Saharauis traicionados

Puerta Purchena ·

Con su cambio de postura, Pedro Sánchez acepta de facto la ocupación por la fuerza de Marruecos y condena a los saharauis a quedarse definitivamente sin patria

Elena Sevillano

Martes, 29 de marzo 2022, 23:16

El viernes hubo en Almería una concentración de protesta contra el bochornoso viraje de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, respecto al Sáhara Occidental. Una ... misiva suya al rey Mohamed VI ha hecho saltar por los aires la tradicional neutralidad de España en un conflicto enquistado y olvidado. En esa carta, Sánchez declara que el plan de autonomía que plantea Marruecos es el más «serio, realista y creíble». Se refiere a la propuesta que el reino alauita puso encima de la mesa en 2007: no devolvía a los saharauis su tierra sino que, graciosamente, concedía al Sáhara Occidental una autonomía, por descontado que bajo su control. Con su cambio de postura, Pedro Sánchez acepta de facto la ocupación por la fuerza de Marruecos y condena a los saharauis a quedarse definitivamente sin patria.

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España traicionó por primera vez al Sáhara Occidental en 1976, cuando, siendo aún territorio español (no había culminado su proceso de descolonización) lo dejó abandonado a merced de Marruecos y Mauritania, en la llamada marcha verde. El Frente Polisario (el movimiento de liberación nacional del pueblo saharaui) logró recuperar lo invadido por Mauritania, pero no lo de Marruecos, que sigue ocupando la mayor parte de su territorio.

En 1991, el Frente Polisario depuso las armas ante la promesa de la ONU de celebrar un referéndum en febrero de 1992, mediante el que los saharauis podrían decidir si aceptaban la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental o querían su propio país, la República Árabe Saharaui Democrática. El referéndum se ha ido retrasando, y hoy, 30 años más tarde, aún no se ha celebrado. En este tiempo, Marruecos ha favorecido el asentamiento de colonos en los territorios ocupados ilegalmente (algo parecido a lo que hace Israel en Palestina), y somete a los saharauis que viven bajo su yugo a represión, torturas y violaciones, según denuncias de los activistas.

En la madrugada del jueves al viernes 13 de noviembre de 2020, el ejército marroquí intervino en el paso fronterizo de Guerguerat, zona de separación entre Marruecos y el Frente Polisario, para expulsar a un grupo de 50 civiles saharauis que bloqueaban la carretera de conexión con Mauritania para exigir a la ONU la celebración del referéndum de autodeterminación prometido desde 1991. El Frente Polisario consideró roto el alto el fuego y decretó el estado de guerra en todo el territorio.

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Y así estaban las cosas cuando llegó la traición de Pedro Sánchez en forma de carta. Asumo que detrás de este cambio de chaqueta habrá intereses económicos muy poderosos que a mí, personalmente, se me escapan. Con la información que tenemos, y que evidentemente no está completa, la decisión no se entiende. Pero aunque estuviera justificada en términos económicos o geopolíticos, no todo vale. Entre otras cosas porque pensar solo en esos términos es, recordemos, lo que nos ha llevado a un mundo al borde del colapso. La ética y la coherencia no es simplemente deseable, sino exigible, y hay muy poca ética y muy poca coherencia en la nueva postura de nuestro presidente. No se puede ofrecer armas a los ucranianos para luchar por su país ante la invasión de Rusia con una mano y, con la otra, apuñalar a los saharauis poniéndose del lado de sus invasores.

Acabamos de dejar abandonados, por segunda vez, a los saharauis. Mucha vergüenza.

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