El Athletic aprieta para jugar en Europa

El retorno al banquillo de Valverde fue una jugada maestra, ya que ambos, técnico y club, comparten el mismo ADN. La conjunción ha sido perfecta y la maquinaria bilbaína funciona con precisión. Con un arranque de Liga sencillamente espectacular, los leones mantuvieron el pulso en la zona alta y sólo un bajón de resultados hace algunas semanas pareció acabar con el sueño europeo. Sin embargo, la recuperación ha sido llamativa y en el tramo final de la competición parecen haber reiniciado una versión fiable para conseguir el objetivo.

Con Valverde, el Athletic juega bien y juega bonito. No es, precisamente, un equipo de contención. Todo lo contrario. Con un fútbol vistoso y alegre está más pendiente de construir que de destruir, apoyado en la gran conexión existente entre todos los integrantes de la plantilla que, además, van sobrados de calidad para afrontar una campaña ilusionante. El cuadro vasco juega mucho en el campo rival. Literalmente va a buscar al adversario para no dejarlo respirar, con un centro del campo dominante con tres hombres asentados en la zona ancha, uno fijo en la medular y dos caídos a los costados, como interiores, olvidando el doble pivote defensivo tan tradicional. Es cierto, también, que con esta propuesta ofensiva los bilbaínos asumen mayores riesgos, pero es tal la confianza con la que desarrollan el plan de Valverde que estos son perfectamente asumibles toda vez que generan mucho más peligro en el área rival del que reciben en la propia.

La presión alta y la velocidad del juego exigen mucho al rival. Especialmente en San Mames, donde arropados por su gente han rozado la excelencia en algunos momentos del presente campeonato. Pero fuera también rinden a alto nivel, aunque la posibilidad de superarlos, sin el apoyo de su público, aumenta para el rival. El 'Txingurri' ha adaptado el sistema de juego a las características de sus hombres. Comenzó la Liga con un dibujo 1-4-3-3 que, en todo caso, le funcionó bien, para aumentar la apuesta con un 1-4-2-3-1 que no varía la intención, pero sí mejora la ejecución del plan. Sea como fuere, el vasco ha utilizado distintas versiones de un equipo que mantiene siempre su personalidad aplastante y su alto nivel de intensidad.

El centro del campo es su zona más influyente. Con futbolistas sobrados de físico y de talento, el grupo entero aprieta hasta la asfixia cuando no tiene el balón. Y cuando lo posee, tiene una amplia gama de opciones para llegar a la portería rival. Desde la entrada por bandas, hasta la ruptura interior de líneas, rápidas transiciones o la búsqueda directa de los hermanos Williams. Tiene recursos muy variados, tanto en ataque estático como al contragolpe. También en el juego a balón parado. Capacidad para entrar por bandas, para romper por el corazón de la defensa rival y para superar por el juego aéreo. Muchos matices para un equipo cuya historia le precede.