Emery explica a Mané una situación en un partido de la UDA; la eficiencia del técnico, clave. IDEAL
UD Almería

El entrenador, la piedra angular del nuevo proyecto de la UD Almería

El Almería basó sus anteriores ascensos en la eficiencia de Unai Emery, el talante de Javi Gracia y la paciencia de Rubi

Juanjo Aguilera

Almería

Martes, 30 de abril 2024, 22:47

El ascenso de la UD Almería a Primera es el objetivo que desde el pasado sábado, a eso de las 18.15 horas, se ha ... puesto la entidad. Minutos después, en la web del club aparecía un comunicado cuyo último párrafo asumía ese reto. «Desde que llegamos a la UD Almería en agosto de 2019 nos planteamos numerosos y ambiciosos objetivos a medio y largo plazo. La mayoría de ellos están en marcha, son una realidad; otros están a punto de surgir. En este ejercicio que está a punto de terminar, hemos tropezado gravemente, pero nos vamos a levantar; de hecho, ya lo estamos haciendo. Nadie se va a bajar de este barco de la UD Almería al que ponemos rumbo hacia la Primera División. La travesía va a ser complicada, hemos pasado por eso y lo sabemos, pero todos juntos hemos vivido grandes momentos en estos años, que queremos repetir contigo», era lo que anunciaba el comunicado.

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En ese sentido, la piedra angular es la de la persona que ocupe el cargo de entrenador, un técnico que conozca la filosofía, con un estilo de fútbol preestablecido y, algo importante, que colabore con dirección deportiva en la confección de una plantilla que complemente lo que ya tiene. De todas formas hay que ser consciente de que esa operación es delicada, es una decisión muy importante. A diferencia de los futbolistas, que son 25, y puedes tener cierto margen de error, en el caso del técnico sólo es uno y no puedes fallar. Él va a ser el jefe del equipo.

Será un nuevo proyecto. El Almería ha buscado el ascenso, con opciones reales, en unas siete ocasiones. Alfonso García lo consiguió en dos, en las temporadas 2006/07 y la 2012/13, pero se le escapó en la 2005/06, 2011/12 y 2015/16. Con Flores en la primera ocasión se escapó por aquella frase del presidente de «los tiempos aquí los marco yo», tras pedir Paco Flores la renovación de su contrato. En la segunda campaña por las prisas pues el Almería ocupaba puestos de playoff mirando al ascenso, pero la destitución del granadino echó todo al traste. La tercera, con un equipazo, la equivocación estuvo en la elección del técnico. Los intentos con Turki Al-Sheikh no cuajaron por desconocimiento, con técnicos que no fueron capaces de unir un puzzle demasiado complejo. Por eso, la figura del entrenador requiere de una persona con conocimientos sobre la competición, cuanto más trillado en ella mucho mejor porque el salto de categoría es casi más difícil que la permanencia en Primera. Los tres que han ascendido al equipo indálico tienen características diferentes, pero las de cada uno se entrelazan con el conocimiento de la categoría. Así, el primer ascenso conseguido en la temporada 2006/07 en la eficiencia de Unai Emery a ese factor diferenciador, El conseguido en la campaña 2012/13 se basó principalmente en el talante de Javi Gracia, mientras el último, firmado con el vilarense Rubi como responsable, tuvo en la paciencia la principal característica para llevar la nave rojiblanca a buen puerto.

Las manos y la masa

El hondarribitarra Unai Emery llegó habiendo demostrado en el Lorca su capacidad de confeccionar, con una plantilla sin demasiadas estridencias y casi sin referencias atacantes que marcaran diferencia, un equipo muy sólido que, pese al mal inicio de campaña, enderezó el rumbo para encarar con mucha solvencia la temporada. Algunos de los jugadores que componían aquella plantilla podrían no estar entre los más destacados de la categoría, pero la eficiencia del técnico guipuzcoano permitió sacar un rendimiento exquisito basado en la aportación de aquellos jugadores que formaban la columna vertebral. Ahí jugó un grandísimo papel Roberto Olabe que, como director técnico, logró los servicios de jugadores que formaron un gran bloque.

Con un portero como el neerlandés Sander Westerveld, que había estado antes en la Real Sociedad haciendo un buen trabajo, confeccionó un once en el que además estaban los Bruno –llegó tras descender con el Lleida–, Acasiete, Carlos García, Mané, Corona, Ortiz Bernal, Crusat, Cabrera, Míchel y Kalu Uche compondrían, al término del curso, el once ideal por minutos de juego, pero sin no olvidar que los Soriano –que participó cuando se recuperó de la operación a la que fue sometido el año anterior–, Mena, Domingo Cisma o Alberto no desentonaron nunca. El resultado conseguido fue consecuencia de cumplir con algunos de los mandamientos de un catecismo que habla, entre otras cosas, de detectar el talento, de trabajar para que el profesional sea mejor. En el Almería lo consiguió y el éxito tiene más valor aún porque aquel equipo era el séptimo en valor de mercado, con 12,41 millones de euros, según transfermarkt, cuando Alavés y Málaga, por ejemplo, estaban por encima de los 20 millones.

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Tragando

El Almería de la 2012/13 no era mucho mejor que aquel de Emery. Sí tenía la obligación que no tuvo aquel primero, tras no ascender un año antes. El de Emery era un equipo nuevo con 30 años a las espaldas sin fútbol en la ciudad. Sin embargo, Gracia imprimió al Almería de un sello propio. El navarro mostró en la UDA una fantástica adaptación a las virtudes de sus rivales, con una plantilla que, cualitativamente hablando, ocupaba un lugar por debajo de los 'tiburones' de la Liga, con los filiales marcando un valor de mercado, según transfermarkt, que estaba por encima de los 60 millones de euros, cuando la plantilla indálica estaba en 25, superada por el Villarreal (41), con Elche y Sporting con unos cuantos millones más, pero en un escalón inferior a los tres primeros nombrados. Llegó tras alcanzar el éxito con el Cádiz al que metió en la división de plata y con filial del Villarreal, que en Segunda División, ocupó incluso la tercera posición.

Gracia, manos en la cabeza, con Rubi detrás como técnico del Girona. IDEAL

El talante fue la característica principal del técnico de una UDA 'sometida' en cierto modo a la bondad con la que el técnico, que tuvo que 'tragar carros y carretas' –una derrota en Murcia, tras haber perdido con el Mirandés y empatar en casa con el Numancia le amenazaron–, manejaba al grupo con un cuerpo técnico con Ibán Andrés y Juan Solla como principales 'manos derechas'. El navarro destacaba y destaca por la proximidad con su plantilla para contar con un grupo satisfecho, aunque con un once con pocos cambios. La alineación, por continuidad, la formaban un portero que había esperado su oportunidad como Esteban, que se fue por la puerta grande, con una defensa en la que aparecían por la derecha Gunino y Rafita, Trujillo y Pellerano eran los centrales con un Christian Fernández por el que nadie apostaba cuando llegó, pero que cuajó una gran temporada. Gracia conservó en el centro del campo a dos de los 'artistas' que usó Emery como Corona y Soriano, con la aparición de Verza, mientras que arriba tenía a Carlos Calvo, Aleix Vidal, Iago Falque, Jonathan, Leo Ulloa –hasta diciembre, pues salió hacia Leicester– y, sobre todo, el 'mirlo blanco' de un Charles que fue la referencia con 32 goles –27 en la fase regular y 5 en el playoff–, cuando en sus mejores temporadas no pasó de 15 goles.

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La fidelidad

El último ascenso, como la permanencia del curso pasado –beneplácito que no tuvo Gracia–, tienen un nombre propio, el de Joan Francesc Ferrer Sicilia. Rubi hizo un equipo en el que no se plegó a nadie. Jugaron los que tenían que jugar y trabó 'ruedas de molino', con 'agentes subversivos' que miraban hacia el técnico cuando en realidad la plantilla era el verdadero problema. Aún así, acabó la Liga como el 'equipo que ascendió gracias a la derrota del Eibar en Alcorcón' –en modo irónico, como si los 81 puntos sumados por el equipo estuvieran en un segundo plano–. El trabajo de Rubi fue el de la paciencia. Con una plantilla que era la segunda más 'cara' de la categoría, sólo superada en valor de mercado por la del Valladolid, este deporte en el que se habla de números, pero donde nada es matemático, las rachas jugaron una mala pasada –pésima–.

Rubi sacó partido a la plantilla con mucha paciencia para conseguir el ascenso. IDEAL

El cuadro indálico fue un equipo tan sólido que sembró para invierno grano suficiente para llegar al final. Puede que alguna tempestad lo pusiera en entredicho –la pandemia, la marcha de Sadiq a la Copa África...–. El caso es que el Almería ascendió porque Rubi tuvo una paciencia infinita. Metódico y con una gran capacidad de análisis de los rivales –estudiaba a la perfección, y al detalle, el equipo al que se medía–, sacó rendimiento a una plantilla con notable rendimiento. El mejor Sadiq y el mejor Ramazani se vieron en un equipo con capacidad de mezclar recursos, al que le gustaba el balón, pero que también era capaz de practicar fútbol directo, con piezas básicas en un once con una columna en la que Fernando estaba bajo palos, con Babic y Chumi al principio y Ely después, cerraban la defensa, con Pozo y Akieme en las bandas. Si el entrenador es la piedra angular de cualquier proyecto, la piedra filosofal la tenía César de la Hoz, con Samu Costa –Zipi y Zape–, apareciendo Robertone, Lazo, Puigmal, Portillo… en un equipo con muchos 'egos' que atemperó el de Vilasar de Mar.

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