Miss Holacausto no olvida
Estas 13 mujeres judías exhiben su belleza y su pasado en el horror nazi. Quedan muy pocas y tienen miedo de que las borremos: «No nos hemos rendido. ¡Vivimos!»
zuriñe ortiz de latierro
Miércoles, 9 de diciembre 2015, 00:16
En este concurso no hay pelos tiesos de laca, ni sonrisas teatrales. No es uno de esos certámenes tan machistas como antiguos, cursis y cutres, ... apoteosis de la falsedad adornada con diamantes de culo de vaso y valores que supuestamente encarnan bellezas de pechos siliconados y glúteos cincelados en el quirófano. Aquí las concursantes salvaron el tipo de las cámaras de gas en un tiempo donde las pesadillas se hacían realidad y los asuntos de tocador eran ciencia ficción. «Estábamos ocupados en intentar sobrevivir y no ser asesinados por los nazis», sienta Rita Berkowitz, flamante Miss Superviviente del Holacausto, 83 años y cinco bisnietos.
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Es evidente que le sobran recursos, no solo físicos, que también, sino de carácter afectivo, para superar una infancia atroz. Observen la cantidad de amor que hay en esa mirada y esas dos manos que han criado a una familia feliz pese a la exterminación de varios de sus miembros. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y los nazis invadieron la ciudad de Rita, Iasi (Rumanía), llevaron a su padre a un campo de trabajo y luego lo intentaron meter en uno de esos trenes que conducían a los judíos a lugares inciertos. Pero logró escapar, con un tiro encima, y esconderse con los suyos para más tarde establecerse en Israel. Sesenta y cuatro años después de su llegada, la bella Berkowitz se ha subido a unos tacones discretos y pintado las uñas «porque tenía miedo de que una vez muertas todas nosotras a nadie le interese recordar qué paso. Nosotras queremos que se hable de la Shóa».
Nada de ñoñerías. En la pasarela atrona Madonna con Vogue y las damas avanzan firmes, sin sacar caderita ni pestañeos lánguidos, con el aplomo que solo da la edad y el bastón que acompaña a más de una. Es la tercera edición del concurso, celebrado en Haifa y organizado por varios colectivos para que el exterminio de seis millones de judíos no se olvide en un párrafo de los libros de historia.
Cuando Rita y las otras doce misses correteaban entre los 3 y los 10 años, el Daily Telegraph, un diario conservador de Londres, publicaba una de las mayores primicias del mundo: «Los alemanes asesinan a 700.000 judíos en Polonia». Fueron dos columnas, perdidas en una página del 25 de junio de 1942, que la humanidad pasó sin más. Transcurrirían años antes de que decidiera horrorizarse. Para la bella Rebecca Kushner fue demasiado tarde: aquel 1942, a su madre la gasearon en Polonia y ella se refugió en Palestina. Puede resultar chocante que para evocar aquel infierno de hambre y terror en el gueto le hayan iluminado las mejillas y perfilado los labios, que un estilista le haya enseñado a desfilar, incluso a vacilar un poco con el público cuando Roy Orbison canta la poderosa Oh, pretty woman. Pero ahí están Rebecca, Rita o la dulce Rivka Stenger, de 74 años y recuerdos de la Rumanía ocupada tan tristes como los del resto: «Nos hemos puesto así para llamar la atención, para hablar de ello y nunca olvidar».
Críticas
Aunque no han convencido a todos. Al concurso le ha caído alguna crítica. A Dalia Sivan, de la ACHA, una organización dedicada a la investigación del antisemitismo, no le termina de gustar la iniciativa «porque el sufrimiento se exhibe de una manera demasiado pública, utilizando a esas mujeres vulnerables». La organización, claro, defiende lo contrario: «Gran parte de las supervivientes tiene una imagen de sí mismas muy baja. Cuando llegaron aquí, en los años 50, muchos no podían creer que lo que contaban era verdad. Evidentemente no queremos premiar la belleza de las mujeres, sino su lucha. Ojalá tuviéramos la fuerza y la alegría de Rita», esgrime Tami Sinar, portavoz de la asociación Mano que Ayuda a un Amigo. La reina de este año es fibra, garra, puro vigor cuando desfila y habla: «No nos hemos rendido. Vivimos en Israel aunque nos hayan querido asesinar. Los judíos de todas las partes del mundo vendrán, todos ellos. Y seremos más fuertes. Nunca desapareceremos. No tenemos miedo a nadie».
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Estas trece damas sortearon el infanticidio nazi. Los niños fueron especialmente vulnerables en el Holocausto: se estima que los alemanes y sus aliados asesinaron a un millón de críos judíos y decenas de miles de pequeños de etnia gitana y de alemanes con discapacidades físicas o psíquicas. Fue un momento excepcional en la historia. Ahora, mientras Rita y sus compañeras sudan en la pasarela para que el tiempo no disuelva el genocidio, mueren ocho millones de personas al año por causas ligadas al hambre. Y las guerras producen multitudes de refugiados que se ahogan en nuestras costas o se pierden buscando una vida más digna. No nos sucede a quienes leemos estas líneas. Suelen ser otros, como lo fueron los judíos, y pasamos de página.
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