Iker Ayestarán
Al Este del Oeste

La resistencia al cambio

Resurrección Galera experimentó un auténtico vía crucis legal por esposarse con un hombre divorciado, la Iglesia en Almería la conminó a pelear durante lustros en los tribunales por su derecho constitucional a no ser discriminada

Sábado, 11 de febrero 2023, 23:36

El liderazgo que ejerce la Iglesia Católica sobre la moral, la ética y los valores de gran parte de la sociedad almeriense deviene en la ... importancia que sus dogmas y también sus mutaciones implican para quienes conforman su corpus social, voluminoso y capilar, y quienes no. En pleno desarrollo del Sínodo de los Obispos que se celebrará en dos etapas en otoño de este año y de 2024, el Papa Francisco abría esta semana las puertas de la Iglesia a una pastoral específica para las personas divorciadas y separadas. «Es mi ferviente deseo», indicaba el líder católico, que se diseñen «métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente».

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El paso dado por Francisco, en línea con un pensamiento integrador, no es revolucionario en la gran mayoría de países que basan su reglamentación legal en el respeto por los derechos individuales y la libertad personal, pero va en la línea de reconocer hechos sociales perfectamente integrados en la civilización en la que hunde sus raíces la Iglesia Católica y hacerlos extensivos allá donde son un mito, un lugar de destino para el que aún queda mucho para llegar.

Hacer pastoral en España, en Francia, en Holanda o en Alemania no es igual que hacerlo en Sudán, en Irán, en Yemen o en el África Subsahariana. No solo por la persecución religiosa existente hacia los fieles católicos en algunos territorios del mundo, sino también por la discriminación y criminalización vigente en algunos territorios hacia fenómenos sociales perfectamente integrados en Europa.

Hace pocos días, en el mismo eje en el que se expresaba esta semana para los divorciados y separados, hablaba de la homosexualidad como un hecho a reconocer y que es necesario descriminalizar. «Condenar a una persona así es un pecado, criminalizar a las personas con tendencias homosexuales es una injusticia», refería. El papa Francisco está abriendo la puerta de las parroquias, más vacías a día de hoy que hace décadas, a quienes se han sentido expulsados de ellas por los caminos explorados a lo largo de su vida. Y lo que es más importante, está marcando el territorio a quienes desde la intransigencia han actuado como espoletas durante décadas en el camino contrario.

Al leer esta semana las palabras de Francisco es fácil que nos venga a la mente la experiencia vital de Resurrección Galera. Docente, profesora de religión, experimentó un auténtico vía crucis legal por esposarse con un hombre divorciado. La Iglesia en Almería la conminó a pelear durante lustros en los tribunales por su derecho constitucional a no ser discriminada y expulsada de la docencia por la singladura vital de su esposo.

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Fueron 17 años de pleitos y dos despidos nulos que provocaron un calvario personal a la profesora y, en un auténtico esperpento, un menoscabo económico a la administración pública, rehén del capricho de quienes regían por entonces los despachos del Palacio Episcopal.

La evolución de la Iglesia, su adaptación a los cambios sociales, son tan lentas que pueden llegar a exasperar a parte de sus miembros. Y cuando llegan, suele provocar resistencias férreas, especialmente en el corazón de la organización, acostumbrado a pilares inamovibles ajenos a la realidad. El obispo de Almería, Antonio Gómez Cantero, está siendo víctima de estas duras oposiciones en forma de pueriles cuentas anónimas en redes sociales críticas con su gestión. La solidez de sus posiciones, la certeza de los innumerables retos –sobre todo económicos– de su mandato, el apoyo explícito de la Conferencia Episcopal, y el soporte factual de la Nunciatura y del Vaticano marcan el dique seco de estos 'valientes' anónimos.

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El sínodo de los obispos es una de esas oportunidades de la Iglesia para evolucionar desde la forma hacia el concepto. El debate abierto en el seno de la Iglesia universal puede generar frustraciones entre quienes esperan un cambio radical en la dirección del timón. Nada de eso ocurrirá. Pero no habrá tampoco resistencias suficientes para frenar en la Iglesia lo que en la calle está perfectamente integrado.

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