El Almería halla silencio sobre el alambre
El equipo indálico se atasca ante un Huesca muy ordenado en tareas defensivas, con Dani Jiménez muy seguro, con un problema de falta de definición de los rojiblancos
No hay gritos cuando el silencio pesa más que la victoria, ni urgencia cuando la paciencia dicta los pasos. El balón rodó como pensamiento en ... el campo, buscando rendijas que el Huesca cerró con manos invisibles, firme y quieto, mientras el Almería dibujaba caminos que se disolvían antes de tocar la red. Cada intento fue un suspiro que se rompiño contra la roca del rival; cada pase, un hilo lanzado al vacío y el partido se transformó en un duelo de voluntades donde nada se imponía si no se dejaba querer.
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UD Almería:
Andrés Fernández, Daijiro Chirino (Marcos Luna, m 69), Nelson Monte, Federico Bonini, Álex Centelles; Dion Lopy, Stefan Dzodic (André Horta, m. 69); Arnau Puigmal (Marko Perovic, m. 58), Sergio. Arribas, Adrián Embarba, y Thalys (Patrick Soko, m. 58).
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SD Huesca:
Dani Jiménez; Ángel Pérez (Ro, m. 86), Julio Pulido, Sebastián Magana, Julio Alonso; Francisco Portillo (Manu Rico, m. 86), Óscar Sielva, Jesús Álvarez (Luna, m. 76), Dani Ojeda (Carrillo, m. 61); Sergi Enrich (Enol, m. 61) e Iker Kortajarena.
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Árbirro: Muresan Muresan, valenciano, auxiliado en el VAR por el canario Trujillo Suárez. Amonestó a Thalys (m. 39), de la UDAlmería.
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Incidencias: Partido de la jornada decimosexta del Campeonato de Liga de Segunda A, Liga Hypermotion, celebrado en el UDAlmería Stadium, con 11.810 espectadores.
El juego avanzó con la cadencia de un reloj sin prisa. La chilena, el disparo, el rebote, gestos que buscaron un instante de luz, un hueco diminuto por donde colar la esperanza. Pero la resistencia del Huesca fue paciente, obstinada, y cualquier chispa se consumió antes de prender. El campo se volvió un alambre tenso entre el deseo y la imposibilidad y cada jugador caminó sobre él midiendo pasos, respirando la tensión de lo que podría ser y nunca llegó.
Al final, los remates que no rozaron la portería y los balones que se perdieron en el aire eran poemas truncos, fragmentos de una historia que no se escribió en goles. El Huesca mantuvo su orden silencioso; el Almería insistió con cuidado y sin prisa, como quien sabe que no se gana nada con la impaciencia. Y así el partido se diluyó, no en un estruendo, sino en la quietud de un duelo contenido, donde nada se rompi´p, nada se entregó y todo se midió en silencios y respiraciones contenidas.
Proponiendo
Comenzó el partido con el Almería instalándose con naturalidad en campo contrario, moviendo el balón con paciencia y buscando generar superioridades por dentro, aunque fue el Huesca el que logró pisar área por primera vez en una conducción rápida que no encontró remate. Aun así, las primeras ocasiones claras llegaron del lado rojiblanco, cuando Sergio Arribas conectó en el minuto 4 un disparo cruzado que obligó a Dani Jiménez a intervenir abajo, en un arranque donde el conjunto oscense se mantuvo muy firme en acciones defensivas, cerrando líneas, acumulando efectivos por detrás del balón y evitando que su rival encontrara espacios entre líneas, sin mostrar demasiada alegría en la salida ni exponerse más de la cuenta. Lopy, muy activo, probó fortuna en el minuto 9 con un golpeo seco desde la frontal que buscaba sorprender, aunque de nuevo se topó con un acertado Dani Jiménez, que seguía retrasando el primer gol.
Con un bloque bajo muy disciplinado trabajaba el Huesca, pero ese planteamiento no frenaba del todo la elaboración rojiblanca, que encontraba caminos mediante combinaciones largas y movimientos constantes de apoyo. En el minuto 15 llegó una de las acciones más elaboradas hasta entonces, cuando una triangulación precisa desembocó en un centro tenso de Arnau Puigmal al corazón del área que Adrián Embarba remató de primeras buscando el palo largo, una acción que obligó al meta visitante a realizar un esfuerzo notable para despejar, dando prueba de que el ataque del conjunto indálico seguía creciendo en intención y claridad. Cada acercamiento del conjunto indálico llevaba la sensación de que algo podía suceder, porque el equipo jugaba con ritmo, alternaba conducciones, paredes y cambios de orientación y mostraba una variedad de registros ofensivos que mantenían en alerta permanente al rival, que apenas lograba salir con claridad.
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Acoso sin derribo
En uno de los pocos desajustes defensivos de la primera mitad, Iker Kortajarena encontró un uno contra uno en el minuto 22 que pudo haber cambiado el desarrollo del encuentro, pero su acción quedó en nada y se convirtió en una excepción dentro del guion oscense, que apenas ofreció presencia en campo rival. El Almería retomó el control inmediatamente y, en el minuto 29, un nuevo centro de Arnau Puigmal atravesó el área sin encontrar rematador, en una constante que se repetía con el rubinense como principal generador de balones laterales cargados de intención. Cuando sí hubo remate fue en el minuto 32, cuando Adrián Embarba ajustó un disparo raso que volvió a encontrar la respuesta de Dani Jiménez, que atrapaba prácticamente sobre la línea después de una jugada muy bien trabajada por Lopy y Centelles, que habían desbordado por el costado izquierdo con precisión.
Y aunque en la acción posterior Dani Ojeda llegó a disponer de una ocasión para adelantar al Huesca, la inercia ofensiva siguió siendo rojiblanca, con una sucesión de centros laterales que no terminaron de encontrar un remate definitivo pero que mantuvieron encajonado al conjunto de Jon Pérez Bolo. El partido seguía atascado por el excelente trabajo defensivo oscense, que apostó por un encuentro equilibrado y de pocas concesiones, pero aun así el Almería siguió generando aproximaciones llenas de intención. En el minuto 41, Embarba estuvo de nuevo cerca del gol con un golpeo que llevaba marchamo de peligro, pero la trayectoria del balón se desvió tras golpear en un defensor y terminó desactivando una de las últimas ocasiones antes del descanso, en un primer acto dominado territorial y sensorialmente por un Almería que insistía sin derribo pero con autoridad creciente.
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A menos
Comenzó pisando área el cuadro rojiblanco en la segunda parte, instalándose con decisión en campo rival y tratando de imponer un ritmo que abriera una grieta en la defensa oscense. En el 50, Álex Centelles se animó con una chilena que buscaba sorprender, y en la misma acción Sergio Arribas conectó un disparo desde la frontal que se marchó desviado por muy poco, en un arranque que parecía anunciar una oleada ofensiva rojiblanca. El Huesca respondió con algo más de llegada, sin cambiar su plan, pero tratando de estirarse cada vez que encontraba espacio. En el 55, un disparo de Adrián Embarba rebotó en Óscar Sielva, envenenándose lo suficiente como para estrellarse en el larguero y levantar al público. El Almería volvió a rozar el gol en el 61 con una jugada trenzada que terminó en las redes gracias a Centelles, aunque la acción quedó invalidada por un fuera de juego de Chirino. Aun así, el Huesca mantuvo su propuesta inamovible, un comportamiento rocoso que obligaba a la UD Almería a circular con paciencia, a insistir sin perder la calma, aunque cada intento carecía de la claridad necesaria para romper el muro azulgrana.
Rubi introdujo cambios buscando aire nuevo y mayor profundidad, dando entrada primero a Marko Perovic y Patrick Soko, y más tarde a André Horta y Marcos Luna, intentando agitar un ataque que se atascaba una y otra vez en los metros finales. Sin embargo, el partido avanzó hacia un tramo donde los nervios comenzaron a aparecer y el error se volvió más frecuente, con cada posesión perdiendo nitidez. El Almería seguía atascado, sin capacidad para finalizar, chocando contra un Huesca que respiraba mejor en cada salida y que mantenía la 'corbata' algo menos apretada, aunque sin asumir riesgos. El encuentro se movía en un equilibrio extraño: ni el Huesca parecía querer más, ni el Almería encontraba el modo de dar un paso definitivo. La inercia del duelo dejaba claro que el partido estaba encallado, con un equipo incapaz de desequilibrar y otro sin intención de hacerlo.
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Remates imperfectos
Hubo intentos, pero ninguno con la precisión necesaria. En el 78, el guion volvió a repetirse con una parada de Dani Jiménez tras un cabezazo demasiado blando de Patrick Soko, una ocasión que representaba a la perfección la falta de contundencia rojiblanca. Dos minutos después, Federico Bonini probó desde dentro del área, pero su remate defectuoso se fue por encima del larguero, en una acción similar a la que protagonizó Marko Perovic en el 85, cuyo disparo también terminó desviado. El Huesca, siempre cómodo en su repliegue, se manejó con solvencia en ese panorama, incrustado en su parcela y sin conceder un metro. El Almería, por su parte, no lograba encontrar espacios ni activar soluciones que cambiaran su destino. El equipo rojiblanco, que había marcado en los quince partidos anteriores, se quedó sin pólvora ni claridad, firmando su primer 0-0 de la temporada ante un Huesca que, igual que el año pasado, sacó provecho de su racanería y supo gestionar mejor un partido que nunca quiso abrir.
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