Como cada martes a estas horas, el lector habitual de esta columna habrá aparcado su Lamborghini último modelo y, ahora mismo, estará leyendo el periódico ... en su sillón favorito. Quitando lo de leer (que no se le conoce), es lo mismo que solía hacer el primogénito de los Pujol, de nombre también Jordi y Ferrusola de segundo apellido.
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Como la lectura nunca fue lo suyo, el mayorcito de los Pujol en lo que despuntaba era en zascandilear muy peripuesto a bordo de los carísimos automóviles que tenía en su garaje. Bueno, eso en pasado. Es decir, quemar gomas por la urbe Condal es lo que solía el mayor de los retoños de los Pujol antes de que la Audiencia Nacional, ordenara subastar la fastuosa colección de vehículos con los que 'El Nen' se pavoneaba por la geografía catalana y parte del extranjero.
Las razones de que Pujolito vaya ahora menos motorizado y endomingado son puras niñerías. Nadie se explica –dicen los 'indepes'- por qué los magistrados de la Audiencia dan tanta importancia a unas travesuras. Inocentes picardías que –insisten- han sacado de quicio los jueces que confiscaron y ahora sacan a subasta el lujoso parque móvil de Pujol 'junior'.
Las chiquillerías que al primogénito Pujol están privando de pilotar sus Ferraris, Lotus, Maclaren, Jaguar, Porsches y Lamborghinis, entre otros utilitarios, son las mismas que han llevado ante la justicia a su señor padre, a la matriarca y al resto del linaje (otros seis churumbeles). En fin, cosillas domésticas sin importancia que algunos malintencionados juristas españolazos califican como delitos de organización criminal, contra la hacienda pública, blanqueo de capitales y falsedad documental. Vamos, nada. Cuatro bagatelas que –insisten los 'indepes'- han sacado de quicio las mentes calenturientas de los jueces de la España ladrona.
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La subasta del montón de chatarra de 'El Nen', según informe pericial del caso Pujol, apenas asciende a dos millones de euros (calderilla para el lector habitual de esta columna, que es probable que no lleve encima tanto suelto a estas horas), digo que la subasta de carretones del nene es para (intentar) hacer frente a la responsabilidad civil derivada de esos pecadillos veniales en el supuesto remotísimo de condena.
Lo he comentado con mi colega Recesvinto, jurista de abolengo, quien vaticina que la subasta se queda corta, que la cantidad es ínfima comparada con lo que se puede exigir al clan pujolista por sus décadas de trapicheos. Pero no haga mucho caso el amable lector, pues de todos es sabido que Recesvinto es letrado calificado como españolazo por el ínclito Puigdemont (nieto político, por cierto, del gran Pujol).
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¿A dónde vamos a ir a parar si al que fuera virrey catalán (presidente de la Generalidad durante 23 añitos, desde 1980 a 2003), a su estirpe biológica y su parentela política, se les procesa por cuatro nimiedades que ya nadie recuerda y por llevárselo crudo a Andorra tras presuntas actividades corruptas?
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