Toribio, 'el fray Leopoldo' de los indios
El mal camino iniciado por De las Casas ha sido aprovechado histórica y políticamente después para borrar lo bueno que hicieron los españoles en América
En estos días de Navidad, fechas de excesos y gastos, me imagino por contraste a fray Leopoldo de Alpandeire recorriendo las calles de Granada pidiendo ... limosna para los más necesitados. No hace tanto, hace poco más de medio siglo, por lo que algunos privilegiados pueden todavía dar testimonio de aquel beato que sigue moviendo montañas en la fe los 9 de cada mes. De él dijeron que era un fraile «distinto», por mezclarse con la gente de aquella manera tan generosa y apacible de corazón, a la vez que austera de bienes.
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En cierta medida me recuerda a fray Toribio, antecesor a él en el tiempo. 'El fray Leopoldo de Zamora' (salvando las distancias por su pertenencia a la orden de los franciscanos mientras que nuestro fraile era capuchino, pero los dos practicaban el voto de pobreza) fue conocido por los indios americanos como 'Motolinía', que significa «el que es pobre», por la humildad y sencillez que mostró y que llegó a cautivar su corazón. Él, de hecho, se insertó en el mundo indígena y vivió de su trabajo y esfuerzo. Y, fruto de la convivencia, escribió 'Historia de los indios de la Nueva España', como se conocía entonces aquel mundo.
En su obra, se esfuerza por aprender las nuevas costumbres que le rodean y empieza a dar datos acerca de la cultura, los utensilios, la vida y la naturaleza de los indios, que nos han sido muy útiles a la hora de reconstruir su historia. Además, da fe del contraste que todo esto supone respecto a la mentalidad española de la época y cree que «los indios tienen el cielo ganado» por su modo de vivir austero y sencillo.
Me lo imagino –como a fray Lepoldo– con sus alpargatas, su hábito, cuando llegó en el año 1524 a América y Hernán Cortés ordenó ungirle a él y a los once que le acompañaban en su misión con todo tipo de agasajos… Sin embargo, ellos no consintieron ni que les besaran las manos. Sabían bien para lo que iban: a difundir el Evangelio de Jesús y, además, fray Toribio se puso como objetivo defender los derechos de los indios frente a quien fuera necesario.
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Como contraste, en la otra parte del mundo permaneció Bartolomé de las Casas. Cortesano y fabulador, responsable del inicio de la leyenda negra de España en la colonización de América. Dicho sea de paso, que ésta está tomando en los últimos tiempos un cariz preocupante, por la cantidad de estatuas que se están derribando con odio y saña hacia todo lo que representa lo español. Y uno de los grandes culpables de esta inquina ha sido precisamente uno de nuestros paisanos. No en vano se dice que los propios complejos y envidias de los de casa nos han hecho mucho daño a lo largo de los siglos… Este personaje polémico y, por fortuna, desacreditado por multitud de historiadores, Bartolomé de las Casas, se inventó todo tipo de horrores que algunos coetáneos ya se encargaron de desmontar.
Uno de ellos precisamente fue fray Toribio, que escribió una carta al mismísimo monarca Carlos V denunciando la tiranía lingüística de De las Casas al relatar unos episodios que, según Menéndez Pidal y tantos otros, nunca ocurrieron, puesto que jamás se dieron nombres de los maltratadores, ni fechas ni ningún otro dato en el que situar esas historias de crueldad que inventó. Además, hay que recordar que la mayoría de las barbaridades escritas por De las Casas se escribió desde la distancia de su vida cómoda en la Corte de España, mientras que fray Toribio vivía con ellos y estudiaba desde el respeto su manera de vivir, aparte de buen teólogo y consumado jurista.
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Sin embargo, el poder de De las Casas fue tal que algunos achacan el oscuro final de los días de fray Toribio a Bartolomé. El hecho de enfrentarse a este último le salió caro.
Este mal camino iniciado por De las Casas ha sido aprovechado histórica y políticamente después para borrar lo bueno que hicieron los españoles en América. El periplo anglosajón por estas tierras no fue tan armonioso ni colaborador ni mucho menos de mestizaje o de relación de igual a igual, pero en una sociedad en la que es la cultura dominante es difícil de probar lo contrario.
Ahora, por desgracia, los españoles somos los salvajes que ultrajamos a unos seres superiores. Tan sólo apelo a que los que piensan así, se documenten históricamente y no se dejen llevar por las corrientes de pensamiento que se crean por y para las grandes masas con intereses ocultos detrás. Entre ellos, lavar una imagen de exterminadores cuyo cartel nos han colgado a nosotros, cuando los que acabaron con los indios precisamente no fueron los españoles, sino todos los demás. Ése sería uno de mis deseos para esta Navidad.
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