Falaz
El título de la reflexión de hoy –«Falaz: embustero, mentiroso, embaucador, engañador, impostor, artero, hipócrita...»–, referido a algunos de los mensajes que se han hecho virales con motivo del fallecimiento del Papa Francisco, entiendo que debía haber sido otro
La verdad es que el título de la reflexión de hoy –«Falaz: embustero, mentiroso, embaucador, engañador, impostor, artero, hipócrita...»–, referido a algunos de los mensajes ... que se han hecho virales con motivo del fallecimiento del Papa Francisco, entiendo que debía haber sido otro, quizá más contundente y apropiado a lo antedicho: cínico.
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No me cabe duda después de lo visto y escuchado, la escuela cínica –del griego 'kyon': 'perro', denominación atribuida debido a su frugal modo de vivir– está recuperando adeptos a toda máquina, saltándose todas las normas de convivencia pacífica habida y por haber.
Tendríamos, a modo y manera del Vaticano con las estancias papales, que sigilar –«(poner un sello) sellar, signar, timbrar, estampillar, estampar, franquear, plomar, lacrar (RAE)» en todo aquello –y a todos aquellos– que, de una u otra manera, perturban la concordia del alma, especialmente la de los más vulnerables.
He mantenido –contra viento y marea– que Francisco ha sido un 'papa referente', y que ha hecho más de lo que incluso le han permitido determinados estamentos anclados en la carcundia, acercando a creyentes y no creyentes a una realidad eclesial que –deseo con todas mis fuerzas– siga el camino marcado de la libertad y la voluntariedad.
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Y cierro aquí y hoy estas líneas parafraseando algunas de las sentencias que el pontífice nos dejara como testamento, del mismo modo que para los católicos: «La Palabra viva de Dios necesita ser predicada con pasión y alegría a través del testimonio cristiano para poder derrumbar hasta los muros más altos que aíslan y excluyen». Algo me dice que debo invitaros –invitarme– a una misión muy especial: «Es la hora de ustedes, de hombres y mujeres comprometidos en el mundo de la cultura, de la política, de la industria...». Comiencen a actuar, cada uno en su campo y sin esperar el santo advenimiento, para que volvamos a ser –existir como– «hombres de luz».
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