Al consejero de Educación, el exentrenador de baloncesto Javier Imbroda, le molesta que las madres y padres protestemos y reivindiquemos una educación pública de calidad. ... Le molesta que hagamos números y veamos que en los colegios públicos (perdón, pero voy a insistir en todo el artículo en lo público que es, si cabe, lo que más molesta a Imbroda y a las derechas) se supriman aulas y se argumente que faltan alumnos, como si la educación y la atención que se presta fuera una cuestión de gramos. El consejero vino hace una semana a Almería y, sin escuchar ni atender las reclamaciones de las AMPA de colegios públicos decidió desacreditar todo cuanto se había dicho acerca de su proceso de escolarización plagado de recortes. Calificó de «ruido» nuestras protestas. Ruido es, por ejemplo, cuando un entrenador grita desde el lateral de la pista a sus jugadores «pásala, pásala, arriba, sube, vamos, tieeeeempo», pero pedir que se baje la ratio en las aulas para contribuir a una mejora en la atención socieducativa que redundará en la calidad y en los resultados académicos de los alumnos y alumnas no es ruido, es pedir y hacerlo por algo justo que beneficia a lo más preciado de esta sociedad, que son los niños y niñas. Si a alguien de su rango le molestan las reivindicaciones y las solicitudes de mejora del sistema que, por cierto, está estropeando, lo que debería hacer es marcharse, porque vamos a seguir haciendo lo que esté en nuestra mano por defender la educación pública.
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Y en Almería, los recortes y salidas de tono del señor Imbroda tienen de palmero al delegado provincial que, para lavar la imagen de su consejería, el mismo día que venía Imbroda, publicó –para que lo viera su jefe- un artículo de opinión en el que, además de redundancias («hay evidencias que ponen en evidencia...», decía el artículo sin revisar) no justificaba de ninguna manera, creíble o no, el recorte de aulas en 25 colegios públicos de la provincia –datos de los sindicatos. El delegado provincial tiró de argumentario de Ciudadanos y se limitó a enumerar cantidades millonarias de inversión en todo el territorio andaluz. Menuda proeza. Eso es creerse lo que hace uno.
Nunca se apuesta por lo que no se cree. No se detiene a mejorar algo que no defiende. En Educación nunca nos van a entender porque no nos escuchan y porque cuando queremos mejorar lo que hay y ofrecer soluciones, descalifican nuestra acción, la acción popular de la ciudadanía, llamándolo «ruido» y piden que entremos «en razón». Pues es, precisamente, lo que pedimos a Educación. Primero, eso, educación; algo de lo que no andaba sobrado el consejero en su visita a Almería y, segundo, atención. Aprovechar una ligera bajada de natalidad que, de manera coyuntural, aseguran que se está produciendo para clausurar definitivamente aulas en 25 colegios públicos de Almería es hacer un mal, perjudicar a un sistema en el que participamos la mayoría. Lo estamos diciendo y, no sólo no nos atienden, sino que nos insultan. La cuestión está en descubrir si el señor Imbroda y su delegado provincial saben para lo que están o si serían más útiles para la educación pública sentados en el banquillo durante una buena temporada permitiendo que otras u otros salgan a sudar la camiseta.
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