Como la soberanía procede del pueblo, el poder judicial y otros que expresan la Constitución son reflejo de ese poder que emana del pueblo. Por ... lo tanto siempre hay que atenerse a la mayoría. Más o menos venía a decir esto la docente y política. Este es justo el razonamiento por el que se llega a una tiranía.
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Si por ejemplo el pueblo decide prescindir de la independencia judicial, soberanos son. Nunca viene mal citar a lord Acton, ya saben: el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por eso, porque la historia de los dictadores es larguísima y no aprendemos, surge el derecho y las constituciones se blindan con sistemas de seguridad para preservar la democracia incluso frente a la mayoría. Ahora bien, uno puede ir colonizando los puestos clave de un Estado simplemente haciendo que el mérito y la competencia pasen a segundo lugar frente a la ideologia o el partidismo. O cambiar una mayoría cualificada por una simple.
Constantemente nos advierte Ortega no ser hombres de partido en su 'Ideas y creencias'. Debería ser lectura obligatoria para los aspirantes a políticos,. Claro, no le producirá ningún efecto al que porte el gen de tirano.
Por cierto, el pueblo se expresa mediante representantes que a su vez tienen que interpretar su mandato. Porque la democracia directa no es democracia, habíamos quedado.
En esta linea, el señor Bolaños asumirá tres poderes. En otros tiempos de mayor respeto general en donde se felicitaba ¡qué menos al contrario que ganaba! Y también a nivel internacional, prontamente. Y otras elementales normas de urbanidad, ya Belloch (ministro socialista, 1996) unió el Ministerio de Interior con el de Justicia. Una barbaridad se decía entonces. Luego se volvió a separar.
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Hubiera sido inimaginable que Peces Barba como presidente del Congreso hubiera permitido la risa de casi un minuto del candidato a Feijóo y aún mas por las razones que se reía. La verdad es que no llegaba a ser la risa sardónica de Richard Widmark, creo que era en 'El beso de la muerte', obra maestra, como diría el añorado Pumares. Se echa de menos a Balbín o a Manu Leguineche, decía este último, por cierto, en 'El camino más corto', donde da la vuelta al mundo, y recordando que en los años sesenta «Aranguren era nuestro Gandhi», hoy creo que lo es Savater.
Y puestos a recordar, en España se celebró la Conferencia de Madrid, entre el Estado de Israel y los palestinos, a fin de llegar a algún acuerdo sobre tantas guerras que los contemplan. Se pudo celebrar aquí gracias a tener una política exterior de altura y no dando la razón absoluta a ninguno de los bandos. Esto ahora se vislumbra casi imposible que suceda por mucha presidencia europea que ostentemos. Esto de la generosidad y altura de miras de la que constantemente habla el señor presidente del Gobierno suena a hueco.
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