Lucas Robertone lamenta una acción del partido. Agencia Lof/Carlos Barba
UD Almería

El Almería, entre la impotencia y la contundencia en las áreas

El equipo indálico, con llegada, sigue estando en manos de la falta de acierto y de errores graves en defensa

Juanjo Aguilera

Almería

Martes, 17 de septiembre 2024, 22:21

El que aprende y aprende, pero no pone en práctica lo que ha aprendido, es como aquel que ara la tierra una y otra vez, ... pero nunca siembra. Esta reflexión, atribuida al filósofo Platón, invita a considerar que el verdadero aprendizaje no está sólo en acumular conocimientos, sino en aplicarlos. No basta con asistir a clases, leer libros o escuchar conferencias; es necesario hacer, actuar y experimentar para realmente comprender. En otras palabras, la teoría sin la práctica es estéril. Se aprende a vender vendiendo, a escribir escribiendo, a emprender emprendiendo. En definitiva, uno aprende haciendo.

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Esta analogía puede aplicarse perfectamente a la situación actual de la UD Almería. El equipo trabaja y trabaja, se esfuerza día tras día, pero lo que ha mostrado en los últimos encuentros –ante el Racing de Santander, el Tenerife, el Sporting de Gijón y el Eldense– sugiere que, o no han asimilado las lecciones aprendidas o, sencillamente, no tienen más que ofrecer. Cuatro partidos en los que han tenido la oportunidad de demostrar lo aprendido en las sesiones de entrenamiento y las instrucciones del cuerpo técnico, pero los resultados y el rendimiento sobre el terreno de juego cuentan una historia diferente.

Curiosamente, todos los equipos a los que se ha enfrentado la UDA coinciden en destacar, tanto en las previas como en los comentarios posteriores al partido, que el equipo rojiblanco es, sobre el papel, el mejor de la Segunda. Esta percepción ya existía la temporada pasada y, sin embargo, el equipo descendió a falta de cinco jornadas para el final, acumulando una puntuación que prácticamente aseguró su descenso. Con 17 puntos menos que el Rayo Vallecano, que fue el equipo que logró salvarse en el último tramo, el destino de los rojiblancos quedó sellado mucho antes de lo esperado.

De hecho, según la web especializada Transfermarkt, la plantilla del Almería está valorada como la más cara de la Segunda División. Incluso, su coste supera al de algunos equipos de la máxima categoría del fútbol español. Sin embargo, a pesar de este valor teórico y del talento individual que alberga el equipo, las primeras cinco jornadas de la presente temporada no han reflejado ese potencial en los resultados obtenidos. El equipo parece atrapado en un bucle de errores pasados, con problemas, especialmente mentales, que lo han encadenado a ser un conjunto que no necesita mucho para verse superado y que parece incapaz de reaccionar ante cualquier contratiempo.

Llueve sobre mojado

Lo más preocupante es que esta tendencia a la autodestrucción no es nueva. Se ha repetido de manera sistemática, casi cíclica. En cada partido, el Almería deja escapar oportunidades, se muestra vulnerable y pierde el control mental en momentos críticos. Al ver los encuentros recientes, es inevitable preguntarse: ¿quién es realmente el rival? ¿El equipo que está al otro lado del campo, o el propio Almería que lucha consigo mismo?

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En los cinco primeros partidos, incluso en la única victoria, el equipo rojiblanco no ha mostrado un equilibrio constante a lo largo de los 90 minutos. Pocos equipos consiguen alcanzar su máximo nivel en el primer mes de competición, pero resulta especialmente preocupante en el caso del Almería la enorme disparidad de rendimiento dentro de un mismo partido. Parecen jugar una serie de 'mini-partidos' dentro de cada encuentro, alternando momentos de brillantez con episodios de desorganización y desconcentración.

En las tres primeras jornadas, se vio obligado a 'resurgir' en la segunda mitad, tras una primera parte irregular. Esta tendencia se ha mantenido en los partidos posteriores, pero lo inquietante es que ahora los problemas parecen surgir en fases distintas del encuentro. En El Sardinero, por ejemplo, el Racing dominó al Almería en la primera mitad, aunque el equipo rojiblanco logró reaccionar a tiempo para rescatar un punto. Sin embargo, esta reacción no fue suficiente para enmascarar los fallos graves cometidos, algunos de los cuales ni siquiera fueron responsabilidad del Almería, como una expulsión que debió haberse producido y un penalti no revisado.

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Ante el Tenerife, aprovechó la expulsión de un rival para imponerse y manejar el duelo, lo que les permitió llevarse su única victoria hasta el momento. Contra el Sporting de Gijón, jugó mejor, pero un gol en una jugada controvertida le impidió llevarse los tres puntos. En todos estos partidos, ha habido destellos de buen fútbol, pero lo que parece faltar es la capacidad para mantener un rendimiento constante y equilibrado.

Falta de eficacia

Uno de los principales problemas que enfrenta el equipo es su falta de eficacia. Según las estadísticas, el Almería es el equipo que más dispara en Segunda, pero su tasa de conversión es bajísima. Apenas un 6% de sus disparos acaban en gol, lo que afecta directamente en el aspecto mental. Errar constantemente en la definición genera una frustración que se acumula y afecta a otras áreas.

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El segundo gran problema es la fragilidad defensiva. Ante el Castellón, el equipo apenas fue capaz de competir, siendo completamente superado por su rival. La falta de intensidad defensiva quedó especialmente evidenciada en el segundo gol, en el que Van den Belt expuso las debilidades de la zaga.

Es inevitable

Resulta inevitable pensar que, más allá de los problemas técnicos o tácticos, el Almería sufre de un mal psicológico. Después de ganar al Mallorca, en 485 días hay una única victoria en casa. El equipo no ha logrado revertir su suerte. Es como si hubiese olvidado que el aspecto mental es crucial para ganar partidos y esta falta de solidez psicológica pesa como una losa sobre su rendimiento. Ser etiquetado como el 'favorito' para el ascenso parece haber añadido una presión que no se sabe gestionar.

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Este favoritismo, además, ha sido autoimpuesto por el propio club, que ha proclamado que el ascenso es el único objetivo aceptable. Esta presión añadida parece estar jugando en contra del equipo, que no logra rendir conforme a las expectativas.

Finalmente, el resultado de este cúmulo de factores es un profundo hartazgo en la afición. Los seguidores están cansados de ver cómo su equipo, a pesar de ser considerado uno de los mejores, sigue sin cumplir con las expectativas. Cada derrota, cada fallo, cada oportunidad desperdiciada, erosiona la ilusión de quienes ven cómo sus esperanzas se desvanecen.

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El único remedio para esta situación es, sin duda, ganar. Sólo las victorias pueden rescatar la ilusión perdida y devolver al equipo a la senda correcta. Pero mientras tanto, 'llueve sobre mojado', y el Almería sigue buscando respuestas en un camino lleno de obstáculos.

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