Retos y soluciones para la agricultura del siglo XXI
No hay que olvidar que la agricultura tiene vínculos significativos con otros sectores socialmente importantes
El mayor reto que tiene planteada la agricultura mundial en la actualidad es seguir incrementando la producción de alimentos para mantener a una población en ... constante aumento y que, según las previsiones de la ONU, alcanzará los 9.500 millones de personas a mediados del siglo XXI; es decir, dos mil millones de personas más que en la actualidad. Este incremento demográfico, según la FAO, va a provocar que la demanda de alimentos aumente en un 70% en el 2050. Para abastecer esta demanda, se necesitará un incremento en la producción de alimentos de 44 millones de Tm/año, lo que representa un 38% de incremento sobre la media histórica desde que existen registros, y ello solo en los próximos 30 años. No obstante, aunque estas previsiones se materialicen para 2050, la disponibilidad de alimentos per cápita seguirá siendo muy variable entre países, si bien a una escala mayor que ahora. En promedio, los países industrializados tendrán una disponibilidad de casi 3.600 kcal/persona/día, mientras que en los países en desarrollo podría llegarse a casi 3.000 kcal/persona/día. Pero el incremento en la producción de alimentos, con ser el principal, no es el único desafío que presenta la agricultura y la mejora de los cultivos en el siglo XXI. Además, es necesario que esa agricultura sea sostenible y respetuosa con el medio ambiente, con menores insumos de fertilizantes y fitosanitarios y menor consumo de agua, y que garantice asimismo la estabilidad de los rendimientos y la seguridad alimentaria en los países en desarrollo. Igualmente, es necesario mantener la biodiversidad agrícola y producir variedades mejor adaptadas al cambio climático global, especialmente a la alta temperatura, sequía, elevada radiación y salinidad, así como variedades útiles para la fitorremediación de tierras contaminadas por metales pesados, un problema especialmente acuciante, no solo en países desarrollados, sino también en muchas regiones del Tercer Mundo. Finalmente, es necesario incrementar la resistencia a plagas y enfermedades de los cultivos por medios naturales, tanto mediante lucha biológica como por ingeniería genética.
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No hay que olvidar que la agricultura tiene vínculos significativos con otros sectores socialmente importantes, como la Banca, la gestión de seguros agrarios y los medios de comunicación, de gobernanza, de transporte y de logística; además de grandes conexiones con las empresas y con la esfera pública y privada. Actualmente, el sector agrícola se enfrenta a muchos desafíos, no solo derivados del cambio climático, sino también causados por el aumento de los precios de los alimentos y los fertilizantes, el exceso de intermediarios en las cadenas de comercialización y distribución de los productos agrarios y la obligatoriedad de permitir un adecuado desarrollo rural y de gestión de los recursos naturales.
La agricultura es cada vez más intensiva en conocimientos científico-técnicos y la disponibilidad de la información correcta, en el momento adecuado, en el formato adecuado y a través del medio adecuado, resulta fundamental para ayudar a que los agricultores puedan aprovechar al máximo sus recursos. Durante los últimos 15 años, la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) han impulsado el desarrollo global de una forma sin precedentes. Hoy en día, el 53% de la población mundial está conectada a internet y las TICs son una enorme fuerza transformadora para el desarrollo socioeconómico de las sociedades agrícolas. Por ello, la accesibilidad y aplicabilidad de los resultados de la investigación son claves para abordar una variedad de cuestiones relacionadas con la productividad agrícola y la seguridad alimentaria. En este contexto, para garantizar que se alcancen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) propuestos por Naciones Unidas y por los planes agrícolas nacionales, serán necesarias una serie de actuaciones fundamentales que se resumen a continuación.
Implementar las TICs a todos los niveles entre los agricultores. La e-agricultura, o aplicaciones de las TICs en la agricultura, pueden permitir diseñar, desarrollar y aplicar innovaciones en el ámbito rural, con un enfoque principal en la producción agrícola. Esta estrategia ayudaría a racionalizar tanto los recursos financieros como los humanos, así como favorecería resolver mayores oportunidades y desafíos del sector agrícola, al tiempo que podría generar nuevos ingresos, ayudando a mejorar la vida de las personas en las comunidades rurales y la economía de las familias de los pequeños agricultores.
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Hace falta también una revolución en el uso del agua o revolución azul. La agricultura de regadío consume el 70% de los recursos hídricos en los países industrializados. De hecho, la demanda de agua para riego se ha triplicado desde 1960 a escala mundial. Por tanto, la escasez de este recurso tan importante ha determinado que el riego localizado sea una de las actividades agrícolas que deben potenciarse para un uso sostenible de este recurso. La tecnología actual permite la obtención de una enorme cantidad de datos mediante sensores en el terreno, sondas que miden múltiples variables, software que procesa los datos, aplicaciones que regulan telemáticamente la apertura o cierre de sectores de riego, etc. El análisis de estos datos informa de la influencia del estado hídrico sobre los procesos fisiológicos y metabólicos de un cultivo en relación con su productividad, y ayuda a los agricultores en la toma de decisiones y para conocer cuando realizar un riego, con cuanta cantidad de agua y con qué periodicidad. Asimismo, sería necesario facilitar el acceso de los agricultores a maquinaria agrícola para agricultura de precisión. La más utilizada hoy en día es la dirigida mediante GPS, que permite una mayor precisión en las labores. Requeriría también implementar entre los agricultores el uso de las conexiones inalámbricas las aplicaciones de software cada vez más depuradas y potentes, y la interrelación con el resto de los accesorios digitales que conviven en la maquinaria agrícola y a su alrededor.
Otra estrategia muy útil es el uso de drones, dispositivos que permiten sobrevolar los cultivos en un periodo de tiempo relativamente breve y, mediante diferentes tipologías de cámaras y sensores, obtener miles de datos, que una vez depurados y procesados se traducen en índices de vigor del cultivo, determinación de áreas con problemas de drenaje, identificación de problemas fitosanitarios y de deficiencia en nutrientes, levantamientos topográficos, etc. No obstante, estas estrategias no están exentas de inconvenientes, ya que la generación masiva de datos crea problemas de almacenamiento y procesado. Por ello, sería necesario garantizar en la mayoría de las regiones agrícolas las condiciones mínimas para asegurar un tráfico de datos y una comunicación inalámbrica eficaz entre dispositivos y nube de almacenamiento. Para resolver estas dificultades será necesaria la asistencia de la Inteligencia Artificial (IA), sobre todo en la agricultura de precisión en cultivos de alto valor comercial, preferentemente en explotaciones con unas dimensiones que permitan minimizar el impacto económico de la utilización de estas soluciones. Finalmente, hay que contar con la biotecnología de materiales para desarrollar biopolímeros e hidrogeles que permitan la encapsulación de fitosanitarios, así como con la llamada nano-agricultura para potenciar el uso de nano-fertilizantes y nano-plaguicidas, tecnología que permite una liberación de estos productos controlada en el tiempo, generando una menor contaminación ambiental y limitando la producción de gases con efecto invernadero, al consumirse menos carburantes para las labores agrícolas.
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