El viaje más arriesgado: 60 personas darán la vuelta al mundo con las condiciones de hace 500 años
Sesenta navegantes se preparan para emular la primera vuelta al mundo, hace 500 años. Es su contribución para evitar que la gesta del descubridor vasco caiga en el olvido
JAVIER GUILLENEA
Lunes, 4 de junio 2018, 02:50
Aquello fue de locos, pero eran tiempos en los que locura, necesidad y sed de gloria y fortuna no se distinguían fácilmente entre sí. Todo ... formaba parte del combustible que impulsaba a los hombres a lanzarse al mar con la única certeza de que muchos no regresarían. El fracaso, el destino más natural para ellos, era la muerte. El éxito consistía en volver.
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La mayor de todas aquellas aventuras comenzó hace casi quinientos años. El 10 de agosto de 1519, cinco naves con 265 hombres a bordo partieron del puerto de Sevilla. Tenían la intención de abrir una nueva ruta a las islas de las Especias pero el viaje se les fue de las manos y terminaron dando la vuelta al mundo. La historia es, o debería ser, sobradamente conocida. La expedición, financiada por el rey español Carlos I, partió bajo el mando del portugués Fernando de Magallanes y regresó a casa tres años después con Juan Sebastián Elcano al frente. De la nao 'Victoria', el único barco que atracó en el puerto de Sanlúcar de Barrameda el 8 de septiembre de 1522, descendieron tan solo 18 famélicos tripulantes.
La suya fue toda una gesta que el tiempo y la tendencia de los españoles a renegar de su pasado, como si les quemara entre las manos, amenazan con distorsionar. Ahora la versión de la vuelta al mundo que está de moda es otra. Aquellos marinos no fueron héroes sino una panda de andrajosos sedientos de sangre que dejaron a su paso un reguero de muerte.
«Debemos tomar conciencia de lo que hicimos y mostrarnos orgullosos de nuestra historia, porque parece que solo sabemos usarla para machacarnos», reflexiona José Solá, presidente de la asociación Amigos de los Grandes Navegantes y Exploradores Españoles, que nació hace dos años y medio para «divulgar la historia de estos hombres, entender los motivos que les impulsaron, sus logros y las aportaciones positivas de sus múltiples éxitos y hazañas para la humanidad». El grupo ha desarrollado numerosas actividades culturales para dar a conocer gestas históricas a menudo mal recordadas, pero ahora se ha embarcado en el proyecto, mucho más ambicioso, de emular la gesta de Magallanes y Elcano.
Tres años de viaje
El plan es sencillo, al menos sobre el mapa, porque el camino ya se trazó hace cinco siglos. El 10 de agosto de 2019 una tripulación compuesta por entre 6 y 8 marinos partirá en barco de Sevilla a Sanlúcar de Barrameda, el primer puerto en el que hicieron escala los buques capitaneados por Magallanes. Desde allí darán el salto por el Atlántico en un viaje que les llevará a recalar en los principales lugares donde se detuvo la expedición primigenia.
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Serán tres años de una aventura que terminará en Sevilla el 8 de septiembre de 2022. Durante todo ese tiempo la tripulación se irá turnando y solo unos pocos, como José Solá, completarán el recorrido. Entre los navegantes, alrededor de sesenta, se hallan alumnos de escuelas de náutica y miembros de la asociación. Uno de ellos será Juan Manuel Eguiagaray, exministro de Administraciones Públicas e Industria con Felipe González.
Aunque aún no está confirmado oficialmente, es muy probable que el proyecto acabe integrado en el programa de la Comisión Nacional para el V Centenario de la expedición de Magallanes y Elcano, lo que supondrá un gran espaldarazo para una aventura que es más que un viaje. En cada puerto donde recale el barco la asociación organizará conferencias y actividades sobre la circunnavegación. «Queremos resaltar el protagonismo de Elcano, que hoy es un perfecto desconocido fuera de nuestro país, donde todos conocen a Magallanes, y también recordar que España fue la fundadora de la globalización. Hasta ese momento -añade José Solá- los océanos eran algo tenebroso y a partir de entonces se convirtieron en autopistas culturales y económicas».
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El viaje servirá también para llevar a cabo un estudio sobre los microplásticos que contaminan el mar, en el que participan el Instituto Oceanográfico Español y el centro de investigación vasco Azti. Además, los tripulantes ensayarán diferentes tecnologías de comunicaciones y energías renovables.
«Nos han preguntado si estamos locos por meternos en esta historia. Es cierto que tenemos un cierto afán aventurero y nos gusta navegar, pero los riesgos los tenemos controlados», afirma José Solá. Porque una cosa es emular a los hombres de Magallanes y Elcano y otra jugarse el tipo como hicieron ellos. «No es que tuvieran un punto de locura, es que estaban completamente chalados. Eran unos necesitados o unos iluminados, no tenían ningún control de los riesgos y no tenían ni idea de adónde iban».
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Acallar la leyenda negra
Eran personas de un mundo que ya no existe y que no se puede juzgar con los parámetros actuales. Esa idea de que los viejos exploradores, muchos olvidados y el resto denostados, fueron unos simples asesinos que no dudaron en masacrar a poblaciones enteras es la que tratan de cambiar los Amigos de los Grandes Navegantes y Exploradores Españoles.
Entre los integrantes de la asociación, que en la actualidad tiene 65 miembros y se halla en fase de expansión, figuran directivos de grandes empresas, capitanes de la marina mercante y dos almirantes de la Armada en la reserva, además del exministro Eguiagaray. A todos ellos les une su amor por la navegación, su interés por la historia y su deseo de difundir «los aspectos positivos de estas gestas, sin dejar de analizar con un espíritu crítico positivista los puntos oscuros que indudablemente existieron». «Hay que ponerse en la piel del momento, el propósito de toda aquella gente no era exterminar a los pueblos que iban encontrando», sostiene José Solá.
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Él y sus compañeros de travesía luchan para borrar la leyenda negra que ha hecho de los exploradores españoles unos delincuentes y de los piratas ingleses héroes románticos. Saben que es un empeño aún más difícil que dar la vuelta al mundo. Pero alguien tiene que lanzarse al agua.
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