Los tipos de interés, golpe a la institución familiar

Cómo vamos a poder defender en España, una Agenda 2030 que se marca como uno de sus objetivos poner fin a la pobreza en todas sus formas en el mundo, y garantizar una vivienda digna, si no somos capaces de fomentar un crecimiento económico sostenible que promueva la igualdad y no el empobrecimiento de las familias.

Os animo a leer el informe publicado en el mes de marzo por Save the Children bajo el título de: 'Aquí no hay quien viva', un análisis de las dificultades para poder pagar la vivienda en España, una situación insoportable y generadora de exclusión, además de un maltrato por parte de quien ustedes consideren conveniente, si se estima que entre el 70 y 80% de las familias que sufren desahucios tienen hijos a su cargo.

Desde mi condición de trabajador social, estaré siempre al lado de las familias y en contra de los fantasmas que recorren Europa con políticas sociales que, en lugar de garantizar su bienestar social, les conducen a situaciones de pobreza y malestar. Os escribo desde el conocimiento, la escucha y la empatía con la realidad social de las familias y las consecuencias que la subida de tipos de interés variable está teniendo sobre su economía.

Muchos ciudadanos tienen que verse obligados a decidir entre comer, pagar el recibo de la luz y el agua, o pagar la hipoteca para no tener que verse en una situación de desahucio. Familias que tienen que recurrir a otros familiares para afrontar estas medidas financieras. No pretendo dar discursos populistas, mi intención es dar visibilidad al sufrimiento que se esconde detrás de esta subida de tipos, sin dejar de reconocer que cuando los tipos de interés estaban a 0%, muchas de esas familias podrían estar mejor si hubiesen sabido llevar a cabo una mejor gestión de su economía.

Mi intención es una llamada de atención para no distraernos con el pico de Rubiales, el uso del pinganillo para las lenguas cooficiales, las reuniones de la señora Yolanda Díaz con el señor Puigdemont, o los cambios de opinión del señor Pedro Sánchez, e incluir en nuestra agenda de conversaciones de bar, de trabajo, o de reuniones, e incluso en nuestro pensamiento, el sufrimiento que deriva de estas decisiones del Banco Central Europeo.

Hace unos días una familia me comentaba que lo pasaban muy mal con los informativos de los jueves, lo llamaban el fantasma Lagarde, ya que era el día que la presidenta del Banco Central Europeo, la señora Christina Lagarde, aparecía para asustarles con la noticia de una nueva subida de los tipos de interés.

Es evidente que esta noticia altere, asuste y preocupe a las familias con hipotecas variables, y más cuando se justifica diciendo que es la única solución para devolver la inflación al objetivo del 2%, declaraciones a las que se suma el señor Luis de Guindos afirmando que, si se mantienen los tipos de interés altos por un periodo lo «suficientemente largo», se hará una aportación sustancial al objetivo de alcanzar esa meta.

No sé si el óptimo de Vilfredo Pareto y su principio al afirmar que existe un punto de equilibrio en el que no es posible mejorar la situación de un individuo sin perjudicar a otro, puede tener relación si le ponemos nombre a los actores que mejoran y a los perjudicados. Lo que sí les puedo garantizar, es que esta decisiónestá perjudicando en gran medida a nuestras familias y a sus hijos menores de edad, conduciéndoles a situaciones de empobrecimiento y vulnerabilidad social.

Parece ser que esta situación imparable tiene pinta de durar mucho tiempo, por lo tanto, y para evitar que las familias pierdan sus viviendas, el Banco Central Europeo, también debe de anunciar medidas de solidaridad financiera para tranquilizar a los ciudadanos, y el gobierno dotar de más presupuesto a las políticas sociales destinadas a ayudar a las familias en los gastos necesarios destinados a la alimentación, el vestido y los suministros de luz y agua.

Permítanme terminar con las palabras del poeta y pensador alemán Von Hardenberg que decía que el bienestar de un Estado radica en el bienestar de una familia considerada como tal. Sólo a través de una familia estoy ligado de un modo inmediato a mi patria.