Reimaginar las migraciones climáticas

Pilar Morales Giner

Profesora de Sociología-TRACHMED-HORIZON-MSCA2023-SE-01

Martes, 18 de noviembre 2025, 23:26

El cambio climático no es un fenómeno futuro: ya está presente y tiene consecuencias devastadoras. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático estima que la Tierra ... se ha calentado aproximadamente 1ºC desde los tiempos preindustriales por las emisiones de gases de efecto invernadero. Este calentamiento ha expuesto a millones de personas, especialmente en comunidades vulnerables de África, Asia, América Central y del Sur, pequeños Estados insulares y el Ártico, a una creciente escasez de agua y a una inseguridad alimentaria aguda. Aunque los impactos del cambio climático también se notan cerca, como ha reportado este periódico, las noches tropicales son cada vez más comunes en Granada y la costa está en riesgo por la subida del nivel del mar.

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Es de esperar que dichos impactos climáticos afecten también a las migraciones. En las últimas décadas, las migraciones climáticas han ocupado un papel importante en el discurso público. Figuras influyentes, como el papa Francisco o el secretario general de las Naciones Unidas, han advertido sobre las conexiones entre el cambio climático y la movilidad humana. Algunos lo llaman migración ambiental, desplazamiento climático o movilidad climática, pero estos nombres son solo la superficie de una realidad mucho más compleja.

Si miramos de cerca la migración climática, podremos explorar las conexiones entre el cambio climático y el sistema de producción global, planteando una pregunta más amplia: ¿cómo se llega de las emisiones de gases de efecto invernadero a la migración? Las emisiones de carbono forman parte del ciclo natural de la vida, pero en exceso atrapan calor en la atmósfera y calientan el planeta. Estos niveles extremos de emisiones son el resultado de un sistema basado en la producción masiva, el consumo desenfrenado y la explotación, no solo de los combustibles fósiles, sino también del trabajo, la tierra y los recursos naturales.

Esto es relevante porque el mismo sistema que impulsa la crisis climática también aumenta la vulnerabilidad de ciertas comunidades. Este vínculo se observa en la frontera oeste de México con EE UU, donde se han desarrollado maquilas (fábricas), en su mayoría de titularidad extranjera, que como todas las industrias a gran escala contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero. Aún más importante, estas maquilas están situadas en zonas que sufren de intensamente los efectos del cambio climático (aridez, sequía, etc.) y atraen a poblaciones que trabajan en condiciones precarias y cuentan con pocos recursos para enfrentarse a estos efectos adversos. Factores socioeconómicos como una infraestructura inadecuada, la falta de políticas para gestionar los desastres climáticos y los sistemas económicos injustos dificultan que los residentes de un lugar se queden de manera segura y con dignidad.

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Las comunidades que parten de una situación de mayor vulnerabilidad para enfrentarse al cambio climático se encuentran en su mayoría en países de ingresos bajos y medianos y, paradójicamente, son quienes menos han contribuido a generar este problema. Entre el 70% y el 80% de las emisiones históricas de CO2 se atribuyen a países considerados industrializados. Además, el derecho internacional reconoce tanto los impactos desiguales del cambio climático como las diferentes responsabilidades para su resolución. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático establece el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, según el cual los países desarrollados deben liderar la lucha contra el cambio climático.

También es conveniente cuestionar los mitos sobre las migraciones climáticas. Estas no se producen principalmente desde el Sur Global al Norte; la mayoría de las personas afectadas por el cambio climático se desplaza dentro de sus propios países o entre países de ingresos bajos y medianos. En España hemos visto los desplazamientos internos entre los afectados por los incendios o la dana. En Bangladés, uno de los países más expuestos al cambio climático, la mayoría de los desplazamientos por inundaciones o erosión se realiza de manera interna, y los desplazamientos externos suelen dirigirse hacia India.

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El cambio climático, además, rara vez es la única motivación para migrar permanentemente, ya que suele combinarse con la adversidad económica, los lazos culturales, la inestabilidad política o el acceso a recursos. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados alerta que estas condiciones pueden generar vulnerabilidades múltiples. En Somalia, por ejemplo, la combinación de conflictos, sequías e inundaciones está forzando a miles de personas a abandonar sus hogares. Otro ejemplo inquietante son los rohinyás, que habitan en campos de refugiados en Bangladés, y que inicialmente se desplazaron desde Myanmar por persecución política. Ahora se enfrentan a los recientes impactos de la reducción de ayuda internacional con el añadido de los ciclones e inundaciones.

Por otro lado, el cambio climático no solo motiva a migrar, sino que también puede impedir que las personas afectadas emigren, modificar patrones migratorios preexistentes o alterar profundamente la vida de comunidades cuyos conocimientos y habilidades están ligados a su lugar de residencia. Un ejemplo son las comunidades indígenas nómadas como los sami en Escandinavia y los inuit en Canadá y Groenlandia, que ven profundamente alterados sus patrones tradicionales de movilidad y modos de vida debido al deshielo del permafrost, los cambios en las rutas migratorias de los animales y la imprevisibilidad meteorológica.

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En conjunto, estas complejidades sugieren que debemos reimaginar las migraciones climáticas. Ello implica dejar atrás la idea de migrantes climáticos que se desplazan en masa hacia países industrializados. Más que centrarse en cifras o en el hecho de si las personas se desplazan o no, resulta fundamental considerar las desigualdades que en la raíz del cambio climático y las formas en que las comunidades afrontan sus impactos, tanto en el contexto español como en otras regiones altamente vulnerables.

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