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Entrevista al Dr. José Lucena, oftalmólogo especialista en VISIÓON Oftalmólogos

Lunes, 18 de agosto 2025

Las cataratas son la causa más frecuente de pérdida de visión, al provocar una opacidad progresiva del cristalino, que afecta a tareas cotidianas como leer ... o conducir. Gracias a los avances médicos, su cirugía es hoy un procedimiento rápido, seguro y eficaz, que permite recuperar la visión en pocas horas y con mínimas molestias.

Para saber más sobre las cataratas, entrevistamos al Dr. José Lucena, médico oftalmólogo, especialista en cirugía de catarata y refractiva de la Clínica VISIÓON Oftalmólogos de Granada.

El Dr. Lucena, cuenta con más de 25 años de experiencia. Anualmente realiza unas mil cirugías de catarata en nuestro país.

¿Qué es una catarata?

Una catarata es la pérdida progresiva de la transparencia del cristalino, una lente natural que se encuentra en el interior del ojo y que tiene la función de enfocar la luz sobre la retina, permitiéndonos ver con nitidez. En personas jóvenes, esta lente es completamente transparente y flexible, y puede modificar su forma para ajustar el enfoque, lo que nos permite ver con claridad a distintas distancias.

Con el paso del tiempo, el cristalino comienza a perder esa elasticidad, provocando inicialmente presbicia (dificultad para ver de cerca), y posteriormente, también pierde su transparencia. Esa opacificación es la catarata, un proceso natural de envejecimiento del ojo. Sin embargo, puede afectar a la calidad visual y a la autonomía del paciente.

¿Por qué se producen las cataratas? ¿Se puede evitar su aparición?

Las cataratas están ligadas, en la mayoría de los casos, al envejecimiento. No obstante, además de la edad, hay varios factores que pueden influir en su aparición o acelerar su evolución. Destacan la predisposición genética, la exposición prolongada a la radiación ultravioleta (por ejemplo, trabajar al aire libre sin protección ocular), el tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, enfermedades sistémicas como la diabetes, el uso prolongado de corticoides, así como traumatismos o intervenciones oculares previas.

Aunque no se puede prevenir por completo, sí podemos reducir su progresión llevando una vida saludable, protegiendo los ojos del sol con gafas homologadas con filtro UV, evitando tóxicos y manteniendo control de enfermedades crónicas. Es útil pensar en las cataratas como en las arrugas: son inevitables si vivimos lo suficiente, pero el estilo de vida influye en cuándo y cómo aparecen.

Por todo esto, la cirugía de catarata se ha convertido en el procedimiento quirúrgico más realizado en el mundo. Se estima que se realizan más de 30 millones de cirugías anualmente a nivel global, y aproximadamente medio millón cada año en nuestro país.

¿Qué nota el paciente al inicio de una catarata y cómo evoluciona?

En las etapas iniciales, los cambios en el cristalino suelen ser sutiles y pasar desapercibidos. A medida que la opacificación avanza, el paciente comienza a experimentar síntomas como visión borrosa, dificultad para leer con buena luz, deslumbramiento ante luces intensas, alteración en la percepción de los colores, y una disminución del contraste visual.

Un signo es la necesidad de cambiar con frecuencia la graduación de las gafas, sin que se logre mejora. Otro síntoma es la aparición de halos alrededor de las luces o una sensibilidad aumentada a la luz solar. La conducción nocturna suele volverse especialmente difícil.

Curiosamente, si la evolución es lenta, el cerebro se adapta gradualmente, y no es raro que el paciente no sea consciente de cuánto ha disminuido su visión. En algunos casos, sin embargo, la progresión puede ser rápida y el paciente puede notar una pérdida visual considerable en pocos meses.

¿Qué pruebas se realizan para el diagnóstico de la catarata?

El diagnóstico suele ser sencillo, ya que la opacidad del cristalino puede visualizarse directamente mediante una exploración oftalmológica. Además, se realiza una evaluación de la agudeza visual y otras pruebas funcionales que nos permiten determinar hasta qué punto la catarata está afectando la visión del paciente.

Una vez confirmada la presencia de catarata, se realizan pruebas complementarias para evaluar la salud del ojo en su conjunto y medidas biométricas del globo ocular para calcular con precisión la lente intraocular que se implantará en la cirugía.

Todas estas pruebas son rápidas, no invasivas y completamente indoloras.

¿De qué depende la indicación de cirugía?

La decisión de operar no se basa únicamente en la presencia de catarata, sino en el impacto que tiene sobre la calidad de vida del paciente. Es fundamental valorar cuánto ha disminuido la agudeza visual, cómo de densa es la catarata, y si existen otras patologías oculares asociadas.

Igualmente importante es conversar con el paciente para entender sus necesidades visuales. ¿Es una persona que conduce mucho? ¿Lee con frecuencia? ¿Usa pantallas o realiza trabajos manuales de precisión? ¿Practica deportes al aire libre?

Recuerdo un caso curioso: un fotógrafo profesional cuyos clientes notaban un tono extraño en sus fotografías. Él no percibía nada anómalo. Sin embargo, su cristalino, parcialmente opaco, actuaba como un filtro cromático. El cerebro lo compensaba durante la edición de las imágenes, pero sus clientes percibían colores inadecuados. Al operarse, recuperó la visión cromática normal y su confianza profesional.

¿En qué consiste la cirugía y cómo es la recuperación?

La cirugía de catarata consiste en retirar el cristalino opacificado mediante una técnica llamada facoemulsificación, y sustituirlo por una lente intraocular artificial. Se realiza mediante una microincisión de 2 mm en la córnea, por donde se introduce una sonda que, con ultrasonidos, fragmenta y aspira el cristalino.

Posteriormente, se introduce la lente intraocular plegada, que se despliega en el interior del ojo y queda fija en la cápsula que albergaba el cristalino natural. Todo el procedimiento suele durar entre 8 y 20 minutos, dependiendo de la complejidad del caso y de la experiencia del cirujano.

Se realiza con anestesia tópica (en forma de gotas), sin necesidad de ingreso hospitalario. Salvo ligeras molestias durante las primeras horas, la cirugía es indolora y bien tolerada.

En el postoperatorio, el paciente debe aplicar colirios antibióticos y antiinflamatorios durante unas semanas. Puede hacer vida normal, aunque debe evitar esfuerzos físicos, piscinas o ambientes muy contaminados durante los primeros días. La recuperación visual suele ser rápida, y en muchos casos, el paciente nota una gran mejora en las primeras 24–48 horas.

Cuando hay una diferencia significativa entre ambos ojos (pacientes con miopía alta), es recomendable operar el segundo ojo pocas semanas después, para evitar una mala adaptación visual entre ambos ojos.

¿Qué avances se han producido en este siglo en la cirugía de la catarata?

La cirugía es altamente eficaz y segura, y no ha cambiado radicalmente en los últimos 25 años.

Lo que sí ha cambiado es el momento en que se decide intervenir. Antes, la cirugía solo se indicaba cuando la catarata estaba muy avanzada y ya limitaba la vida. Hoy, con una población mayor cada vez más activa, la exigencia visual ha aumentado. A los 70 años, muchas personas conducen, usan dispositivos digitales, hacen deporte o trabajan, y necesitan una buena visión.

¿Y en cuanto a la tecnología disponible?

El gran cambio ha sido el desarrollo de nuevas lentes intraoculares. Al principio solo disponíamos de lentes monofocales, que permitían una buena visión lejana, pero exigían gafas para ver de cerca. Hoy en día, existen lentes que corrigen el astigmatismo (tóricas) y otras que permiten ver a múltiples distancias (multifocales).

Estas lentes exigen un estudio más personalizado del paciente y su ojo. No todos los ojos se adaptan igual a una lente multifocal, y no todos los estilos de vida son compatibles con diferentes tipos de lente. Por eso dedicamos mucho tiempo al estudio preoperatorio y a la conversación con el paciente.

¿Qué papel puede jugar la inteligencia artificial en la cirugía de la catarata?

La inteligencia artificial ya está presente en la oftalmología, especialmente en el cálculo de lentes intraoculares. Algunos algoritmos, alimentados por grandes bases de datos, ayudan a predecir con mayor precisión cuál será el resultado refractivo tras la cirugía.

En el futuro, veremos herramientas más sofisticadas que no solo valoren las medidas del ojo, sino también los hábitos de vida, preferencias visuales y la personalidad del paciente.

En cuanto a la posibilidad de que un robot realice la cirugía, no lo veo cercano. Esta es una técnica muy eficiente, segura y rápida, con costes contenidos. La robótica puede aportar asistencia en algunos pasos, pero el criterio y la experiencia del cirujano seguirán siendo fundamentales.

¿Qué consejo le daría a alguien que ha perdido visión y sospecha que puede tener una catarata?

Le recomendaría no esperar. Es importante acudir a un oftalmólogo para confirmar si la causa es una catarata o si hay otras patologías que puedan afectar la visión. La pérdida visual por catarata suele ser recuperable, pero puede ocultar enfermedades de retina, glaucoma u otras condiciones que requieren tratamiento precoz.

También le aconsejo que, antes de operarse, converse con el cirujano sobre sus necesidades visuales y expectativas. La cirugía de catarata dura minutos, pero el resultado le acompañará el resto de su vida.

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