Si el miedo es de cobardes, el consejero Imbroda es un auténtico valiente. De entre todos los momentos y días en los que podría regresar ... a Almería para dar cualquier noticia escoge la jornada en la que comienza el cierre de la actividad no esencial en la capital tras alcanzar el temido nivel 4 grado 2 –la primera capital y provincia andaluza en lograrlo- y nos presenta algo que, justamente, es absolutamente prescindible, como es contar con una nueva pista deportiva que no se va a poder pisar en dos semanas. Y si no más. Javier Imbroda llegó después de decenas de comunicados de asociaciones de padres y madres de alumnos, sindicatos, personal laboral no universitario, etc. que clamaban por el cierre de los colegios en los municipios en los que la incidencia de la covid revestía una mayor gravedad o que, al menos, la administración autonómica a la que representa fuera flexible en cuanto a la decisión de las familias sobre llevar o no a los menores a los centros educativos en unos días. «El miedo no es una justificación para no acudir a clase».
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El consejero, en un gesto no cercano a la empatía con los demás, olvida que la justificación está en las cifras. En el colegio de mis hijos hay seis aulas confinadas esta semana y, sí, señor consejero, hay miedo. Nos pide que no lo tengamos, pero con que exista un menor contagiado que exponga a su familia al contagio ya hay evidencias de que los centros educativos no son «lugares seguros». Seguro es si hubiera cero covid, pero no es así. Las aulas son un reflejo de la sociedad y la sociedad tiene coronavirus. Si fueran lugares seguros iríamos todos o su sistema se hubiera imitado en nuestros lugares de trabajo o residencia. Hay contagios, hay problemas y hay ingresos. Y, sobre todo, hay quejas por todos lados y Educación no admite ni una.
En el manual de las buenas conductas –y cristianas- está lo de dar sin esperar nada a cambio, pero parece que la consigna de la derecha es no dar nada y seguir pidiendo. El alcalde nos pedía quedarnos en casa y confiar. ¿En él, en Juanma Moreno, en el consejero del 'culillo'?
Hoy es viernes y estamos esperando conocer las medidas para la economía que el alcalde anunció el lunes para esta semana. No sólo eso. Sabe, desde hace semanas, que Almería iba a caer, que el cierre era inminente, que los hospitales se colapsarían y no ha sido capaz de pedir nada a Moreno Bonilla como, por ejemplo, que volviera a abrir la Cruz Roja. ¿En qué tenemos que confiar?
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No dejan de mirar hacia arriba y de pedir al Gobierno que nos encierre a las 8 cuando hace ya casi un mes que piden otro confinamiento. Piden cerrar, pero acusan a los demás de obligar a esa clausura. Debe ser estresante obedecer a tanta consigna que va a la deriva, que nos está llevando a un tsunami de despropósitos en esta tercera ola. Y rematamos la semana con la visita del presidente andaluz a quien siempre le faltan vacunas. Parece que le sobran hospitales, camas, personal y que lo único que le falta son vacunas.
También quiere instrumentos, porque ahora le da miedo que los jóvenes anden de 8 a 10 por ahí cuando les invitaba a vivir la Navidad a tope y a consumir con ampliación de horario para salidas y de aforo para reuniones familiares. Esta técnica del escaqueo de responsabilidad en los momentos más importantes es parecida a la de quienes cogieron todo el papel higiénico en marzo para que los demás nos limpiáramos el culo con cualquier otra cosa.
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