Balaídos sirve como señal para la UD Almería
El equipo rojiblanco estuvo otra vez cerca del triunfo, pero los males de siempre lo evitan: los errores cometidos en defensa y ataque
Explicó Rubi el pasado sábado, en la previa del partido frente al Celta, que al equipo le sigue faltando dominar las áreas para ganar, sea ... en casa o a domicilio. Destacaba que el problema «está últimamente en el acierto en las áreas. En Sevilla no tuvimos acierto ni en una ni en la otra. Lo poco que concedimos nos penalizó mucho y lo que fabricamos teníamos que haber marcado más y el otro día que en un saque de banda nos faltara ese punto de contundencia en un momento dado para sacar ese balón». Balaídos, lo sucedido en el estadio olívico, sirve como señal que confirma la continuidad de los vicios, pero que también genera un cambio, en un día con un 'popurrí' de sensaciones variadas sobre lo sucedido.
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De un lado habría que destacar el cambio de sistema o una actuación un tanto parecida a la expuesta el día del Barça, sólo que entonces fue Leo Baptistao el que 'empujó' a Chumi a posicionarse en el centro de la zaga, como central diestro, y en Balaídos el que hizo esa función fue Arnau Puigmal cuando el rival tuvo el balón. Por otro, lo de las concesiones, que apuntan tanto en defensa como en ataque, el vicio al que se hacía alusión con anterioridad. En la primera de las facetas, aparece la acción que causó el primer empate a los dos minutos de que la UDAlmería hiciera el primer gol del partido. El empate celtiña llegó en una jugada en la que ni Srdjan Babic llega para tapar el centro de Gabri Veiga, ni Chumi para tapar el disparo postrero de Seferovic.
En la parte de ataque, otra vez el lamento del desacierto cara al gol, si bien es cierto que el fallo de Luis Suárez debió acabar con una pena máxima por el pisotón de Iván Villar sobre el cafetero porque, como dijo Rubi, el balón no había salido del campo y la acción es continuada. Esa y la de Samú Costa no se deberían fallar si se quiere ganar fuera, donde se ha demostrado que, por los errores atrás, es preciso marcar dos o tres goles –el domingo hubiese sido necesaria esa la cifra para conquistar el triunfo–.
Del desánimo al triunfalismo
Pero si bien es cierto que hay señales que hacen surgir el desánimo entre la familia rojiblanca, aspecto este en el que algún jugador debería mirarse hacia el escudo pues su actuación, por la presión podría ser, denota estar por debajo de lo preciso para aportar al trabajo que necesita el equipo para salir de la situación en la que se encuentra inmerso. De esta situación se sale con los detalles positivos que dejó el partido celebrado en Balaídos. El gol del central serbio, su celebración sobre todo hacia el banquillo para dedicárselo a Rubi –este dijo en rueda de prensa que fue casual e iba más destinado a los componentes del banquillo–, son semillas hacia el técnico que deben aflorar más pronto que tarde para pelear por el objetivo de la salvación. Destacó el central balcánico el trabajo realizado durante los entrenamientos previos al partido para encontrar el modo de hacerle daño a balón parado al Celta –el Almería es el equipo que más goles desde el saque de esquina consigue en la máxima competición y esto debe ser por trabajo, no por un accidente casual–. De todas formas, no se olvidó Babic de la facilidad con la que el equipo encaja goles, acudiendo al discurso del sábado de Rubi. «No nos pueden marcar gol con tanta facilidad, debía durar más un poquito ese resultado. Si tenemos que jugar un poquito como equipo perro, tenemos que jugar. No se puede siempre jugar bonito y ganar el partido», apuntó el autor del primer gol en el partido del pasado domingo.
Pero de esa cita, la actitud mostrada por el global de los que estuvieron sobre el terreno de juego señala el camino que tiene, como etapa del trayecto, el partido del próximo domingo en el Power Horse Stadium frente al Valencia, un enfrentamiento con tintes de final que, tal y como se está desarrollando la competición, no será vital ni para una cosa –la permanencia–, ni para otra –el descenso– porque aún quedarían 30 puntos, pero sí que es cierto que el panorama será y se verá de un modo distinto si el equipo vuelve a coger la estabilidad que tuvo hasta no hace mucho como local. Después de atascarse en los dos últimos partidos en el Power Horse Stadium, con la derrota frente al Villarreal y las tablas frente al Cádiz salvadas con el gol de Gonzalo Melero de penalti, el Almería es el séptimo mejor equipo como local de Primera División, frente a un Valencia que como visitante sólo ha sumado dos puntos más que nacen de una victoria lograda –el Almería no ha conseguido, como se sabe, sumar ninguna– y tres empates –uno menos que los rojiblancos–.
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