La 'conejita' más «sesuda»
Así califica ‘Playboy’ la entrevista a Pamela Anderson, con la que se despide de los posados de mujeres desnudas. Es la 15ª portada de la exvigilante de la playa, que tiene 48 años, es madre de dos hijos y defiende a los animales.
Inés Gallastegui
Viernes, 11 de diciembre 2015, 00:14
Ya lo dijo Heráclito:Todo fluye. Nada permanece. El último mito que cae: en su afán por adaptarse a los nuevos tiempos, la revista Playboy ... ya no publicará fotos de mujeres desnudas. Atrevidas, sí. Sexis, también. Pero siempre aptas para públicos a partir de 13 años. Para despedir esta larga etapa que inició Marilyn Monroe en diciembre de 1953, la cabecera del magnate Hugh Hefner ha contado con una de sus más famosas playmates, la mujer que tomó la delantera a símbolos sexuales como Sharon Stone, Bo Derek, Madonna o Anna Nicole Smith y ha batido el récord de 14 portadas en un cuarto de siglo: Pamela Anderson.
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El número de enero-febrero de 2016 saldrá a la venta mañana con la decimoquinta y se convertirá, con toda seguridad, en un ejemplar de coleccionista. A sus 48 años, la canadiense aparece como Dios la trajo al mundo con alguna que otra corrección, cubierta solo por una gargantilla con la prometedora leyenda Sex y mucha sombra de ojos. Es su do de pecho como conejita.
En el interior, Anderson se desnuda en una entrevista con el actor y director James Franco y demuestra que ella es como el río del filósofo griego, que es el mismo pero es distinto. Su vida está llena de bandazos. Ni la talla de sujetador ha logrado conservar: se operó varias veces para aumentar el tamaño de su busto y, cuando este ya se le veía de espaldas, echó marcha atrás y se quedó con unos implantes más discretos.
Pamela nació en 1967 en Ladysmith, un pueblo de la Columbia Británica, en el seno de una familia conflictiva: su padre era alcohólico y su madre, una rubia explosiva, trabajaba por los dos. Ha confesado que sufrió abusos sexuales siendo niña y a los 19 se largó a Vancouver a trabajar de camarera. Su pasaporte a Los Ángeles le llegó en un partido de fútbol de los Lyons, cuando su imagen en el videomarcador enardeció al público: tuvo que bajar al campo y la cerveza Labatt cuya camiseta vestía la contrató para un anuncio. Poco después, hacía su primera sesión de fotos para Hefner. Tenía 22 años y su vida cambió.
Tras varios papeles secundarios, su salto a la fama internacional lo dio en 1992 con Baywatch (Los vigilantes de la playa), enfundada en aquel bañador rojo que no dejaba nada a la imaginación del televidente. Cinco temporadas estuvo C. J. Parker corriendo casi siempre a cámara lenta arriba y abajo de la playa de Santa Mónica. La serie protagonizada por David Hasselhoff le abrió esporádicamente las puertas del cine (Barb Wire, Borat) y la televisión (VIP), pero nunca consolidó su carrera de actriz.
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En su vida privada también sobresale la inestabilidad. En 1995 se casó con el músico Tommy Lee (Mötley Crue), al que había conocido cuatro días antes. Con él tuvo a sus dos hijos Brandon y Dylan y un montón de peleas antes de divorciarse tres años después, con sentencia por malos tratos de por medio. Fue una de las primeras famosas en ganar un juicio a la empresa que difundió su porno casero en internet. En sus dos décadas de loca juventud, en las que coqueteó con las drogas y el alcohol, tuvo muchos novios no es metáfora, entre ellos tipos tan variopintos como Sylvester Stallone y Ben Affleck. Se casó y divorció dos veces más, con el mismo hombre, Rick Salomon, de profesión famoso.
Su propia fundación
Pero donde muestra su mejor cara es como defensora de «los derechos humanos, animales y medioambientales», tal como reza en la web de la Fundación Pamela Anderson. Cual Brigitte Bardot rediviva, la modelo se ha destapado como una activista incansable. Vegetariana convencida, lo mismo cuida ardillas heridas en California que denuncia la crueldad de Kentucky Fried Chicken con los pollos, se deja marcar como una vaca al despiece para PETA«Prefiero ir desnuda que llevar pieles» o trata de convencer a Putin de que proteja al tigre siberiano.
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Ha sido portavoz de la Asociación Americana del Hígado cogió la hepatitis C por compartir agujas de tatuaje con su primer marido, según ella y se ha implicado en campañas contra el tráfico de personas y la violencia de género.
Playboy califica de «sesuda» la entrevista el que avisa no es traidor en la que la veterana conejita da muestra de su naturaleza cambiante. Por ejemplo, recuerda que la primera vez que posó para la publicación, en 1989, vomitó de timidez y nervios, pero cuando vio las fotos ya no quiso volver a vestirse. Y un par de años después era capaz de relajarse en la Mansión, la famosa residencia de Hefner frecuentada por novias, exnovias, conejitas de Playboy... y célebre por sus fiestas. «Creo que uno de mis hijos fue concebido aquí», admite.
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El entrevistador le recuerda que en 1990 una de sus ambiciones era ganar un Oscar. Primero se ríe: «Era broma». Después se viene arriba y admite que el director de cine alemán Werner Herzog la quiere en una de sus películas: «Todavía no sé si valgo para actuar, pero me lo estoy tomando en serio». Un premio de la Academia... «¿Quién sabe?». La artista, que aparece en las fotos besando a una estatua o bañándose desnuda con un enorme flotador rojo, reconoce estar satisfecha con su filosofía de vida: «Me ha ido bastante bien dejándome llevar por la corriente».
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