Suárez y Marezi celebran el gol del serbio que sirvió para empatar el partido. UDA
UD Almería

El Almería sabe a qué huelen las nubes

El equipo indálico, con el 'psicólogo' Rubi como gran artífice de lo logrado, se gana el calificativo de 'coco'

Juanjo Aguilera

Almería

Domingo, 5 de enero 2025, 23:26

Dicen que 'mucho dulce pica dientes' y que las rachas, cuanto más largas, más cerca están de romperse. Sin embargo, hay momentos en los que ... parece que todo sale perfecto, como si el universo se alineara. Pero no es casualidad; es la consecuencia de algo más profundo, algo que combina esfuerzo, compromiso y un estado de ánimo colectivo difícil de explicar pero evidente en su impacto. La UD Almería es un claro ejemplo de ello. Este equipo, que tocó fondo en la novena jornada –perdía en Oviedo para situarse vigésimo en la tabla–, ahora disfruta de una dinámica opuesta, con una confianza en sí mismo que lo lleva a lograr lo que hace apenas unas semanas parecía imposible. Y esta transformación se entiende mejor cuando se considera lo que Jorge Valdano definió alguna vez como «un estado de ánimo».

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Valdano, con su particular forma de analizar el fútbol, dejó una frase cargada de sabiduría: «Un equipo es un estado de ánimo». Es un concepto simple, pero revolucionario. Porque, en el deporte, y especialmente en el fútbol, el aspecto emocional a menudo se subestima. El Almería, el sábado, fue fiel a lo hecho en la temporada. Una primera parte con ciertos temores por el acierto del Sevilla –marcó en el minuto 5 y pudo 'sentenciar' después de no ser por la sobresaliente 'galopada' de Alejandro Pozo que evitó el 0-2, dos minutos después– y una segunda mitad de vértigo que pudo acabar con aún más claridad en el marcador, demostrando de qué pasta está hecho este equipo. Técnicamente, los equipos pueden ser impecables, pero cuando no hay conexión, cuando falta esa chispa que los une como un todo, los resultados no llegan. Valdano también explicaba que «el rendimiento de un equipo puede depender tanto de su habilidad técnica como de su estado emocional». Esa idea, tan profunda como real, es el hilo conductor de lo que está viviendo este Almería, 'viciado' por la capacidad de entendimiento de Rubi.

Éste apostó por una plantilla corta, convencido de que desde el filial también se puede advertir la presencia de jugadores de calidad, que permiten al equipo trabajar con dos grupos que crecen para que no haya ni 'vencedores ni vencidos', ni titulares ni suplentes.

Un antes y un después

El equipo indálico ha pasado de un estado de desánimo y dudas a una situación en la que cada jugador parece estar en el mejor momento de su carrera. Y esto no es casualidad. Es fruto de un trabajo meticuloso, de decisiones acertadas y, sobre todo, de la capacidad de Rubi y su cuerpo técnico para comprender lo que Valdano describió tan bien: «Un entrenador tiene que ser un especialista en el juego y en seres humanos».

En el fútbol, como en la vida, tocar fondo puede ser una oportunidad para cambiar el rumbo. Eso fue lo que pasó en la jornada nueve. El equipo no encontraba su lugar, las derrotas se acumulaban, y el ánimo estaba por los suelos. Pero fue en ese punto cuando el cuerpo técnico decidió tomar las riendas de una manera distinta. En lugar de centrarse únicamente en el aspecto táctico, pusieron el foco en lo emocional. Rubi entendió que el fútbol no sólo se juega con los pies, sino también con el corazón y con la cabeza. Le costó tiempo recuperar a Pozo, que había pasado por el diván –casi como el mismo Almería– y el sevillano fue el sábado uno de los 16 destacados.

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A partir de aquella fecha, se produjo un cambio visible. En el entrenamiento diario, la energía era otra. Los jugadores recuperaron la sonrisa, las bromas volvieron al vestuario y, sobre todo, se empezó a notar un compromiso renovado. Pero, ¿cómo se logra algo así? La respuesta no está en una fórmula mágica, sino en pequeños gestos que, sumados, marcan la diferencia. Desde charlas individuales en las que el entrenador escucha a sus jugadores, hasta dinámicas de grupo que fortalecen los lazos dentro del equipo. Todo esto contribuyó a que el Almería volviera a creer en sí mismo.

Adaptación

Uno de los grandes méritos de Rubi como técnico del conjunto rojiblanco ha sido su capacidad para adaptarse. El entrenador vilarense entendió que cada jugador es único, con sus fortalezas y debilidades, y supo cómo sacar lo mejor de cada componente de la plantilla. No sólo trabajó en el campo, sino también fuera de él, mostrando empatía y humanidad. Ese liderazgo, basado en la confianza mutua, es lo que permitió al equipo superar momentos difíciles y llegar al punto en el que se encuentra ahora.

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El cambio también se vio reflejado en el terreno de juego. Los jugadores comenzaron a luchar cada balón como si fuera el último, a correr con esa intensidad que solamente tienen quienes están convencidos de lo que hacen. Cada gol no sólo era un logro deportivo, sino una celebración colectiva, una prueba de que el trabajo estaba dando sus frutos –las celebraciones de Dion Lopy son 'trending topic' por lo espontáneos de sus gestos y por esa liberación de la que hace gana el equipo–. Esa energía es contagiosa y no afecta únicamente al equipo, sino también a la afición que ya se 'pellizca' menos ante las gestas logradas por los rojiblancos.

La afición

La relación entre la UD Almería y la grada es otro de los pilares de este éxito. En los momentos más oscuros, los seguidores del equipo nunca dejaron de apoyar. En las gradas, se escucharon cánticos que transmitían un mensaje claro: «No estáis solos». Ese respaldo incondicional fue el combustible que los jugadores necesitaban para no rendirse, para seguir luchando incluso cuando las cosas no salían como esperaban.

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A medida que avanzaba la temporada, quedó claro que éste no era un equipo cualquiera. Era un grupo unido por un objetivo común, que entendía que el éxito no llega solo, sino como resultado de esfuerzo y sacrificio. Pero también era un equipo que sabía disfrutar del camino, que entendía que cada victoria, por pequeña que fuera, era motivo de celebración. Esa mezcla de humildad y ambición es lo que hace especial a este Almería.

El arquitecto de Vilassar

La figura de Rubi merece un capítulo aparte. Su habilidad para leer no sólo el juego, sino también a las personas, ha sido clave en esta transformación. Su liderazgo no se basa en imponer su visión, sino en construir un proyecto en el que todos se sientan parte. Es un entrenador que sabe escuchar, que entiende que cada jugador tiene algo que aportar y que su papel es potenciar esas cualidades. Además, ha sabido rodearse de un cuerpo técnico que comparte su filosofía, creando un ambiente en el que todos reman en la misma dirección.

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El éxito de la UD Almería no se explica sólo en términos deportivos. Es una historia de resiliencia, de cómo un grupo de personas decidió no rendirse cuando las cosas estaban mal. Es un recordatorio de que, en el fútbol y en la vida, lo más importante no es cómo empiezas, sino cómo decides seguir adelante. Porque, al final, lo que hace grande a un equipo no son los títulos ni las estadísticas, sino el espíritu con el que enfrenta cada desafío.

Ahora, la U DAlmería mira al futuro con una ilusión justa –ni más ni menos–. Los retos no faltarán, pero si algo ha demostrado este equipo es que tiene el carácter y el ánimo para enfrentarlos. Y es que, como decía Valdano, «el fútbol es un estado de ánimo». Y cuando ese ánimo está en su punto más alto, no hay límites para lo que se puede lograr.

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El equipo rojiblanco no sólo ha recuperado su lugar en el campo; ha recuperado su alma. Y eso, más que cualquier victoria, es lo que realmente importa.

Luis Suárez celebra el tercer gol indálico. UDA

Vital la presencia de un Luis Suárez enchufado

Claro que los resultados no llegan sin el trabajo al unísono de los componentes de una plantilla de la que Rubi ha sabido rescatar jugadores, aunque con algunos que demuestran un ADN ganador al alcance de muy pocos. Es el caso de Luis Suárez, por el que parece que hay 'ánimos de rescatarle' para Primera, aunque ya dijo Rubi el sábado que «el que quiera a Suárez ya sabe que vale 40 millones».

El cafetero es 'insustituible', lo dicen sus goles. Ya suma 19, con exhibición en Liga –ha firmado dobletes en Oviedo y Zaragoza y un triplete en A Malata– y también en su primer partido de Copa –los tres goles marcados al Sevilla–.

De su etapa en La Romareda hay que recordar que al término de la primera vuelta llevaba trece goles en Liga –tres menos que con la UDA–, mientras que en Copa no llegó a marcar nunca con ninguno de los equipos en los que militó, lo que viene a destacar el trabajo que está realizando con el conjunto rojiblanco, demostrando también que ese ejercicio de delantero puro de una estabilidad fuera de los terrenos de juego. Si ambos escenarios no cuajan, es difícil llegar a esas cotas.

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