Descentralizados
«El Almería es, ahora mismo, un equipo descentralizado y hasta descentrado. Sus centrales no se centran. Desprenden miedo en sus acciones, descoordinadas y más pendientes de evitar el error individual que del éxito colectivo»
Pasados ya tres días desde que el Betis dejara a la vista las miserias defensivas de la UD Almería, y las suyas propias, todo sea ... dicho, poco más se puede añadir a los ríos de tinta y a las horas de charla que sobre el tema se han vertido. Es tan evidente que la UD Almería se está desangrando por atrás que todos los esfuerzos deben dirigirse a parar esa hemorragia. Con el mercado de invierno recién cerrado, solo queda sentar a los centrales, también a los laterales derechos, pero especialmente a los primeros, para que hagan terapia de grupo. No son malos, como argumentaría el más pueril de los críticos. Tampoco tan buenos como les dijimos en Segunda División. Son futbolistas de buen nivel a los que se les va a valorar no tanto por sus aciertos como por la ausencia de errores. Son menos valiosos los goles de Babic en un córner que los encajados en la misma suerte por un tipo de poca estatura, mexicano para más señas, como el bético Andrés Guardado. Por poner un ejemplo.
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Total que, con tanto agujero, los partidos de la UDA son un deleite para los espectadores. Como si de un capítulo de 'Barrio Sésamo' se tratara (referencia solo apta para mayores de 40) el choque ante el Betis fue un todos para allá y ahora todos para acá. Todos para adelante. Todos para atrás. Carreras en cualquier dirección. Vértigo. Fuego a discreción. Fútbol 'descontrol'.
El Almería es, ahora mismo, un equipo descentralizado y hasta descentrado. Sus centrales no se centran. Desprenden miedo en sus acciones, descoordinadas y más pendientes de evitar el error individual que del éxito colectivo. Un síntoma de inseguridad que, cuidado, es extremadamente contagioso. Esos tipos fuertes, robustos, que andan rectos cual faquir recién tragado un sable, además guapetones, son ahora mismo los más débiles, frágiles, genuflexos y con cara de amargados del equipo. El tema es claramente mental, porque el nivel mínimo sí que lo dan. Lo han demostrado antes. Pero a ver quién es el 'máquina' que se mete en la cabeza de todos ellos, las arregla y las coordina a tiempo, con la presión del descenso, del calendario y de Mohamed.
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