La chica muerta que conmociona al país sin asesinatos
El fallecimiento de una joven ocupa toda la actualidad en Islandia, que apenas registra crímenes. Dos groenlandeses están detenidos
Inés Gallastegui
Jueves, 26 de enero 2017, 01:47
Una mancha de sangre espesa, de un rojo violento, sobre el blanco puro del hielo. Eso es el caso Birna. La muerte en extrañas circunstancias ... de una chica de 20 años en Reikiavik tiene a Islandia con el corazón en un puño. No solo por la juventud de la víctima o por el misterio que rodea el crimen. También porque este asesinato es El Asesinato de 2017, en el tercer país con menos homicidios del mundo: con 330.000 habitantes, 1,8 de media cada año desde que comenzó el siglo. «La población está en estado de shock. Todo el mundo esperaba que la chica apareciera viva», explica Vidar Gudjónsson, periodista del diario Morgunbladid, a este periódico.
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Birna Brjansdottir, alta, de ojos claros y pelo castaño rojizo, trabajaba como dependienta en una tienda. El viernes por la noche estuvo de copas con unos amigos en la zona portuaria de la capital y a las cinco de la mañana los dejó en el bar Húrra para irse a casa. Las últimas imágenes de ella con vida fueron grabadas por la red de cámaras de seguridad de los sucesivos comercios de la céntrica calle Laugavegur. «El centro de Reikiavik es un gran hermano afirma Elías Portela, poeta y traductor español afincado allí desde hace nueve años. Es verdad que este es un país sin asesinatos, pero hay peleas de borrachos, violaciones, a menudo con droga de por medio, y violencia doméstica. Y de eso se habla poco». En los vídeos se ve a la joven caminando sola, con paso vacilante. Para en un local de comida y sale engullendo un kebab. Sigue andando. De repente, ni rastro.
Al día siguiente su madre, alarmada, denunció la desaparición a la Policía y pidió ayuda a través de los medios de comunicación. «En Islandia hay desapariciones, pero a menudo se trata de suicidios o de adolescentes que se escapan. En este caso, la madre estaba convencida de que alguien se la había llevado y pidió a sus captores que la soltaran», cuenta Gudjónsson, que habitualmente escribe de política pero está ahora volcado en este extraño crimen.
El hallazgo de su móvil que se apagó a las seis de la mañana y uno de sus zapatos en el puerto de Harfnarfjördur, cerca de un Kia Río rojo detectado a la misma hora y en la misma calle por la que Birna caminaba hacia casa de nuevo, las cámaras, condujo a los agentes sobre la pista de dos marineros groenlandeses que habían sido vistos saliendo del vehículo. El arrastrero en el que estaban embarcados, el Polar Nanoq, había zarpado el sábado por la noche, pero las autoridades lo conminaron a regresar a puerto. A bordo les esperaban varias sorpresas: el carné de identidad de Birna y 30 kilos de hachís. «Es un asunto turbio: hay droga de por medio, es un conflicto internacional...», destaca Elías Portela.
Más de 700 voluntarios peinaron el paisaje irregular de la costa suroeste, plagado de recovecos de lava petrificada; en la isla, poco más grande que Andalucía, hay cien volcanes. Y entonces la presencia de restos de sangre de la joven en el Kia rojo hundió la moral del país. El domingo, ocho días después de la desaparición, el cuerpo fue encontrado por un helicóptero guardacostas en una playa rocosa de la península de Reykjanes, bañado por las olas.
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Seguridad en las calles
«Todo es inusual en este caso. La Policía trabajó codo con codo con los medios de comunicación y pidió colaboración ciudadana para encontrar a Birna», explica Gudjónsson. Ahora que ya tiene a los dos sospechosos y el cadáver la autopsia se realizó el lunes, los investigadores guardan de nuevo silencio. No ha trascendido si hay huellas de violencia sexual.
«Este es un país seguro. La gente va por la calle despreocupada, sin miedo, incluso de noche», admite el reportero. Y no es una sensación subjetiva: el Instituto para la Economía y la Paz sitúa a Islancia desde 2010 como el país más pacífico del mundo, atendiendo a criterios como el número de delitos violentos, la inestabilidad política, el conflicto social o los gastos militares. Por ejemplo, los policías patrullan desarmados. De ahí el enorme impacto que ha tenido la muerte de Birna, que los ciudadanos contemplan como algo totalmente ajeno a su cultura, como la trama de una de esas novelas negras en las que tanto despunta la literatura local. «La nación está unida en el dolor, como un solo hombre», sentencia Vidar.
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