La UD Almería sigue, un año más desde la llegada de Turki, apuntando a Primera. Sin embargo, esta vez lo hace con distinto traje, con ... distintas formas, con diferente planteamiento. Ya no se exige la excelencia en el juego, de la que fueron víctimas tantos entrenadores, especialmente los portugueses Pedro Emanuel y José Gomes. Tampoco se pretende una superioridad aplastante sobre los rivales, que hacía que un empate se viviera como una derrota. Ahora, una vez adaptado Turki y los suyos a la idiosincrasia de una categoría tan traicionera como la segunda división española, castigada además por los prejuicios del 'carguillo' de turno, Javier Tebas, las exigencias y las formas han cambiado, que no los objetivos.
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La llegada de un técnico conocedor de las trampas de la competición ha permitido llegar, de momento, a lo más alto con, aparentemente, menos recursos. Es el trabajo, en cualquier caso, y la calma que se transmite desde arriba lo que más está contribuyendo a este estado de las cosas. Sin embargo, a diferencia de la 'era Gomes' en la que había tantísimos buenos jugadores, permitiendo hacer variaciones sin apenas notarse en el rendimiento del equipo, ahora con Rubi el proceder es más conservador, con un once muy definido como argumento máximo de seguridad.
El problema llega cuando, ante una de las citas más comprometidas de la temporada como es la visita a Ipurua, dos de los principales valores rojiblancos, Ramazani y Robertone, se caen de la lista por idénticas lesiones. En el pasado reciente una situación como esta era resuelta sin mayor preocupación ante la cantidad de rotaciones, todas exitosas, que se hacían. Ahora parece un problema irresoluble o, al menos, de complicado planteamiento para Rubi. Porque esta temporada, con algo menos de 'capital humano', al menos en cuanto a calidad futbolística, parece haber demasiada distancia entre los que juegan y los que no lo hacen. Y sí perder a un protagonista habitual ya es un serio contratiempo, más aún es que sean dos. Y si enfrente está, posiblemente, el primer y principal rival de la UDA para su propósito del ascenso directo, pues apaga y vámonos.
Así las cosas, el partido del viernes en tierras vascas va a servir para medir la capacidad pulmonar rojiblanca. Si las dos bajas hacen que el Almería se ahogue, el problema no sería la pérdida de puntos sino la inseguridad creada para futuros contratiempos. Aunque, claro está, mejor vivir un control de calidad como este en la jornada diez, antes incluso del mercado invernal, que más tarde, por lo que pueda pasar. No obstante, me atrevería a decir que, más allá de esas dos pérdidas temporales de efectivos, la plantilla rojiblanca da para más, el estudio de Rubi para mucho más y el estado de ánimo colectivo para mantener el mismo nivel sea cual sea el rival y el territorio hostil en el que batallar.
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