El párroco de este lugar tan especial y único en Granada es, además, el actual Delegado de la Pastoral de Migraciones, Manuel Velázquez. Álvaro de la Torre Araus
Parroquias de Granada

La gran familia de Nuestra Señora del Carmen: una esperanza para muchos granadinos

La parroquia fue el sueño, sobre todo, de muchas mujeres humildes en alquiler que llegaron a un barrio residencial, llamado entonces Colonia de San Francisco. Viendo las posibilidades de edificación, La Cruz comenzó a crecer hasta ser lo que es hoy

Álvaro de la Torre Araus

Viernes, 21 de febrero 2025, 09:57

Iniciamos nuestro viaje en IDEAL por las parroquias de Granada y lo hacemos con una que es casa de oración, celebración, formación, acogida y justicia. ... Un lugar en pleno barrio de la Cruz desde donde se coordina y gestiona el el Proyecto P.A.I.S. Un dispositivo completo con una red de pisos de acogida para migrantes subsaharianos con supervisión y acompañamiento técnico para su desarrollo humano e inserción social, regularización administrativa, capacitación laboral, habilidades sociales básicas, cuidado y atención a menores y todas aquellas acciones que potencien una vida autónoma. Un lugar repleto de niños y niñas que acuden con alegría a las Catequesis de Iniciación, Comunión, Confirmación e incluso con un grupo para adultos. La parroquia de Nuestra Señora del Carmen dispone, además, de un servicio de acogida para atender necesidades específicas a través de Cáritas y la Pastoral de Inmigración.

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El párroco de este lugar tan especial y único en Granada es, además, el actual Delegado de la Pastoral de Migraciones, Manuel Velázquez. La parroquia fue el sueño, sobre todo, de muchas mujeres humildes en alquiler que llegaron a un barrio residencial, llamada entonces Colonia de San Francisco. Viendo las posibilidades de edificación, La Cruz comenzó a crecer. Eran los setenta cuando las primeras familias llegaron a los enormes nuevos bloques de un barrio que no terminó de constituirse hasta finales de los 90. Esas madres y esas abuelas comenzaron a vivir en comunidad gracias al esfuerzo que durante años se hizo por parte de la comunidad religiosa en la capilla de San Juan de la Cruz (Carmelitas Descalzos) situada en la calle Polo y Caña. El 19 de marzo de 1995 la parroquia y Manuel llegaron al barrio en unos bajos de la plaza Polo y Caña y tras la donación de unos terrenos por parte de una señora en 1997 una torre con con una cruz de hierro y campanas pregonaba que el templo era una realidad. Una bella construcción donde la luz y la vegetación acogen y permiten entrar en paz. Con entrada por la calle El Guerra y Saeta, desde hace 30 años este lugar es el lugar donde Ser para mucha gente.

En la actualidad esta parroquia tan activa y necesaria como, algo desconocida, tiene como co-párroco a José Carlos Isla Tejera, Vicario de Pastoral. Algo que, a buen seguro, garantiza los sólidos cimientos de este proyecto tan fundamental para muchos granadinos. Conocer todo lo que ofrece esta iglesia católica es comprender aún más lo esencial que es para el barrio. La parroquia tiene un grupo de apoyo psico-pedagógico y cada semana acoge a grupos de Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos. Con honestidad, sinceridad y realismo; el trabajo diario de la gran familia de Nuestra Señora del Carmen hace posible que la esperanza sea una realidad para muchos

Manuel Velázquez, 56 años de sacerdocio por y para la gente

A finales de los años setenta vivían en el popularmente conocido 'barranco de la zorra' unas 2.500 personas, muchas de ellas migrantes de pueblos de la provincia que llegaban a Granada a buscar trabajo y que eligieron para vivir este barrio humilde, de empinadas calles, de casitas o cuevas y con un solo acceso sin asfaltar. La misión evangelizadora, el diálogo intraeclesial, el compromiso en favor de los más desfavorecidos y la independencia con respecto del orden político eran problemas que estaban reclamando una urgente solución en la Iglesia. El papa San Juan XXIII entendió que la Iglesia debía imbricarse en la sociedad moderna para hacer realidad su mensaje de tolerancia y respeto, y no vaciló en enfrentarse a los sectores católicos más integristas e inmovilistas. Su apuesta por la renovación y modernización de la Iglesia —aggiornamento— pretendió transformar radicalmente el mensaje eclesial para hacerlo inteligible a un mundo que se estaba apartando a marchas forzadas de la institución. Guiado por ese propósito, puso en marcha el Vaticano II, un concilio que marcaría un antes y un después en el devenir histórico de la Iglesia y que supuso el acontecimiento eclesial de mayor envergadura doctrinal y pastoral del siglo XX.

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Manuel Velázquez es un sacerdote apasionado por el Evangelio, su mayor tesoro; y siente y afirma, sin ninguna duda, que su familia es la Iglesia. Ordenado en 1969, fue criado en el barrio de La Caleta. A sus 81 años aún recuerda con emoción como su padre iba a trabajar a la fábrica de maderas San José cada mañana y como coincidía con el padre de un chico que le gustaba cantar, Miguel Rios. Se formó como muchos jóvenes granadinos de su generación en el Seminario Menor. Después cursó Filosofía y Letras y sus experiencias en el mundo del trabajo le hicieron estudiar Teología y entregarse a Jesús. Nos adentramos en una época de grandes esperanzas depositadas en la Iglesia gracias a los sacerdotes obreros y otras experiencias pastorales de compromiso evangélico con los necesitados. Esta generación de sacerdotes y religiosos tenían muy claro que su cometido no era hacer beneficencia sino proclamar la justicia y comprometer a los vecinos y sus familias en la resolución de sus problemas. 'Cuando terminé la teología estuve un año ejerciendo ya el diaconado. Tuve una experiencia muy bonita de diácono en un barrio, en Haza Grande, con D. Pedro Jiménez Olmedo me recibió en su casa y ese año fue para mí fundamental. Aquello me sirvió muchísimo para tomar mi decisión definitiva. Fue el contacto con aquel barrio y con un grupo de JOC (Juventud Obrera Católica) en el que me integré, haciendo incluso experiencia de trabajo manual en unos tejares, haciendo ladrillos. Esa experiencia de trabajo y de contacto con ese mundo fue lo que realmente me hizo tomar una decisión definitiva y Dios ganó el pulso. Me ganó'.

Tras 5 años en lo que con el tiempo sería la Bola de Oro (Barranco de la Zorra) y trabajando en las JOC, al Padre Miguel lo destinan a Motril, a la parroquia de San Antonio. Durante 18 años conoció y vivió la realidad de un barrio de problemática social. 'En un barrio como aquel o te pringabas o tenías que salir corriendo. Lo que más me impactó y lo que más me ha hecho sufrir en mi vida sacerdotal fue cuando en aquel barrio de gente pobre y sencilla apareció el fenómeno de la droga, que era un fenómeno totalmente desconocido. Según datos de Proyecto Hombre Granada en los años 80, y luego en los 90, cuando el consumo de heroína inyectada acarrea graves problemas, con una alta mortalidad por sobredosis, luego agravado por la aparición del VIH. Fue la época en la que en España el consumo de drogas era el segundo o tercer problema para la población, junto al paro y el terrorismo. En el punto álgido de la epidemia, en 1991-1992 se producían 1.700 muertes anuales, todas en jóvenes de 18 a 39 años. Con el SIDA las muertes llegaron a 4.300 en el año 1995. 'No había información ninguna. Nosotros teníamos en la parroquia una escuela puente con tres unidades, casi todos los niños de etnia gitana, y un huerto escolar del que los niños incluso comían. Fue algo tan traumático y tan fuerte ver cómo aquellos niños, que eran pobres pero estaban sanos, de familias pobres pero unidas, resulta que sus madres vendían droga. Los camellos buscan estas situaciones de pobreza para aprovecharse'. concluye este sacerdote. 'La droga no solo destruye a la gente sino también al tejido humano y social, la gente empieza a sospechar unos de otros… ¡tremendo! Fue la experiencia más dolorosa de mi vida, hasta tal punto de que, por prescripción médica, tuve que salir de allí. Fue una situación que me desbordaba y me hacía sufrir de tal manera que el Arzobispo de Granada del momento. José Méndez me destinó a la parroquia del Carmen, que es donde sigo ahora'.

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