Puerta Real

Puigdemont tiene un plan

Es inaceptable ceder ante exigencias como la amnistía o la autodeterminación; no se puede hacer borrón y cuenta nueva como si aquí no hubiera pasado nada

Domingo, 10 de septiembre 2023, 22:27

Carles Puigdemont es un personaje decadente, perdido en su laberinto de ambiciones perversas allá en Waterloo que, además, no se ha leído a Churchill y ... por lo tanto no sabe que la democracia es la necesidad de doblegarse a las opiniones de la mayoría. Y la opinión de la inmensa mayoría de este país que habitamos es que hay que guiarse por normas y leyes que sean iguales para todos, aprobadas por consenso y que nos permitan convivir civilizadamente y en paz. Conviene aclararlo por si a alguien más, aparte de al huido don Carles, se le ha olvidado, pongamos por caso a la vicepresidenta en funciones y lideresa de Sumar, Yolanda Díaz; al conjunto de esas leyes y normas citadas se le llama Constitución y, por si no lo recuerda, es aquel libro sobre el que puso la mano para jurar el cargo por su conciencia y honor. Yolanda (ay, Yolanda, Yolanda…) está estos días a medio camino entre el candor bautismal y el apasionado entusiasmo por seguir gobernando, pero no todo vale. Los límites, como han reiterado en diversas ocasiones ministros y exministros socialistas como los catalanes Illa o Iceta, como la ministra de Justicia en funciones Pilar Llop o como la profesora de Derecho Constitucional y diputada Carmen Calvo, está en lo marcado por nuestra Carta Magna. Se puede perdonar la comisión de un delito y para eso están los indultos, pero lo que no se puede es borrar la Historia como si nunca hubiera sucedido un intento de sedición aquel 1-O de 2017 (es decir, la amnistía que exige).

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Del futuro gobierno español se espera altura de miras, no dejar que le pongan la bota en el cuello quienes tienen un 6% de los votos emitidos; esto es: Junts y Esquerra. Y eso lo debe comprender Pedro Sánchez, que será quien tenga que dar la cara llegado el momento no aceptando que nuestra imagen sea la de una república bananera porque España no es esto que diría Ortega y Gasset, ni sería admisible que el poder político enmendara al poder judicial.

Por lo tanto, es inaceptable ceder ante exigencias como la amnistía o la autodeterminación; no se puede hacer borrón y cuenta nueva como si aquí no hubiera pasado nada. Porque pasó y se llamó intento de secesión. La constatación de sus consecuencias y de cómo ha sabido coserse eficazmente esa herida en los últimos años es el millón de apoyos menos que han tenido el 23J los independentistas. Es esencial no perder la perspectiva del problema, no caer en la trampa del gerundés prófugo que quiere convertirse en un estadista, como si fuese Josep Tarradellas cuando retornó en 1977 tras casi cuatro décadas de exilio e inició su célebre discurso desde el Palacio de la Generalitat con aquel recordado: «Ciudadanos de Cataluña, ja sóc aquí». Pero Tarradellas, con su elegante mesura, era un líder que venía a ayudar a construir una nación plural donde cupiésemos todos, mientras que Puigdemont es un inconsciente ensoberbecido que quiere dinamitarlo para salvarse. Ése es su plan y, su estrategia para lograrlo es tensar la cuerda hasta romperla si hace falta. Frente a él, los representantes legítimamente designados por la ciudadanía tienen ahora la alta responsabilidad de buscar otros caminos de entendimiento y negarse a vender nuestra dignidad por un puñado de votos.

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