Celebramos estos días la semana del orgullo y yo, por lo pronto, me siento cada vez menos orgulloso de la sociedad en la que me ... desenvuelvo. Siempre me han aterrado los intransigentes, los que imponen su 'verdad' sin escuchar al de enfrente, los que creen que sus ideas van a misa y que deben ser compartidas por el resto. Hasta ahora creía que estos perfiles correspondían a personas mayores, quizá porque en mi entorno había varios de estos energúmenos, pero de lo que me estoy dando cuenta ahora es que quienes así pensaban no tenían que tener obligatoriamente muchos años o haber vivido la posguerra y los dogmas de la dictadura. No hay que irse tan atrás porque parte de las nuevas generaciones son peores que mis antepasados recientes y digo que son peores porque teniendo toda la información posible a su alcance hacen gala de unas ideas y convicciones más propias de la era de las cavernas que de la de internet.
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Con motivo del Día del Orgullo la asociación Colega ha realizado un estudio entre adolescentes sobre cuestiones como la diversidad sexual, la afectivo-sexual, así como la tolerancia y respeto hacia los demás, que digo yo que ese respeto debe ser extensible a todas las personas independientemente de lo que sientan o crean. Pues bien, el resultado del informe entre adolescentes y jóvenes de entre 12 y 18 años realizado en diferentes centros educativos de la provincia pone los pelos de punta y de manifiesto el larguísimo camino que nos queda por recorrer hasta conseguir mayores cotas de igualdad entre todos.
Según este estudio un buen número de adolescentes y jóvenes está perdido y mantiene unas ideas más propias de varias décadas atrás que del momento que vivimos. Afortunadamente llevamos muchos años de democracia (en noviembre se cumplirán 47 años de la muerte de Franco), y en este tiempo España ha cambiado y la sociedad también conquistando mayores cotas de libertad y manejando en nuestras vidas conceptos como tolerancia, igualdad, libertad, convivencia, justicia, solidaridad, y un larguísimo etcétera. Por eso, el informe de Colega hace saltar todas las alarmas en el campo de la educación y el respeto hacia el resto. No son ideas generalizadas, válgame dios si así lo fueran, pero todavía hay porcentajes que nos deben asustar. El 9,65% considera que la transexualidad es una enfermedad, aunque la mayoría no es capaz de distinguir entre transexual y transgénero. Otro dato llamativo es que el 20% sigue pensando que en una pareja de gais uno de ellos hace de mujer y el otro de hombre, dando por válidas únicamente las relaciones sentimentales entre heterosexuales. El 8,47% mantiene que una pareja homosexual no puede criar o adoptar hijos; y los prejuicios llegan al punto de que un 10,64% de los adolescentes cree que tener un profesor homosexual influirá negativamente en su educación. En esta línea algo que se podía prever es que el 20,63% considera que los homosexuales son más promiscuos que los heterosexuales y, en consecuencia, el 27,12% cree que son más proclives a contraer enfermedades de transmisión sexual. Otros datos que nos deberían preocupar es que el 10% cree que las personas homosexuales no deben expresar su afectividad en público y que nada menos que el 22% mantiene que la homosexualidad es una enfermedad que tiene cura.
Si que haya adolescentes y jóvenes que piensan como recoge el informe de Colega, y que ya me parece muy alarmante, más preocupante considero el papel de sus padres y educadores. No sé qué oirán en sus casas para pensar en estos términos. Como no sé qué oirán para que muchos de ellos nieguen la existencia de la violencia machista, aunque este es otro tema. Pero tampoco sé de lo que me extraño si todo un vicepresidente de una comunidad autónoma como Castilla y León, el ultraderechista Juan García Gallardo, se atreve a pensar y a manifestar que «la banalización del sexo lleva a que sea un fin en sí mismo, olvidando que su finalidad es la de la procreación», justificando de esta forma la despoblación 'latente' de este territorio.
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En fin, que el 59,23% de nuestros adolescentes y jóvenes del estudio de Colega dice que prefiere saber de antemano si un conocido es homosexual a fin de evitar encontrarse con situaciones incómodas. Llegados a este punto, yo preferiría que quienes así piensan me digan si son heterosexuales a fin de marcharme muy lejos.
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