Los indicios invitan a pensar que la erupción se podría prolongar meses. REUTERS

«Hace una semana comentamos que el volcán iba a entrar en erupción; se ha actuado tarde»

Erupción en La Palma ·

Jesús Ibáñez, catedrático de la Universidad de Granada, estima que la lava podría continuar siendo expulsada durante «varios meses como mínimo»

Chema Ruiz España

GRANADA

Lunes, 20 de septiembre 2021, 16:01

De las ocho hendiduras que la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, abrió en la corteza continúa derramándose la lava. Las coladas ... prosiguen su dispersión por el entorno, arrasando casas y cultivos, mientras alrededor de 5.000 personas han debido ser desalojadas de sus hogares. Una situación que se podría prolongar aún un tiempo indeterminado. «Es de esperar que pueda durar varios meses como mínimo», estima Jesús Ibáñez, catedrático de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Granada (UGR) e investigador del Instituto Andaluz de Geofísica. Es lo que se deduce de la intensidad del estallido y de la energía liberada, si bien el científico avanza que «habrá momentos en los que parará».

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«La comunidad científica, a través de diferentes técnicas, entre las que la sismología es la principal, tenemos la capacidad para hacer pronóstico de la erupción. De hecho, desde hace una semana, desde Granada, estábamos comentando que iba a entrar en erupción y habíamos dado como plazo, precisamente, este fin de semana», apunta Ibáñez, quien afirma que se informó de ello a otros científicos españoles y europeos. Sin embargo, una vez que estalla el volcán, «su evolución es mucho más imprevisible», matiza. «No es porque actúe de manera caótica, sino porque la experiencia demuestra que el comportamiento de las erupciones es mucho más difícil de modelizar. Entonces, nos basamos más en modelos o en experiencias antiguas», justifica.

Aquí se abren dos posibilidades, entre las que se debaten los expertos: «Si se parece a la más corta, que es la del Teneguía, estaríamos hablando de una erupción corta, de un mes de duración. Ahora bien, ha habido erupciones en Canarias que han durado años, como la del Timanfaya, que duró seis años. El abanico es muy amplio», plantea. Los indicios inclinan la opinión del catedrático de la UGR hacia una extensión de la erupción de meses. «La energía que está poniéndose en juego a través del proceso eruptivo es muy alta. Es decir, hay una fisura muy grande que se ha abierto, una raja en el terreno de la que están saliendo diferentes fuentes de lava y gases», describe.

«El magma está saliendo con una gran energía. Lo vemos en las fuentes de lava, que alcanzan decenas y decenas de metros, incluso 40 o 50», profundiza, una circunstancia que le lleva a pensar «que la energía acumulada y el volumen de magma son lo suficientemente grandes como para que esto pudiera durar algunos meses, con sus paradas y arranques». Por ello, discrepa con los plazos marcados para el regreso de los ciudadanos desalojados. «Los políticos ya han prometido que la gente pronto volverá a sus casas. Yo creo que es una falsa esperanza», exterioriza, para aseverar seguidamente que «en Canarias se ha actuado mal y tarde».

Peligro de los gases

Entre los riesgos asociados a la erupción no se encuentra la posibilidad de despertar otros volcanes cercanos. «Cada isla tiene su propia fuente de alimentación y su propio pulso. Este magma -el que está expulsando el volcán de La Palma- es joven, que quiere decir que no había estado almacenado previamente en ningún otro lugar en la corteza terrestre. Viene directamente desde el manto, en lo que llamamos un punto o una pluma muy local», aclara en este sentido. En cambio, sí que se encuentra en la relación de peligros los que supone la emisión de gases. «Eso es lo más importante», defiende.

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«La lava se ha abierto como un abanico fluvial y va a estar afectando a más casas, que las va a estar quemando, pero, a fin de cuentas, la velocidad máxima de la lava es del orden de 4 kilómetros por hora. Eso quiere decir que una persona dando un paseo a cierta velocidad escaparía rápidamente de la lava y simplemente con apartarse sería suficiente. Sin embargo, los gases son altamente venenosos, fundamentalmente el dióxido de azufre, el ácido sulfhídrico, y el dióxido de carbono», compara, tras lo que asevera que «todos estos gases pueden provocar muerte por asfixia y edemas pulmonares». Al margen, está la ceniza. «Es un material mineral, que no es como la ceniza orgánica, sino que son trozos de roca. Una vez que entran en nuestro sistema, el cuerpo no se deshace de ellos. Se quedan almacenados y provocan daños irreparables en todo nuestro sistema respiratorio».

Ibáñez recomienda «utilizar mascarillas y alejarse», así como «estar muy atentos a las direcciones de los vientos». «Son mucho más dañinos los gases que la colada de lava en sí», insiste, acerca de una consecuencia que, además, puede afectar a otras localizaciones. «Evidentemente, conforme se van desplazando, los gases se van disipando, pero la ceniza no. Ahora mismo, el aeropuerto de La Gomera ha cerrado porque la dirección del viento norte está desplazando todas las cenizas hacia allí, por ejemplo», apunta.

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Según el experto, «el volcán está emitiendo entre 7.000 y 10.000 toneladas diarias de dióxido de azufre», lo que podría llegar a afectar a «una distancia de cien kilómetros». «Habría que controlar muy bien la emisión de dióxido de azufre, ver hacia dónde va y hacer modelos atmosféricos para poder seguir la evolución, así como avisar a las poblaciones cercanas, sobre todo, a las personas de alto riesgo, con algún problema respiratorio o cualquier otro tipo de patologías cardiopulmonares», indica.

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