En el Metropolitano se le vieron a la UD Almería las costuras que todos ya conocemos. Que el rival fuera el equipo más en forma ... de los últimos dos meses, además jugando ante su público siempre ruidoso, no reduce la crítica que merece un colectivo que, por bien trabajado que esté, por voluntad que le pongan al asunto, se queda muy corto en la mayoría de sus partidos y especialmente cuando se sienten pequeñitos sin poder disimularlo. Como ayer.
Publicidad
Lo que sí hizo bien la UDA fue, a su vez, sacar las costuras al VAR y la objetividad subjetiva que vende. Hizo bien la UDA en sobrevivir a un partido en el que pudo ser goleado para, en el tramo final, con el cansancio acumulado y con el anfitrión temeroso de que otra casualidad, como la del primer gol, provocara un segundo que le restara dos puntos, provocar que sucedieran cosas dentro del área colchonera. Y sucedieron. Vaya si sucedieron. Pero el VAR dejó de lado la objetividad y se puso en modo subjetivo para que el resultado final se ajustara a la lógica de la clasificación, de la historia y también del partido, que debió cerrarse antes a favor de los atléticos pero que no sucedió así. Y la UDA lo aprovechó para mover una ruleta de la fortuna que el VAR frenó en seco. Porque la mano atlética en el suspiro final fue resuelta con unas líneas tiradas que yo me creo porque vi el rojo y el azul, aunque no tanto por los precedentes de como se trazan. Da igual, fue fuera de juego y punto. Pero la acción sobre Puigmal, también dentro del área, también penalti, en tiempo añadido, me pareció y me sigue pareciendo penal. La no presencia del VAR en ese momento obliga a mantener la ausencia de credibilidad en la máquina que mueven unos tipos en un pequeño zulo con no se sabe muy bien qué criterios.
La UDA mereció ser goleada durante ochenta minutos. Ochenta y cinco, incluso. Pero los partidos duran lo que duran y con 2-1 en el marcador no hay opción a minutos de la basura porque el azar y la fatiga pueden cambiar el estado de las cosas. Y eso debió suceder ayer. Los de Rubi merecieron ser respetados con un penalti a favor que, por cierto, habría que ver si luego acababa en gol. Pero su mal partido, su mediocridad a la vista de todos, fue sustituida por el menosprecio a un equipo que, a fin de cuentas, es pequeño.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión