Una aventura de película en Los Cahorros
Senderismo en Granada ·
El valle del río Monachil esconde toda una experiencia de adrenalina entre cañones, puentes colgantes y vegetación que pone a prueba la astucia del visitante para dar el siguiente pasoÁNGEL MENGÍBAR
Jueves, 18 de noviembre 2021, 11:37
El aire puro y libre se ha convertido en un recurso de primera necesidad para los granadinos. Durante los meses más crudos de la pandemia, ... este solo pudo entrar a través de las ventanas y los balcones de las casas por razones de sobra conocidas. Por ello, en cuanto se abrió la veda de nuevo, los planes sociales rehuyeron los interiores para ir a parar a entornos naturales y verdes.
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Los Cahorros constituyen precisamente uno de los planes más populares de Granada en cuanto a naturaleza y aire libre se refiere. Situado en el pueblo de Monachil, el paraje de Los Cahorros es una zona de media montaña con caliza como piedra predominante. Con más de nueve kilómetros de longitud, presenta un recorrido inigualable y de película para los amantes del senderismo y la naturaleza durante este otoño.
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El valle del río Monachil acoge el periplo de aquellos aventureros que aceptan el reto de superar los angostos pasos de piedra o los puentes colgantes que le añaden diversión al recorrido. Este comienza en pleno casco urbano de Monachil antes de adentrarse en el Cortijo de la Umbría, donde las vistas de la ciudad de Granada y otras poblaciones limítrofes marcan el inicio de Los Cahorros.
A través del sendero, los aventureros se irán acercando a la ribera del río rodeados de líquenes y demás vegetación autóctona. Además, deberán mantener sus ojos bien abiertos, pues diversas aves y mamíferos, como cabras montesas o jabalíes, acompañan la escena. Pronto surgirán las primeras dificultades a base de tajos verticales, estrechos pasadizos o una parte del desfiladero que tiene que ser atravesada a gatas. Todo digno de Hollywood.
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Pero si por algo se caracteriza el recorrido de Los Cahorros es sin duda por el gran puente colgante que une dos partes del desfiladero. Con más de cien años de historia, sus 63 metros de longitud quitan el hipo. Es importante seguir al pie de la letra las precauciones que se indican junto a su inicio al cruzarlo: no saltar ni balancear el puente, además de que tan solo puede ser transitado por cuatro personas a la vez como máximo.
La Cueva de la Paloma
Por haber dejado atrás el puente colgante la aventura no concluye. Por delante restan más desafíos cargados de adrenalina para los visitantes. El puente da paso a la garganta del río Monachil por la que transcurre el cauce fluvial a través del cañón natural. Es esta parte una de las que más encandila a todos los que la atraviesan. El paso se estrecha hasta tal punto que muchos tramos tienen que superarse a gatas, con circulación en dos sentidos si se cruzan dos grupos que se dirigen hacia direcciones contrarias.
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Ruta de Los Cahorros
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Longitud 9'5 kilómetros
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Duración 4 horas
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Altitud máxima 1.134 metros
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Ecosistema Media montaña
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Dificultad Moderada
Las ferratas instaladas en diversas rocas salientes serán de ayuda para poder proseguir con el recorrido. También destaca la Cueva de la Paloma, un túnel natural formado entre varias rocas gigantes que muestra los entresijos del interior de la piedra, por donde pasa la expedición asombrando a todos los presentes. Será el culmen de un recorrido algo difícil antes de dar paso a la calma.
El prado de las Azuelas sale al rescate de los fatigados aventureros para ofrecer una parada idónea. La vegetación y la amplia paleta de colores inunda el lugar en plena estación otoñal y supone una muy buena zona para reponer fuerzas. Tras ella, el final de la aventura se aproxima.
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Tras ascender por unos senderos que inician la vuelta a casa, el viaje desemboca en la Era de los Renegrales y en la Era de Portachuelos. Se trata de dos miradores con unas espectaculares vistas de las cumbres del lugar y del cañón del río. Además, la predominancia de la caliza congrega en dicho paraje a los aficionados a la escalada, que acuden a Los Cahorros con la misión de completar un duro pero bello recorrido.
A Los Cahorros ya no les hace falta presentación. Sus cañones, su río y sus angostos pasajes hablan por sí mismos. Por ello, no es casualidad que con encierro o sin él salten a la mente con la fuerza de un resorte. Al final, ¿quién no se ha imaginado alguna vez escalando una montaña y saltando por un desfiladero huyendo del mal como Indiana Jones? Pues eso, películas.
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