La ruta granadina de los exploradores arrieros

Todas esas características hacen del Valle un lugar ideal para amantes de la naturaleza y, por supuesto, para el senderismo. Sus rutas son innumerables, llegando a superar la treintena. Una de ellas es la que hoy planteamos. Es la llamada 'Ruta de los exploradores arrieros'. Los arrieros eran personas del entorno rural que cargaban productos del campo y diversas mercancías en sus mulas para desplazarse y comercializarlas en otro lugar. Su labor les hizo establecer rutas naturales y directas hacia otras poblaciones.

La Ruta de los exploradores arrieros arranca en el bonito pueblo de Melegís, en la parte meridional de la comarca del Valle de Lecrín. Junto a Restábal y Saleres forma el municipio de El Valle. En el siglo XV fue residencia de la corte nazarí durante un corto período de tiempo, siendo la capital del Reino de Granada. Fue reconquistada junto con el resto del Valle de Lecrín por el Marqués de Villena. Después de la expulsión de los moriscos fue repoblada durante los siglos XVI y XVII por gallegos y castellanos.

El camino se inicia en el Mirador de las Alvirillas, junto al restaurante Los Naranjos, desde donde se pueden admirar unas vistas espectaculares del pantano y de Restábal. Este recinto se construyó en 2005 como homenaje a los emigrantes que en los años 50 y 60 tuvieron que dejar el Valle para trabajar en países como Francia, Alemania o Suiza. El balcón fue construido por la escultora Elena de Vicente y está salpicado de esculturas ingeniosas y coloristas inspiradas en las historias y vivencias de estos emigrantes.

A partir de ahí, se sube unos metros hasta la calle Molino Bajo y se toma el inicio de la Ruta del Azahar, a la izquierda de la GR-3204, señalizada como la SL-A 214, que discurre en bajada y rodeada de naranjos y limones hasta desembocar en los Baños de Melegís, lugar de aguas termales que en la actualidad está cerrado al público. Desde ahí se vira a la derecha, donde parte una vereda que bordea el pantano de Béznar para buscar el Barranco de Chite.

Al llegar al pantano se continúa por la misma vereda, con mucha más precaución porque en este tramo hay zonas con cierta altura hasta el agua y un despiste puede provocar una indeseable caída. Siguiendo ese borde se desemboca en el Barranco de Chite. En este punto se enlaza con otra ruta que viene desde Béznar por la margen izquierda del embalse, la única transitable cerca del pantano.

Comienza aquí la subida del barranco, un tramo para disfrutar y realizar a un paso calmado para saborear el paisaje y olisquear la vegetación. El camino llega a alcanzar una altura de cien metros y está salpicado de numerosos pasos de agua que lo cruzan y que habrá que atravesar. La subida lleva hasta el barrio bajo de Chite, donde hay que tomar una pista asfaltada en dirección Talará.

Al llegar a la altura de la iglesia de la Purísima Concepción se gira a la izquierda y se asciende un tramo corto hasta llegar al cruce de las carreteras que van para Melegís y Restábal, respectivamente. Hay que enfilar hacia este último pueblo y unos metros más adelante girar a la derecha en dirección a Murchas. Se desciende esta carretera hasta atravesar el río Torrente y llegar a esta localidad perteneciente a Lecrín con apenas 300 habitantes y situada a 663 metros de altitud.

Si se quiere hacer turismo, a 500 metros del pueblo se encuentra el Castillo de la Lojuela. Aunque hay que desviarse un poco de la ruta original, se trata de unas interesantes ruinas de una torre y un recinto amurallado de época musulmana que fue usado en su época como fortín y torre de vigilancia.

Callejeamos por Murchas en dirección a su iglesia. Una vez allí hay que tomar un camino de cemento, otra vez entre naranjos y limoneros, que conduce hasta Melegís. De vuelta al pueblo de partida, se pasa también por su iglesia y se llega de nuevo hasta el mirador de las Alvirillas, esta vez en dirección a Restábal, donde concluye la ruta tras cruzar el puente sobre el río Torrente.

Es la localidad que ostenta la capitalidad municipal de El Valle. Sede del ayuntamiento, posee una ermita y también un castillo que se sitúa en una loma a un kilómetro del núcleo urbano, sobre el Barranco de los Siete Años. Se accede al lugar por una vereda que parte del barrio del Calvario.

Actualmente se conservan varios paños de muralla y restos de dos torres. El resto más importante es un gran aljibe de planta rectangular, con cuatro naves paralelas, que están comunicadas mediante dos arcos de herradura apoyados en pilares, construidos en ladrillo enlucidos en rojo. Tiene una altura de 3,20 metros hasta la clave de la bóveda más alta, aunque es posible que su altura original fuera mayor y esté parcialmente soterrado. En la zona oeste se mantienen paños de muro y una torre rectangular almenada. La obra es de mampuesto y hormigón.