Un hombre sano que bebía ocho latas diarias de bebida energética sufre un derrame cerebral
Los refrescos con exceso de cafeína y azúcar pueden provocar ictus, alerta un estudio científico basado en el caso de una persona de 50 años, que al dejar de consumirlas mejoró
Un hombre de 50 años y buena salud bebía un promedio de ocho latas diarias de bebidas energéticas, hasta que un día comenzó a sentir ... debilidad en el lado izquierdo, entumecimiento y dificultades con el equilibrio, la marcha, la deglución y el habla. Con ataxia acudió al hospital. Tenía una presión arterial extremadamente alta (254/150 mmHg). Se le diagnosticó que había sufrido un derrame cerebral en el tálamo, la parte del cerebro involucrada en la percepción sensorial y el movimiento.
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A las preguntas médicas de rigor respondió sin mencionar la alta ingesta de refrescos con altas dosis de cafeína y azúcar. Se le aplicó un tratamiento farmacológico, mejoró en la clínica, regresó a casa y la presión arterial volvió a aumentar peligrosamente. Se elevaron las dosis de fármacos, sin resultado. En un interrogatorio más intenso, el hombre reveló cuántas latas de bebida energética bebía al día. Cada una tiene 160 mg de cafeína. En total, con las ocho latas, lo que consumía triplicaba la cantidad máxima recomendada de 400 mg.
¿Era este hábito el culpable del ictus? Los médicos le pidieron que dejara de consumirlas. Su presión arterial se normalizó, hasta el punto de no necesitar más medicamentos, según el artículo 'Bebidas energéticas, hipertensión y accidente cerebrovascular', publicado este miércoles en la revista científica BMJ Journals. «Tras un interrogatorio más exhaustivo, el paciente reveló un consumo diario promedio de ocho latas de bebida energética, cada una con 160 mg de cafeína, un hábito sobre el que no se le había preguntado específicamente durante el ingreso», sostienen sus autoras Martha Coyle y Sunil Munshi.
«No era consciente de los peligros que me causaba el consumo de bebidas energéticas»
Estas investigadoras del Hospital Universitario de Nottingham NHS Trust, en Reino Unido, que se preguntan sobre «la importancia del interrogatorio específico» sobre bebidas energéticas, así como se hace con el consumo de drogas y alcohol, «en la práctica clínica».
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Eso sucedió hace ocho años. El hombre todavía tiene secuelas de aquel episodio. «No era consciente de los peligros que me causaba el consumo de bebidas energéticas. Tengo entumecimiento en la mano izquierda, los dedos de las manos y de los pies», refiere. Su ignorancia sobre los posibles riesgos cardiovasculares asociados al consumo excesivo de bebidas energéticas, aseguran las científicas, no es «sorprendente, ya que por lo general no se consideran un riesgo potencial».
Advertencias españolas
En España el Ministerio de Sanidad define las bebidas energéticas como aquellas «sin alcohol, generalmente gasificadas, compuestas principalmente por cafeína e hidratos de carbono, aminoácidos, vitaminas, minerales, extractos vegetales, acompañados de aditivos como conservadores, saborizantes, así como colorantes». Al ser «una sustancia estimulante que no está sometida a fiscalización internacional» no hay una regulación específica, salvo que el Ministerio de Consumo exige que el etiquetado informe del contenido de cafeína, y su consumo se «incluye en las encuestas» sanitarias.
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Las que se comercializan en España tienen entre menos de 100 mg (RedBull, V8, Montain Dew...) hasta más de 300 (Redline, A Shoc, Bang...), por cada lata. En esos casos en el envase se debe incluir la advertencia: «Contenido elevado de cafeína: No recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en período de lactancia», pero su venta no está prohibida a ningún grupo de población.
La cantidad declarada en el envase es la cafeína pura, pero hay también una 'cafeína oculta'.
Ahora bien «esta cantidad declarada corresponde a la 'cafeína pura', pero otros ingredientes contienen 'cafeína oculta'; por ejemplo, se cree que el guaraná contiene el doble de cafeína que un grano de café», mantienen las científicas del artículo revisado por pares en los que declaran no tener conflictos de interés. «La hipótesis es que la interacción de estos otros ingredientes, como la taurina, el guaraná, el ginseng y la glucuronolactona, potencia los efectos de la cafeína, que aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular a través de numerosos mecanismos».
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Regulación publicitaria
Aunque parezca exagerado, el caso referido de este hombre de 50 años y buena salud hasta sufrir el ictus, y recuperado después de dejar las bebidas energéticas, puede servir de evidencia para los efectos adversos para la salud, defiende el estudio. Aunque no sea concluyente, como tampoco «literatura acumulada» sobre los accidentes cerebrovasculares y las bebidas de alto contenido de azúcar y cafeína. Sin embargo, piden una mayor regulación de las campañas publicitarias, que suelen estar dirigidas a los más jóvenes.
Consumo alerta que «un consumo excesivo de cafeína puede provocar efectos fisiológicos no deseados que van desde la alteración del sueño hasta efectos psicológicos y alteración del comportamiento, así como trastornos cardiovasculares» y que «puede causar dependencia física moderada». Aún más en «adolescentes de 11 a 17 años», en los que se suman «alteraciones comportamentales».
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