Niños en crisis
Son los hogares monoparentales los que peor lo pasan. El dentista, unas gafas, una excursión del cole... desbaratan presupuestos de 600 euros
julia fernández
Sábado, 21 de noviembre 2015, 03:03
Josefina Soler sostiene la cartilla del banco entre sus manos. Delante tiene el cajero y quiere actualizarla. Estamos a día 20 y le sube un ... remolino desde el estómago a la garganta. «Voy con miedo», confiesa. El lobo, al que llamaremos final de mes, empieza a enseñar las orejas y esta valenciana teme que el saldo positivo de su cuenta corriente bordee ya el abismo de los números rojos. Todavía quedan 10 días de este mes de noviembre y hay que comer. Literalmente. A sus 40 años, tira de la casa sola desde que se separó del padre de sus dos hijos pequeños, Azucena y Nacho (de 6 y 7 años). Cuando puso punto final a la convivencia en 2012 jamás pensó que habría semanas en las que no podría ponerles tres veces carne y pescado en el plato. Ni que se le pasaría por la cabeza dar de baja su teléfono móvil por problemas para pagar la factura. Pero ahora, 246 semanas después de aquel punto final, el dinero entra con cuentagotas en el banco. «El mes que mejor voy ingreso 600 euros». Con esa cifra tiene que pagar el alquiler del piso («que ya son unos 400»), los recibos de luz, agua, teléfono, algunos gastos extras de los críos (ropa, material escolar...) y la comida.
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De un vistazo
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España es el tercer país más rico con mayor número de menores en riesgo de exclusión social. Solo le adelantan en este ranking Grecia y Letonia. También está en lo alto de la lista de estados en los que la crisis ha golpeado con más fuerza a los niños. Según las estadísticas, los ingresos medios han caído un 15%. Los expertos calculan que hemos perdido el equivalente a diez años. A lo que hay que sumar los recortes que han sufrido las políticas familiares desde el inicio de la recesión.
«Hay que hacer malabares», confiesa Verónica Martín. Esta madrileña de 45 años alimenta cuatro bocas, incluyendo la suya, con 670 euros. Su hija mayor, Aroa, tiene 23 años y estudia en la UNED. El tiempo que le queda lo emplea en buscarse algún trabajo con el que pagarse la carrera y, si sobra, ayudar en casa. La foto de familia la completan Izan, que acaba de cumplir nueve años, y Nayara, que llegará a los 8 en menos de dos semanas. «Los cumpleaños los celebramos en casa, con un pastel, unas velas y cantando». No hay piscinas de bolas... «No se puede», lamenta esta madre coraje, cuya voz suena animosa pese a la adversidad. Víctima de la violencia de género, se divorció en 2010, «aunque de la casa he tirado yo siempre». Empezó a trabajar a los 24 y hoy es empleada en una empresa de limpieza.
Estas dos familias, que bien podrían ser las que se sientan a nuestro lado en el autobús, forman parte de ese 53,3% de unidades familiares monoparentales en riesgo de exclusión social, la gran mayoría formadas por una madre y sus hijos, subraya la ONG Save the Children, especialmente sensibilizada con esta situación. Azucena, Nacho, Izan y Nayara son los rostros de la pobreza infantil en esta España del iPhone y el G-20 que hoy se une a la celebración del Día Universal del Niño. Esta jornada también recuerda que hace justo 16 años, las Naciones Unidas aprobaron la Convención sobre los Derechos del Niño, un texto de obligado cumplimiento para todos los países miembros España lo es desde 1955 cuyo objetivo es proteger los derechos de la infancia, que, por desgracia, se quiebran cuando empieza a faltar el dinero en el hogar.
Pobres y celiacos
Hoy en día, un crío pobre no es el que pide en la calle o va descalzo, sino nuestro vecino del quinto, que se forra de ropa en casa porque sus padres no pueden pagar la calefacción o el compañero de clase de nuestro hijo «que no va a una excursión porque no puede pagarla», apunta Gabriel González Bueno, responsable de políticas de infancia de Unicef España. «Es muy triste que un crío se quede en clase cuando todos los demás se van», describe Verónica. El otro día había un viaje programado al Palacio de La Granja (Segovia) en la clase de sus peques. Costaba 25 euros, pero «el cole tiene ayudas para estos casos». Nadie se quedó en casa. El rostro de la pobreza en nuestro país ha cambiado mucho en pocos años. Y la crisis, cuyo inicio fecharemos en 2008, ha acelerado esa transformación a un ritmo insospechado.
Día internacional de los derechos del niño
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Hoy hace 56 años que los 78 estados miembros de la ONU aprobaron la Declaración de los Derechos del Niño. Cuatro décadas después rubricaron la Convención sobre los Derechos del Niño, cuyos 54 artículos comprometen a los firmantes a proteger los derechos de los más pequeños de manera obligatoria. Sin embargo, a día de hoy, los gobiernos, incluidos los de los países más ricos, tienen pendiente establecer una red de amparo adecuada.
En la última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística, con datos de 2014, tres de cada diez menores de 16 años estaba en la misma situación que los protagonistas de este reportaje, y un 10% sufría lo que se llama carencia de material severa. Este concepto se mide a través de una lista de nueve conceptos: posibilidad de pagar recibos y vivienda, de mantener el hogar a temperatura adecuada, de afrontar gastos imprevistos, de comer proteína animal tres veces a la semana, tenencia de coche, de lavadora, de televisión a color y de teléfono. Si en un hogar no cumplen cuatro de ellos, sus miembros pasan a formar parte de este último porcentaje.
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En casa de Josefina no entra más dinero que el que ella se gana limpiando casas por horas. Con dos niños tan pequeños solo puede aprovechar los momentos en los que van al cole o a la ludoteca de Save the Children (que atiende a más de 5.000 críos) para ganarse el jornal. Trabajar a turnos o en una tienda difícilmente encaja en horarios como estos. «Quizá cuando crezcan algo más...», suspira. Y mientras esto sucede, estira el presupuesto familiar como chicle... Porque «hay una cosa más. Azucena es celiaca», avisa esta mujer como si todo lo demás fuera poco. La pequeña de la familia tiene seis años y le detectaron intolerancia al gluten hace dos. Ello obliga a que lleve una alimentación libre de trigo y bastante más cara. En la cocina no hay sitio para los macarrones normales de marca blanca o el pan de 40 céntimos del súper de al lado. «La barra que compro yo vale 1,60». Y de ella hace bocadillos para todos. «Es que es imposible tener dos panes, dos mantequillas, dos nocillas...». A la pequeña no le da tiempo a terminarse los productos antes de que se pongan malos y, además, si usa el mismo cuchillo con el que Nacho unta su pan sin antes haberlo lavado contamina su propia tostada.
Pese a todo, Azucena es una privilegiada porque su madre se quita de cualquier cosa antes de que a ella le falte «su medicina». No pueden decir lo mismo en otros hogares monomarentales: un tercio de las madres en esta situación tiene graves problemas para hacer frente a los gastos sanitarios de su prole, alerta Save the Children en su informe Más solas que nunca. Un 20,7% no puede pagar unas gafas y un 30,4% renuncia a un tratamiento especializado por la misma razón. Otro 16,5% tiembla ante la idea de tener que llevar a los críos al dentista.
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Recorte en ayudas estatales
En España hay ayudas, aunque no llegan para todo. Josefina recibe 220 euros por niño dos veces al año. «La paga de julio me viene fenomenal porque en verano es cuando menos trabajo». Las familias para las que limpia «se van de vacaciones, a segundas residencias...» y esa extra le ayuda a pasar el bache sin necesidad de echar mano de Teresa, su madre, de 84 años, que muchas veces le llena la nevera. Verónica ha conseguido rebajar el alquiler de 210 a 96 euros mediante una subvención, pero también necesita el apoyo de sus padres porque no es suficiente. «De su casa me llevo los tuppers de pescado».
Las políticas de protección a la infancia han sufrido importantes recortes en plena crisis, precisamente cuando más se ha incrementado el número de niños en apuros: de 208 a 2012 se registraron 800.000 niños pobres más en España. Su grado de vulneración ha sido incluso más alto que el de los mayores de 65 años, a los que el sistema de pensiones les ha servido de fino colchón para soportar el golpe, según algunos expertos... aunque la hucha de los subsidios se ha vaciado un 40% en los últimos tres años. «España dedica un 1,3% del PIB a estos planes de protección de la infancia, dos puntos menos que antes, y muy lejos de la media europea, que está en el 2,4%», denuncia Gabriel González Bueno. Los tijeretazos más severos se aplicaron a partir de 2010, durante el periodo de austeridad. Un ejemplo: el cheque bebé (2.500 euros) se eliminó en 2011.
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¿Un hijo es solo responsabilidad de los padres?
En España tenemos la idea de que la atención a la infancia es solo cosa de la familia, pero en la Convención de los Derechos del Niño se dice que también es cosa del Estado replica el responsable de Unicef.
Cuando las políticas públicas son inadecuadas (o no existen) y no evitan o corrigen las situaciones de pobreza o exclusión, sus derechos se ven mermados, vulnerados y olvidados añade Save the Children.
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