Detalle del cartel del Centenario de «La Cañilla» IDEAL

Las claves del cartel del Centenario de la hermandad de la Humildad

Una obra de Jesús Zurita que recoge inspiraciones neoclásicas como homenaje a los artistas romáticos-decimonónicos que se enamoraron de Granada

Álvaro de la Torre Araus

Granada

Sábado, 6 de septiembre 2025, 11:04

En numerosas ocasiones, nos detenemos a admirar la cartelería cofrade, considerándola como meros elementos decorativos que adornan nuestras paredes, nuestros stories en redes sociales o ... incluso nuestros estados de WhatsApp. Sin embargo, la presentación del cartel oficial del I Centenario fundacional de la hermandad de la Humildad, creado por el artista cordobés Jesús Zurita, nos recuerda que estas obras poseen un significado mucho más profundo, encapsulando la esencia poética y espiritual de la hermandad. Con la ayuda de la Comisión del Centenario analizamos las claves de este cartel.

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Una pieza ejecutada al óleo sobre tabla y presentado en un marco elegante, despliega una imagen central donde Cristo se sienta majestuosamente sobre su trono de victoria: la Santa Cruz, simbolizada como Árbol de la Vida. A su lado, un ángel ofrece consuelo mientras que una alegoría mariana, representativa de Granada, viste los colores de la bandera local. Esta figura sostiene un estandarte en honor a la Soledad de Nuestra Señora, culminando en la imagen de una granada, símbolo profundamente arraigado en la identidad granadina.

La composición visual se enriquece aún más con la representación de los Reyes Católicos reconquistando la ciudad para la cristiandad. A los pies del Señor, se encuentra el mundo representado por el orbe, destacando su divinidad. El angelito que acompaña a la Virgen se erige como un símbolo de la hermandad, añadiendo una capa más de significado a esta rica obra artística.

La cruz alzada en el cartel simboliza no sólo la identidad femenina de Granada, sino también la dignidad de la Virgen, quien sostiene el estandarte mariano. El ángel, envuelto en un paño púrpura, establece una conexión entre lo divino y lo terrenal, mientras que la postura sentada de Cristo irradia una humildad imponente que contrasta con su majestad. Su cetro, legado de Isabel la Católica, y los espinos de su corona, nos recuerdan la fragilidad de la existencia humana frente a lo eterno.

La representación de la alfombra roja en el cartel evoca un camino que une el suelo con el cielo, invitándonos a elevar nuestra mirada hacia lo divino. Este trabajo artístico trasciende el mero acto de devoción; es un testimonio del talento y dedicación de Jesús Zurita, quien ha dejado su marca en la escena artística contemporánea. Su enfoque aborda la relación entre tiempo y memoria, utilizando soportes históricos que enmarcan imágenes contemporáneas, provocando una reflexión sobre la dualidad efímera y eterna.

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La presentación de este cartel no es solo un evento conmemorativo; es un homenaje vibrante a la historia, la fe y la cultura de una ciudad que sigue conquistando corazones y almas a lo largo del tiempo. Un centenario que se celebra con arte, devoción y la certeza de que la humildad es, en efecto, el camino hacia la grandeza. La influencia de la invasión napoleónica en España marcó un punto de inflexión para los neoclásicos, que, al llegar a Andalucía, se sintieron atraídos por el misterio y la belleza de la región. Según Zurita, esta fascinación los llevó a abandonar su militancia en el neoclasicismo y adoptar el romanticismo, sumergiéndose en un mundo donde lo mítico y lo poético se entrelazan.

En este sentido, los románticos del siglo XIX no solo encontraron en Granada un lugar físico, sino un símbolo de la nostalgia por un paraíso perdido, un espacio donde el tiempo parecía transcurrir de manera diferente.Granada es, para estos herederos de una visión romántica, un rincón donde la belleza eterna se manifiesta en cada rincón, y donde la medida del tiempo se desvincula de las horas convencionales. La ciudad nos envuelve en ese compás único, lleno de luces que evocan un atardecer perpetuo. Así, quienes visitan Granada desde el exterior sienten, con cada paso, cómo la historia, la leyenda y la poesía se funden en un abrazo que parece eterno, ofreciendo una experiencia que trasciende el mero paso del tiempo. La alegoría de la «eterna nostalgia» se manifiesta claramente en este legado cultural, recordándonos que la búsqueda de la belleza está intrínsecamente ligada a nuestra memoria colectiva.

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