Política provinciana

Puerta Real ·

El aire provinciano que emite esta retahíla de catastrofismo y agresividad confirma que la política española no da más de sí

Manuel MOntero

Granada

Viernes, 16 de abril 2021, 01:58

Las elecciones en Madrid se han convertido en la madre de todas las batallas. Han provocado la dimisión de un vicepresidente, está en juego el ... modelo de partidos –estas elecciones pueden darle la puntilla a Ciudadanos y dejar patas arriba a Podemos– y las izquierdas y derechas adoptan la actitud de quien se apresta al combate decisivo, la gran ocasión que vieron los siglos.

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Desde la crisis del bipartidismo, el papel político de Madrid ha adquirido una relevancia desconocida. Es el principal enclave de Podemos y similares, quizás su último bastión, lo que da especial relevancia a la confrontación. En el imaginario de los 'revolucionarios' salidos del 15-M, el resto de España ha resultado accesorio: en su discurso y peleas cuentan fundamentalmente los líderes madrileños. Por lo que se ve, consideran a Madrid el epicentro de la lucha de clases. A ello se une el afán socialista de recuperar esta autonomía. La perdió en 1995 y allí llevan 26 años fuera el poder, circunstancia que sólo se da en Murcia y Castilla León. Debe de escocerles que eso les pase donde está la capital.

Los tejemanejes que se traen en Madrid, con acusaciones de traición y sugerencias de pactos contra natura, vienen a ser una representación exuberante de lo que pasa en España. El aire provinciano que emite esta retahíla de catastrofismo y agresividad confirman que la política española no da más de sí. De momento, el principal efecto ha sido que el 'trifachito de Colón' ha menguado en 'el dúo de Colón', para camelar a Ciudadanos y llevarlo a la cama de la izquierda. Los pecados más graves tienen fecha de caducidad, si conviene.

Desde que empezó la pandemia los telediarios nacionales se convirtieron en una especie de monográfico sobre Madrid. Ha llegado a ser una serie que desmenuza hasta la exasperación cada asunto local: que si van franceses, que si quieren comprar vacunas por su cuenta, que si abren las tiendas… Los mismos sucedidos que se dan en otras autonomías, en Madrid se presentan como cataclismo. En la serie 'Madrid, Infierno y/o Paraíso' hay un doble argumento. Por un lado, una gestión enloquecida que agrede a los sectores populares ('gente'). Del otro, las izquierdas batasunizadas contra lo que queda de España.

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Se presenta como una lucha moral, progres contra fachas, democracia contra comunismo. Ya no hay matices ni lugares intermedios en la capital del reino. Asombroso: el debate ha derivado hacia una disputa sobre la libertad, concepto que encaja mal en una política construida sobre mantras descalificatorios.

Quizá lo explica una peculiaridad de este trance electoral. Según parece, a los políticos madrileños no les preocupa el futuro ni qué política seguirán. Los enfrentan las interpretaciones sobre la realidad española: si vivimos un episodio más de la guerra civil –izquierdas contra derechas, barrios obreros contra el distrito de Salamanca– o un enfrentamiento ideológico del siglo XX, democracia contra comunismo.

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Demasiadas alharacas para sacristanes autonómicos. Cuesta imaginar que de este maremágnum salga alguna regeneración política.

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