartimos sobrenombre con la selección de su país, Arabia Saudí. Puso en valor nuestra tierra seca y preciosa y nos sentimos sus hijos devotos. En nuestras vidas rojiblancas sólo iba a quedar desértico este territorio único, sediento y dorado, con Tabernas dándole nombre reconocido. Todo lo demás serían obras que cubrirían de actividad, negocio, deporte y triunfo nuestra árida tierra. Pero línea decreciente del evaporado saudí, con errores tan grandes como enormes fueron sus mejores fichajes, ha conducido al ostracismo, a la irrelevancia, a un club que antes era modesto, humilde, sencillo pero jamás irrelevante. Y las obras que cubrirían los solares áridos han quedado escondidos en la incertidumbre. El estadio, obra magna, quedó a medias y los mentideros juran que con el descenso pendiente de firma y rúbrica, el 'Power' quedará en sueño.

'La Academia', el otro gran proyecto de Turki para dejar su semilla en un secarral sin presente, parece que no se pintará de rojo y blanco y seguirá siendo un solar feo pero rentable con el festival birlado a Villaricos. Y lo que más proceda pero sin académicos.

Los solares que el ministro evaporado prometió cubrir con el escudo de la UDA, parece que seguirán siendo solares sin blasón. Como el propio equipo, desierto de victorias, otro solar con sonido a grillos.

Cinco años siendo 'los hijos del desierto' y al quinto, con el adiós de 2023, nos preparamos para que el silencio ensordecedor del ex líder y aún jeque, nos convierta en 'los hijos del solar'. Pues ninguna gracia, oiga.