Ilustración: Jesús Ferrero

Una Superliga sin los súper equipos

La Carrera ·

No se nos puede olvidar que los clubs de fútbol no dejan de ser entidades mercantiles

Viernes, 23 de abril 2021, 00:30

Poco tiempo ha durado la Superliga, que esta semana habían anunciado algunos de los equipos más grandes de Europa, entre ellos los españoles Real Madrid, ... Barça y Atlético de Madrid, que junto con otros como el Milán o la Juve y algunos ingleses, pretendían montar una liga a nivel europeo para que ellos solos se lo guisarán y se lo comieran y repartirse el pastel sin dejar a nadie que ni tan siquiera pudieran chupar el cuchillo tras haberlo cortado, ya que ellos y solo ellos eran los invitados a la fiesta.

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Esta competición ha nacido herida de muerte, puesto que apenas unos minutos después de haberla anunciado ya tenían en contra a la UEFA y la FIFA quienes pusieron el grito en el cielo, pero no porque se podrían perder los valores del fútbol, sino porque ellos perdían su parte del pastel que ahora se lo están llevando bien calentito en cada partido, cuando los horarios se ajustan más a la hora China que a la hora Española. No se nos puede olvidar que los clubs de fútbol no dejan de ser entidades mercantiles en las que sus accionistas se juegan su dinero.

Tras el anuncio, se ha producido un efecto dominó que no se ha detenido y continúa vertiginoso directo hasta tumbar la última ficha que por lujosa y rica que sea no está exenta de acabar cayendo. El proyecto de la Superliga agoniza, perdiendo miembros fundadores con prisa y sin pausa hasta un desenlace que en el corazón del proyecto nadie imaginaba solo 72 horas antes. Desenlace que en buena parte ha sido provocado por haber alzado bien alto la voz los aficionados de algunos de esos equipos.

Los daños colaterales de este plan serían muy graves. En primer lugar, un golpe casi letal a la épica de un deporte que, aunque esto suceda cada vez menos, está abierto estructuralmente a que equipos David puedan vencer puntualmente a los Goliat, o que con el buen trabajo se pueda paulatinamente pasar de la mediocridad a la excelencia. En segundo lugar, un mazazo a las ligas nacionales, que sufrirían la sombra de esta Superliga, perdiendo el aliciente de ser propulsoras hacia la Champions League en razón del mérito y sufriendo el creciente interés de los clubes de élite por la otra competición. No es casual que los líderes de varias ligas nacionales se hayan expresado duramente en contra, subrayando cómo varios de los clubes involucrados en la operación sufren pésimas gestiones que acumulan deudas pese a su fama mundial.

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La guerra no ha hecho más que comenzar. La pirámide del fútbol se tambalea, una pésima noticia para el deporte más seguido del planeta, que dejaría de ser del pueblo para ponerse en manos de las élites. Por muy fuerte que sea el ruido de los sables y por muy tremendas que parezcan las sanciones, la locomotora del cambio ya está en marcha y puede llevarse todo por delante. Donde a partir de ahora nada va a ser igual para el deporte rey, donde la caja de los truenos se ha abierto con mucha munición y un gran estruendo y tal vez esto lo único que sea ahora mismo, la punta del iceberg. Un iceberg que deja bien tocado o casi hundido a este deporte, por tratarlo desde un punto de vista mercantil, mientras que las aficiones siguen instaladas en lo deportivo.

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