Perejiles

La Carrera ·

El rosario de espinas con Marruecos es recurrente y la atrocidad gobernante actual no ayuda a remediarlo

josé ángel marín

Lunes, 24 de mayo 2021, 23:45

Quién no tiene un vecino tocapelotas. Quién está libre de esa mosca cojonera que convierte lo cotidiano en suplicio. Quién –me pregunto- no tiene un ... primo cercano listísimo o un cuñado sabelotodo que pontifica a todas horas. Quién no tiene un prójimo propinador de aguijonazos intempestivos.

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España tiene una geografía, una historia y al sur tenemos un vecino que nos mortifica siempre que puede. Algo así contesté a Recesvinto el otro día cuando, con las premuras de siempre, vino a trasladarme sus cuitas sobre el asalto masivo a nuestra frontera en Ceuta. Feo asunto que no es más que otro eslabón en la cadena de desencuentros entre España y Marruecos, cuyas relaciones son –digamos- de aquella manera.

No olvidemos que este conflicto diplomático es solo el último episodio en una estrategia a largo plazo que el vecino tiene en mente, y que ahora se desencadena de nuevo, al parecer, por la acogida chapucera de España al líder del Polisario que, claro, Rabat considera su enemigo público número uno. La crisis diplomática y migratoria está servida, viene de lejos y traerá cola.

El rosario de espinas con Marruecos es recurrente y la atrocidad gobernante actual no ayuda a remediarlo. Estos líos vecinales giran sobre la soberanía de las plazas españolas en el Norte de África (no solo Melilla y Ceuta), que Marruecos reclama y que ya provocó la invasión del islote Perejil. Pero hay más perejiles: Un escollo –y gordo- es el Sáhara Occidental, antiguo territorio colonial español entregado también de aquella manera y que Marruecos reivindica. Otros perejiles son los acuerdos comerciales entre ambos países, en particular los conflictivos acuerdos de pesca, ya que la flota del sur de España necesita faenar en caladeros de jurisdicción marroquí. Otra traba es la colaboración antiterrorista, pues ambos países son limítrofes entre Europa y África. Y, por si en el guiso faltaba perejil, está el espinoso asunto de la inmigración ilegal, que hoy día es la patata caliente. De hecho, el Estrecho de Gibraltar y el salto a Canarias desde el Sáhara provoca una presión migratoria inevitable, tensión en la que Marruecos utiliza la miseria que genera la inmigración como fórmula de abierto chantaje.

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Detuve ahí la perorata al ver que Recesvinto la interrumpía para revelarme algo que yo no sabía pese a nuestra larga amistad. Me dijo Recesvinto que él hizo la mili en Ceuta, en Regulares, que allí tuvo una novia tan linda como Sherezade, que allí dejó amigos con y sin chilaba. Até cabos y recordé que Recesvinto dedicó parte de su tesis al derecho hispano-halifano, y me quedé con la idea de que todo este lío es cosa de los políticos quemasangres que existen a esta y a aquella orilla del Mediterráneo. Él insistió en que no sabría decir quién es el malo de esta película, que las fronteras existen por algo y que el pasado es lo más tangible que tenemos, y con Marruecos el pasado es lamentable, el presente turbulento y el futuro inquietante.

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