Un periodista puede ser tan mentecato como un político, un obispo, un fontanero o un abogado. Al poder no le gusta el periodismo que no ... es partidario. Al poder o a quien aspira al poder. El Gobierno de Sánchez ha aprobado proyectos legislativos que pretenden vigilar y sancionar al mensajero. Ya está bien de bulos, de pseudomedios y de «recortes de prensa». Como ante la crítica todos se parecen, Abascal ha reprochado a periodistas de medios públicos su tratamiento a los problemas de la inmigración: «¿De quién se ríen? ¿De los españoles que han perdido la tranquilidad en sus barrios, que ven que no les llegan las ayudas a la vivienda porque las reciben los inmigrantes, de las niñas violadas?». Y lo mejor: «Esa sonrisa se la vamos a borrar de la cara». Como, además, a los obispos les ha recordado los ingresos públicos y la pederastia, comparto su perplejidad. No sé si veo más similitudes con Sánchez (por la prensa) o con Rufián y Podemos.
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