Fernando Fabiani, médico de familia: «El chupito tras una comida tiene tres efectos nocivos»
«Hay tres afectos secundarios que se deben tener en cuenta siempre que uno decida tomarse esa copa tras la comida», señala
Una comida, más o menos copiosa, pero la mayoría de ocasiones en compañía, puede acabar (sobre todo si es un restaurante o un bar) en ... un clásico de la gastronomía patria: un chupito de algún licor que otro, con una graduación que en ocasiones puede llegar a ser considerable.
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El médico de familia y divulgador Fernando Fabiani ha asegurado en sus redes sociales que la costumbre de tomarse una copa digestiva de una comida, lejos de ser beneficiosa para el cuerpo, puede traer consecuencias que afectan a la salud general. «Es todo lo contrario de la palabra digestivo, es un absoluto mito y hay tres afectos secundarios que se deben tener en cuenta siempre que uno decida tomarse esa copa tras la comida», explica.
Señala que el primer efecto de beber este tipo de copa o chupito es que ralentiza el vaciado gástrico, es decir, el estómago tarda más tiempo en liberar su contenido hacia el intestino delgado. Esto implica una sensación de pesadez prolongada, hinchazón y mayor incomodidad tras las comidas, justo lo contrario de lo que se busca con ese trago «final» tras una comida. Es decir, que nada de ayudar al proceso digestivo.
El segundo efecto negativo del alcohol es que también ralentiza el tránsito intestinal. «Es decir, una vez que la comida pasa al intestino, este también va más lento. Ojo, más lento cuanto más grados de alcohol. Lo digo porque además el mito es: me tomo un licorcito que encima cuanto más alcohol tenga, pues más digestivo es, y no», explica Fabiani. Esto puede provocar digestiones aún más pesadas, malestar abdominal e incluso estreñimiento. Además, se debe tener en cuenta siempre que cuanta mayor concentración de alcohol, peor es el proceso digestivo.
Y el tercer gran problema del alcohol es que favorece el reflujo gastroesofágico. Eso significa que aumenta la probabilidad de que el contenido del estómago, incluidos los ácidos gástricos, asciendan hasta el esófago, provocando esa sensación molesta de que la comida «se repite» o incluso ardor. Ese efecto, además, es más molesto aún en personas que ya sufren acidad o reflujo frecuentemente en su día a día.
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