El presidente del Gobierno hizo ayer balance de la situación española tras este primer semestre con franco triunfalismo y sin un ápice de autocrítica. De ... creer a Sánchez, España sería el mejor país del mundo —medalla de oro— en vacunación, y sería espectacular el alto nivel de cumplimiento de sus promesas electorales, dato que habría sido corroborado por una docena de expertos que no especificó. Tras este mensaje, Casado cumplió también el rol previsto en la comedia del arte habitual: su catastrofismo le hizo decir que Sánchez ha firmado un pacto con el diablo, le atribuyó 40.000 muertes directas por la pandemia y le acusó de querer humillar a los presidentes de las comunidades autónomas haciéndoles acudir hoy a la Conferencia convocada cuando es conocido que se comportará con el habitual sectarismo. Como cabe imaginar, Sánchez culpó a Casado de bloquear las instituciones por su negativa a renovar los cargos constitucionales y Casado le devolvió el envite manifestando que él aceptaría siempre que los jueces elijan directamente a sus representantes. El espectáculo fue simétrico, decepcionante para una ciudadanía que trata de salir como puede del atolladero de la crisis.
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