Sobre la quema de rastrojos en la Vega de Granada

Desde el punto de vista sanitario la contaminación atmosférica causa mucho daño en la salud de las personas sanas, sobre todo a nivel pulmonar y cardiovascular

Juan Antonio Bravo Soto

Viernes, 11 de febrero 2022, 00:31

Aveces para valorar un problema hay que observarlo en panorámica, de ahí la expresión «los árboles no dejan ver el bosque». Los que vivimos en ... la capital, ensimismados en el día a día, vamos de un lado a otro, en el coche, a las compras, al gimnasio, al trabajo, etc., sin darnos cuenta del ambiente atmosférico que respiramos: no vemos el 'bosque' y basta con alejarse un poco, a la Sierra o a la Vega, para observar nuestra realidad; la mayoría de los días estamos inmersos en una neblina tóxica, la boina de contaminación o smog, que cuando es rica en partículas (calima) la visión del entorno es borrosa.

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Según el Observatorio de Sostenibilidad, por niveles del dióxido de nitrógeno en 2021, partículas PM10 y PM2,5, Granada, la número 20 del país por población, ocupa el octavo lugar en contaminación atmosférica, es la primera de Andalucía y está por delante de Barcelona y Valencia. Pero además existen otros tres parámetros para medir la calidad del aire: ozono, dióxido de azufre y monóxido de carbono; con estos datos, procesados matemáticamente, se establecen 6 categorías de calidad de aire: de buena a extremadamente desfavorable.

En nuestra ciudad hay dos estaciones de control de estos parámetros, una en Granada Norte (avenida Luis Miranda Dávalos) y otra en el Palacio de Congresos, cuyos datos aparecen a diario en una página web del Ayuntamiento. Dos gases de efecto invernadero, CO2 y metano no están contemplados en estos cálculos, además de otras sustancias perjudiciales.

Las causas de nuestro alto grado de contaminación se deben al espacio geográfico, el clima, las emisiones del tráfico rodado, las calefacciones centrales de edificios antiguos, calderas de gas para cocinas y cuartos de baño, estufas de leña y pellet, la industria, los pesticidas, la ganadería y la quema de restos agrarios en la Vega.

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Desde hace varios años, más en los últimos por la pandemia del coronavirus SARS-Cov-2, camino a diario por el cauce del Genil, lo que me ha dado una visión panorámica de Granada, con una parte muy positiva: Sierra Nevada desde la Vega con el río en primer plano es espectacular, un privilegio; lo negativo: el volumen de basura acumulada en los caminos y la cantidad de residuos agrícolas que se queman de noviembre a finales de mayo. A lo largo de estos años he fotografiado y filmado las columnas de humo que ocasiona esta actividad, algunas alcanzan tal volumen, negrura, olor y altitud que cuesta trabajo creer que esto se permita, incluso he llegado a notar el sabor a carbón a través de la mascarilla; cuando el aire desplaza el humo hacia Granada esta contaminación se suma a la existente por otros motivos, haciendo más espesa nuestra boina tóxica.

Hay días que he contado hasta 5 quemas en un intervalo de tres horas, parecen chimeneas brotando de la llanura, en alguna ocasión la columna de humo se iniciaba a 1.000 pasos de un hospital adyacente al Genil. En general son causadas por pequeñas fincas que tras la poda o recolecta almacenan los restos en las cercanías y les prenden fuego. Esta actividad actualmente está permitida por la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible en base a evitar incendios en épocas de calor (Granada es zona de riesgo), evitar las malas hierbas y las plagas, para ello se necesita un permiso individual que lo concede dicha consejería. Queda por ver si todas esas quemas de la Vega tienen permiso y si el control es estricto.

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Lo que lanza al aire esta actividad son partículas PM10, PM2,5 (incluso más finas), CO2, CO, dióxido de azufre, vapor de agua, óxidos de nitrógeno, hidrocarburos y a veces dioxinas procedentes de herbicidas y plaguicidas. La mayoría de estas sustancias o tienen efectos negativos para el hombre o para el calentamiento global.

Desde el punto de vista sanitario la contaminación atmosférica causa mucho daño en la salud de las personas sanas, sobre todo a nivel pulmonar y cardiovascular, mucho más en los ya afectados; pero el efecto negativo no suele ser agudo, es lento, tarda años, por eso no le prestamos atención, menos aún los responsables políticos en solucionar estos problemas, el paso por el cargo es corto, no es prioritario, prueba de ello es que las denuncias, a las entidades correspondientes, caen en saco roto, con mucha dificultad para acceder o dan respuestas inútiles: el muro burocrático.

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La quema de restos agrarios es una actividad muy arraigada en la Vega de Granada, pero existen otros métodos de gestión más acorde con el siglo XXI, que además son beneficiosos para el suelo de cultivo y menos contaminantes, entre ellos la fabricación de compost y humus que se puede hacer a nivel particular o en plantas de residuos vegetales. En este artículo yo me manifiesto de forma rotunda por prohibir la quema y fomentar las otras alternativas.

La contaminación atmosférica en general y la ocasionada por la quema de restos agrarios es un problema ambiental y de salud y en ello debemos poner el máximo esfuerzo los ciudadanos optimizando los recursos energéticos y demandando soluciones, también los políticos y autoridades sanitarias, pues sin alimentos, agua y aire de calidad vamos por mal camino: padecer más enfermedades, tener peor calidad de vida y mayor gasto sanitario.

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